Fotografía de archivo del 15 de agosto de 2010 de la actriz estadounidense América Ferrara en la ceremonia de entrega de los Premios Imagen en Beverly Hills, California (EEUU). EFE/Archivo

Los Ángeles (EE.UU.) – America Ferrera ha prestado su voz a las películas de «How To Train Your Dragon» durante 12 años, pero con el estreno de la tercera entrega, «The Hidden World», ha llegado el momento del adiós y la actriz asegura a Efe que lo afronta con tristeza y orgullo al mismo tiempo.

«No sé lo que Universal y DreamWorks tienen planeado para el futuro, pero este es el final de la trilogía y este viaje», confesó la intérprete, quien desconoce si más adelante el estudio lanzará películas escindidas relacionadas con personajes de ese universo.

«Esta historia se ha acabado y es muy agridulce. Amo a Astrid y lo que significa para muchos jóvenes que crecieron con ella. Se ha convertido en una mujer fuerte, valiente y con un papel decisivo en la historia. Estoy triste pero orgullosa a la vez. Es un final muy satisfactorio que hace que el viaje haya merecido la pena», declaró.

En esta última aventura, el joven vikingo Hiccup (Jay Baruchel) y su aliada Astrid (Ferrera), acompañados por su inseparable dragón Toothless, deben hacer frente a una terrible amenaza para su aldea, y para ello tendrán que dejar atrás el único hogar que han conocido y viajar a un mundo oculto que parecía más mito que realidad.

«Astrid nunca ha tenido remordimientos sobre su forma de ser: sabe perfectamente quién es, las cosas que se le dan bien y es una líder natural. Eso se ha mantenido a lo largo de la saga. Ahora tal vez sea más vulnerable. Es el gran apoyo de Hiccup. Lo apoya siempre en su camino, incluso cuando él no lo ve tan claro», explicó.

Ferrera era prácticamente una adolescente cuando vivió el éxito de «Real Women Have Curves» (2002). Poco después llegaron «The Sisterhood of the Traveling Pants» (2005) y el posterior lanzamiento de «Ugly Betty» (2006), la serie que la convirtió en una gran estrella.

«Mucha gente me ha apoyado a lo largo de mi carrera, pero todo empezó con la fe de mi madre», confesó la artista de origen hondureño.

«Siempre me inculcó la idea de perseguir tus propios sueños y dedicarme a aquello que realmente me apasionara. Me dejó claro que no había nada que no pudiera conseguir si trabajaba lo suficientemente duro», apuntó Ferrera, especialmente satisfecha de que los creadores apostaran por una latina como ella para el papel de una vikinga rubia como Astrid.

«Nunca hubo conversaciones sobre su aspecto. Es lo bueno de la animación, que te permite creer en cualquier cosa. Puedes ser un árbol, un panda o un animal mitológico. Puedes poner la voz de alguien que no tiene tu aspecto porque lo importante es el espíritu del personaje. Para mí fue un honor que vieran elementos de Astrid en mí», concedió la intérprete.

Ferrera admitió que no es habitual que le ofrezcan papeles así, especialmente en películas de acción real.

«Es especialmente alentador cuando me ofrecen oportunidades más allá de los estereotipos. Hay muchos papeles escritos con tu etnicidad en mente. Y yo disfruto especialmente cuando logro salir de esas convenciones», sostuvo.

La actriz cree que Hollywood está dando más oportunidades a los latinos, pero también considera que el cambio debe ser mucho más profundo, más allá de ver a ciertos nombres como protagonistas de proyectos puntuales, como ocurre ahora con Gina Rodríguez y Rosa Salazar en «Miss Bala» y «Alita: Battle Angel», respectivamente.

«La conversación está más presente y el debate es rico en matices», reconoció.

«Los latinos queremos contar historias más allá de los tópicos que nos rodean. Lo que nos ofrecen debería ser tan diverso y variado como nuestras realidades. Queremos estar representados de forma proporcional al lugar que tenemos en la sociedad. Hay papeles a los que no tenemos acceso. Queremos ser vistos lejos de los lugares comunes», declaró.

Ferrera es, además, una de las impulsoras del movimiento «Me Too», al que contribuyó confesando que sufrió su primera agresión sexual cuando tenía nueve años.

«Esa conversación ha alcanzado un nuevo nivel. Lo que antes se podía ignorar, ya no lo es. Lo que antes se dejaba pasar, ya no es aceptable. El abuso de poder se acabó. Hay que mantenerla viva esa conversación para ver un cambio aún más radical en la sociedad», finalizó.