Tegucigalpa (Especial Proceso Digital /Por Lilian Bonilla) – El tema de la educación es uno de los favoritos de todos los discursos de políticos cuando aspiran llegar al poder, pero cuando se pasa de la disertación a la realidad, no deja de ser una ilusión empezando por la asignación presupuestaria que hacen los gobiernos de turno a esta Secretaría.
– Presupuesto de Educación ha crecido en valores absolutos, pero cada año ha disminuido en porcentaje.
– Los Gobiernos en los últimos años apenas han invertido un 4.6 % del PIB en educación, el sector no es prioridad, destacan expertos.
– 95 % del poco aumento en el presupuesto se destina a operatividad en detrimento de la inversión en mejoras educativas.
“La educación permite la movilidad socioeconómica ascendente y es clave para salir de la pobreza”, así se plantea el Objetivo 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que tiene por objetivo garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
Cumplir dicho objetivo cada vez se ve cuesta arriba manifiestan los expertos, porque son muchas las necesidades del sector educativo y estas no se superan con el engañoso presupuesto que se asigna cada año, pues el gobierno invierte apenas un 4.6 % del PIB en educación.
Pero la realidad que plantea el secretario de Educación, Daniel Sponda se aleja totalmente de la que viven docentes, estudiantes y padres de familia.
El funcionario se ha enfrascado en defender el uso de la gabacha para prebásica y básica, asegurando que esta medida aumentará la matrícula escolar que en 2022 fue deficitaria en 800 mil estudiantes. También se ha jactado que en su primer año de gestión reparó más de un millar de escuelas, con un promedio de tres diarias.
En las últimas horas el llamado concurso docente ha confrontado a maestros y las autoridades educativas. Por un lado, Sponda defiende el concurso y asegura no más nombramientos de dedo, en tanto los concursantes tachan que el proceso está viciado para favorecer a activistas políticos.
Aumento engañoso
Los economistas explican que lo que sucede es que la prioridad para la Secretaría de Educación en el Presupuesto ha bajado en porcentaje y lo que crecen son los montos absolutos.
En el documento denominado Reflexiones de la Política Fiscal en Honduras desde el Presupuesto General 2023, del Foro Social de la Deuda Externa de Honduras (Fosdeh), se explica claramente como el porcentaje del presupuesto de educación lejos de incrementar ha disminuido.
El documento refiere que a medida ha incrementado el Presupuesto General de la República, las prioridades en la asignación presupuestaria han cambiado, principalmente en educación, ya que en la medida que ha crecido el presupuesto iba aumentando la asignación presupuestaria, sin embargo, lo asignado cada vez representa menos.
Para el 2023 la Secretaría de Educación recibirá 38 mil 109 millones 509 mil 221 lempiras, lo que representa solo un 10 % del Presupuesto.
En ese sentido el ministro de Educación Daniel Sponda, dijo que educación si está recibiendo incremento que es de unos 4,000 millones de lempiras, y que es un reajuste conforme a las condiciones que establece el Estatuto del Docente.
Según un informe de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), los fondos para educación y salud continúan disminuyendo y cita que, en la última década, la asignación a educación pasó de 16 % a 10 % en proporción al presupuesto total.
“Lo que vemos es que educación no es una prioridad porque, aunque en términos globales si se le aumenta al Presupuesto, vemos que, en cuanto al cambio, donde se ve un cambio más alto es en la ENEE y Seguridad”, dijo a Proceso Digital Edgar Aguilar
En términos absolutos sí aumenta para Educación, pero si el Presupuesto en general está aumentando en un 27 %, si la educación fuera prioridad debería verse un aumento similar en este campo, pero no es así, manifestó.
Operatividad consume presupuesto
El presupuesto en Educación, al igual que en otras instituciones, en su mayoría va para la parte operativa y queda muy poco para la inversión de las necesidades, recordó la exministra de Educación Rutilia Calderón, en entrevista con Proceso Digital.
