Argel.- La decisión de Houssam Aouar, estrella emergente del nuevo Olimpyque de Lyon, de vestir la camiseta de la selección francesa en vez de la elástica de Argelia, el país de procedencia de sus padres, ha desatado un enorme malestar en el país africano, que en los últimos años ha visto como sus emigrantes han preferido regalarle el talento a la nación de acogida.

El joven mediapunta, al que se le augura un futuro brillante, es el último de una serie de argelinos nacidos en Francia, hijos de aquellos migrantes que dejaron el país en los años posteriores a la sangrienta guerra de la independencia (1956-1962) y que crecieron en arrabales de ciudades como Lyon y Marsella, muchas veces entre la marginalización y la desconfianza.

Chicos de barrio que aprendieron a regatear en las canchas de asfalto y cemento al ritmo de rap y otros estilos musicales urbanos, aferrados a su cultura pero como expatriados y que entendieron el fútbol no solo como una filosofía de vida, si no como un arma para un futuro que no les es siempre prometedor.

Asomada la fama, muchos de ellos se han visto arrastrados a adoptar una decisión nunca exenta de polémica: elegir entre la fidelidad a sus raíces o la posibilidad de la gloria futbolística con una selección que siempre es favorita en eurocopas o mundiales.

Aouar no es el único, sino quizá el penúltimo integrante de una lista de enormes talentos argelinos que han dado brillo a los «bleus»: desde Zinedine Zidane a Karim Benzema o Nabil Fekir.

«Una elección que muchos esperaban dictada solo por el deseo de poner todas las opciones de su lado para hacer la gran carrera a la que su inmenso talento le permite aspirar, y sin ofender a quienes se equivocan al medir el patriotismo de los jóvenes de «la generación de migrantes a Francia» a la luz del color de la camiseta que eligen», argumenta el periodista argelino Makhlouf Mehenni.

EL EQUIPO DE LA INDEPENDENCIA EN EL RECUERDO

La polémica es recurrente en el debate futbolístico en Argelia, mediatizado siempre por la memoria de aquellos «héroes de la independencia» que en plena guerra con Francia escucharon la llamada del Frente de Liberación Nacional Argelino (FLN) y abandonaron la concentración de los «bleus» previa al mundial de 1958 para integrar la primera selección nacional del un país que aún no existía.

Una historia relatada con maestría por los guionistas franceses Bertrand Galic y Kris, dibujada con enorme arte por el español Javi Rey en «Un maillot pour l’Algérie» (Dupuis, 2016) y protagonizada, entre otros, por Rachid Mekhloufi, estrella del mítico Saint Etienne y de la selección francesa.

Contactado por el FLN, Mekhloufi huyó clandestinamente con su compañero de selección Mustapha Zitouni -al que ya seguía el Real Madrid- y junto a otros ocho franco-argelinos que jugaban en Francia viajó a Túnez vía Italia para integrarse una selección histórica.

Su andadura arrancó el 9 de mayo de 1958 en el Estadio Chedly-Zouiten de Túnez, donde el disidente combinado argelino, que no reconocía la FIFA, derrotó a Marruecos por 2-1 y desató la locura entre los compatriotas y sus vecinos árabes.

Después llegaría una victoria sobre Túnez (6-1) y una ristra de 80 partidos que llevó a aquellos rebeldes sin fusil a propagar y defender la causa argelina en el césped.

“Aparte de nuestros valientes antecesores del equipo FLN, ¿Qué otros jugadores han decidido cambiar de nacionalidad deportiva y venirse a un equipo de Argelia?», se preguntó meses atrás el nuevo seleccionador argelino Djamel Belmadi, que igualmente disfruta de la doble nacionalidad.

Una doble nacionalidad que para muchas situaciones en Argelia es en realidad una condena: la Constitución, por ejemplo, impide que quienes conservan el pasaporte francés puedan optar a ciertos puestos de alta responsabilidad en la administración, la política o el Ejército.

«Nunca existió. Si fuera así, sería la primera vez. No digo que sea imposible, solo que nunca existió», agregó el entrenador tras filtrarse a la prensa que él mismo trataba de convencer al portero Luca Zidane para que se sumara a «los verdes».

LA EXCEPCIÓN RYAD MAHREZ

También es habitual que en los últimos años se sume al debate el caso inverso del delantero del Manchester City Riad Mahrez, quien abanderó la potente selección argelina que ganó la Copa de África en 2019.

Mahrez, elegido mejor jugador africano la temporada en la que el entonces su equipo Leicester City alzó el título de la Premier, aceptó la llamada en 2013 cuando todavía era un casi desconocido extremo en la liga francesa.

«No sabemos cuál hubiera sido su decisión si ya hubiera sido entonces un gran jugador. Solo sabemos que en ese momento no lo era. Jugaba para el modesto equipo de Le Havre y tenía casi cero posibilidades de ser convocado por el equipo francés», recuerda Mehenni.

«Ciertamente, podría haber dicho, como han hecho otros jugadores como Yuri Berchiche, que Argelia no le interesaba, y esperar tranquilamente a ver si le convocaba Francia, donde hoy tendría plaza. Pero Mahrez no lo hizo», agregó el periodista antes de volver a defender la decisión de Aouar, que aspira a los mismo que sus predecesores: Zidane, Benzema y Fekir lucen una copa del mundo.

«La decisión de Aouar y los que le precedieron no es un fracaso de la Federación ni un desaire para Argelia y su público. Argelia no puede atraer a jugadores binacionales de talla mundial por razones puramente deportivas. Jugar para un gran equipo nacional abre muchas puertas que los equipos de menor nivel no abren. Una vez más, es una elección de carrera y no de la patria», concluyó.