Archivo / EFE.

Miami – El regreso a la escuela en Florida (EE.UU.) es una pesadilla para estudiantes y padres de familia que están sometidos no solo a la «peor ola» de la covid-19 y nuevos récords de hospitalizaciones, sino a peleas con visos políticos entre el gobernador Ron DeSantis y los distritos escolares locales que sí quieren las mascarillas.

Tras las vacaciones estivales, los estudiantes de las escuelas públicas de Broward, condado mayoritariamente demócrata, volvieron este miércoles a clase con mascarillas obligatorias, una medida que el Gobierno del republicano DeSantis prohíbe a pesar de que este estado es el centro de la nueva ola de la covid-19 que sacude el país.

Las autoridades del distrito escolar de Broward, al igual que las del condado de Alachua, decidieron desafiar la norma promovida por DeSantis según la cual en Florida solo los padres pueden decidir si sus hijos llevan o no mascarillas a la escuela.

Broward y Alachua optaron por aplicar las recomendaciones de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC) para proteger a los alumnos de la rápida propagación de la variante delta y hacer obligatorio el uso de tapabocas en las escuelas.

Otros condados, como Miami-Dade, donde las clases se reanudarán la semana próxima, van a decidir en estos días si se suman a la rebelión contra una medida legal que ha sido calificada de «irracional» y ha sido ya objeto de demandas en los tribunales por parte de padres con hijos en edad escolar.

El superintendente de las escuelas públicas de Miami-Dade, Alberto Carvalho, aseguró ante la junta estatal que el condado «hará lo correcto» y se atendrá a las consecuencias «como insignia de honor».

La Junta de Educación de Florida ya se pronunció a favor de sancionar a las autoridades de las escuelas públicas de Broward y Alachua con, por ejemplo, la destitución o la retención de fondos y salarios, pero no ha tomado medidas concretas por ahora.

EL CAOS DE LA DESINFORMACIÓN

La confusión reina en un estado con 67 condados, los del sureste los más poblados, donde las reglas cambian, la demandas pululan y la pandemia crece.

Al caos se suma la divulgación de las estadísticas de la pandemia, sin ninguna entidad que haga un consolidado, con cifras discordantes y acusaciones a los CDC de inflar los números.

La única demócrata en el Gobierno de DeSantis, Nikki Fried, que está reportando las cifras federales ante la ausencia de información diaria del Departamento de Salud de Florida (FDOH), informó este miércoles de 17.096 personas hospitalizadas con covid-19, «un récord de todos los tiempos».

Fried, comisionada de Agricultura y Servicios al Consumidor de Florida y precandidata a la Gobernación, agregó que el 92,5 % de las camas para el cuidado intensivo esta ocupadas, el 55 % con pacientes de la covid-19.

LA POLITIZACIÓN DE TAPABOCAS

«Esto es mucho peor que la última ola. Vacúnese lo antes posible, no mañana, hoy», escribió en su cuenta de Twitter.

La Administración del presidente de EE.UU., Joe Biden, anunció que ayudará financieramente a los distritos escolares que lleguen a ser sancionados por haber hecho obligatorio el uso de mascarillas en las escuelas.

Richard Corcoran, responsable de educación en el Gobierno de Florida, subrayó en una reunión de emergencia celebrada el martes que los miembros de las juntas de cada escuela del estado tienen el deber de cumplir la ley «estén o no de acuerdo con ella».

La Junta de Educación instruyó a Corcoran a hacer todo lo posible legalmente para que la prohibición de hacer obligatorias las mascarillas en el ámbito escolar se cumpla.

Durante la reunión de la junta quedó en evidencia la división que existe entre los estadounidenses respecto al uso de mascarillas, al igual que sobre las vacunas contra la covid-19, y que responde claramente a planteamientos políticos.

Según el diario Miami Herald, un padre que intervino en la reunión celebrada virtualmente pidió a la Junta de Educación que «aplasten a esa basura de Broward y Alachua para que no contagien al resto del estado» y otros llamaron «déspotas» a los miembros de las juntas escolares de los dos condados rebeldes.

Por el contrario, hubo quien calificó a DeSantis de «dictador» y equiparó a la Junta de Educación con un régimen comunista que sanciona a los que disienten.