El presupuesto realmente no está orientado a invertir en las mejores que necesita el sistema educativo, cuando se analizan sus dos componentes de operación e inversión “aproximadamente el 95 % del poco incremento presupuestario que hay es para gastos operativos; entonces el incremento para inversión incluso es deficitario”, anotó.
Recordó que ya desde los años 2016, 2017 tanto los análisis de la Secretaría de Finanzas como del Banco Mundial identificaron que el porcentaje de presupuesto en relación al Producto Interno Bruto (PIB), que se asigna a Educación más bien ha venido disminuyendo, ya que en el 2014 era aproximadamente de 6.8 % del PIB y en los últimos años ha disminuido a 4.6 %.
Presupuesto no da para superar deficiencias educativas
La especialista, agregó que mientras no haya un incremento real del presupuesto para invertir en las mejoras y en las innovaciones no se podrán superar las deficiencias existentes en educación ya que cada año la brecha se hace más grande.
En pleno siglo XXI también se debe innovar en el sistema educativo no solo en tecnología moderna, igualmente se necesita innovar por ejemplo en equipar los laboratorios de los bachilleratos para que haya un verdadero aprendizaje de una segunda lengua, renovar las metodologías de aprendizaje de las matemáticas, del español, de forma general se necesita innovar todos los aprendizajes en cultura, en arte, en deportes y no hay presupuesto.
Actualmente Honduras y otros países de América Latina, enfrentan muchos problemas por la pobreza de aprendizajes.
Es un déficit que si bien es cierto se agudizó con la pandemia del COVID-19 y otros fenómenos naturales en el país es un problema que viene arrastrándose de las últimas dos décadas, “pero cada año en vez de ir superando esos déficits, esos vacíos de aprendizaje más bien se van haciendo cada vez mayores”, resaltó.
La especialista, reseñó que antes de la pandemia se hablaba de un déficit de aprendizajes en comparación al referente de la región que es Costa Rica de un año y medio, pero actualmente ronda los dos años y medio, es decir que un niño que se graduó de sexto grado en el 2022, posiblemente estos aprendizajes están entre los de un niño de tercero a cuarto grado.
Finalmente, expuso que es un tema prioritario, y las causas a atender son múltiples, por lo que se tienen que comenzar acciones inmediatas al iniciar las clases.
Los expertos coinciden que la educación es clave para poder alcanzar otros muchos ODS, y será hasta que las personas puedan acceder a una educación de calidad, que se superen los altos índices de pobreza.
Con la pandemia la escolaridad promedio se revirtió al menos un año (lo que implica la pérdida del avance típico que el país lograba cada 10 años) y el ingreso per cápita cayó casi en un 10 %, según datos del Banco Mundial.
Otra herramienta de estudio que expone en sus mensajes clave la preocupación de la necesidad de mejorar la educación en el país es el Índice de Desarrollo Humano 2022.
Aquí se expone que, en las últimas tres décadas, la evolución en el Índice de Desarrollo Humano y sus componentes es cada vez más moderada. Y enfatiza que “en el plano subnacional, debe preocupar especialmente que el país se encuentre lejos de alcanzar los logros esperados en los aspectos básicos de este paradigma: esperanza de vida, educación e ingresos inclusive en los departamentos con mayor desarrollo humano”.
De igual forma los versados en la materia educativa recuerdan que está comprobado por organismos certificados como la UNESCO, que una educación de calidad justa y equitativa es la principal herramienta en el camino hacia el desarrollo.
De un sistema educativo robusto depende que haya menos desigualdad y que la población disponga de mejores oportunidades de empleo, profesionales preparados para un mercado laboral que exige altas competencias entre otros.
Pero las investigaciones muestran que sólo los países que invierten en cifras reales en educación logran un mayor índice de desarrollo y estabilidad, por lo que los gobiernos deben saber priorizar el Presupuesto General de la República.