Nueva York – El senador de origen cubano Bob Menéndez, otrora el latino de mayor influencia en la política estadounidense, concluye este martes su historia en el Congreso cuando se hace efectiva su renuncia presentada después de ser declarado culpable de 16 cargos de corrupción y soborno.
Este 20 de agosto supone el fin de la carrera política de cerca de 50 años que Menéndez construyó desde Nueva Jersey, en la que pudo posicionarse como una importante figura demócrata y el más destacado de la comunidad hispana, al convertirse en el primer latino en presidir el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Nacido en Nueva York, de padres cubanos que huyeron de la dictadura de Fulgencio Batista para instalarse en EE.UU., Menéndez se graduó y doctoró en Derecho en la Rutgers School of Law, lo que supuso todo un orgullo para su familia.
En reiteradas entrevistas el político, que habla muy bien español, destacó sus orígenes humildes, al ser hijo de una costurera y un carpintero, y como su empeño lo llevó a ser concejal, alcalde, representante a la Cámara y senador.
Desde el Congreso se erigió como un defensor de los derechos de la comunidad latina, abanderado de causas sociales y firme detractor del régimen castrista cubano.
También fue un férreo defensor de los inmigrantes. Menéndez encabezó varias apuestas para lograr una reforma migratoria, entre ellas el Proyecto de ley para la Seguridad Fronteriza, Oportunidades Económicas y Modernización Migratoria de 2013, un plan bipartidista de ocho senadores que proponía asegurar las fronteras y proveer un camino hacia la ciudadanía para los millones de inmigrantes indocumentados, que terminó hundiéndose.
Respaldó a capa y espada el programa de Acción Diferida para los Llegados a la Infancia (DACA) y se puso del lado de los jóvenes cuando el expresidente Donald Trump (2017-2021) quiso poner fin al beneficio.
Conocedor de los entresijos de la política nacional, Menéndez nunca desaprovechó oportunidades para posicionarse en asuntos internacionales relativos sobre todo a Latinoamérica, demostrando en un sinfín de ocasiones su rechazo al Gobierno cubano.
En 2009 pidió a EE.UU. que suspendiera su financiación a la OEA si Cuba se reincorporaba, y en 2016 promulgó una ley para limitar el acceso de Nicaragua a préstamos extranjeros.
Pero todo lo construido se vino abajo como un castillo de naipes cuando en julio pasado un jurado federal lo encontró culpable de soborno y corrupción como ‘agente extranjero’ para Egipto y Catar.
A cambio de, entre otras cosas, un Mercedes-Benz convertible valorado en 60.000 dólares para su esposa Nadine -de origen libanés, con la que se casó en 2020 y también involucrada en el caso- y de varios lingotes de oro valorados en 100.000 dólares.
Menéndez ya había estado en el ojo del huracán en 2015, cuando enfrentó otro juicio tras ser acusado de 14 cargos de corrupción, pero el jurado no logró ponerse de acuerdo sobre su culpabilidad.
En junio pasado, antes de que se diera un veredicto, Menéndez renunció al Partido Demócrata y lanzó su reelección como candidato independiente, carrera a la que puso fin el viernes pasado.
El gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, ha dicho que nombrará a su jefe de Gabinete, George Helmy, para ocupar el escaño que dejó el político hispano, mientras se elige un nuevo senador en las elección de noviembre próximo, en la que ninguno de los dos candidatos es hispano.
Menéndez tiene previsto apelar su condena y sus abogados presentaron una moción de 30 páginas pidiendo a la corte que anule el veredicto de culpabilidad argumentando que no hay evidencia fuerte que compruebe la acusación.
El oscuro ocaso de la carrera del político también podría afectar la de su hijo, el representante a la Cámara por Nueva Jersey Rob Menéndez, que busca reelegirse para su segundo mandato en noviembre próximo.