Ginebra – El trabajo forzoso en la economía privada está en expansión en el mundo y los traficantes han aumentado en los últimos años los beneficios ilegales que obtienen de este delito, que se elevan a 10,000 dólares por víctima, aunque esta cifra se dispara hasta más de 27,000 dólares por cada caso de explotación sexual comercial.
Esas cifras han podido ser establecidas a través de una investigación realizada por expertos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y cuyos resultados han sido difundidos este martes en Ginebra.
A nivel mundial y considerando todos los sectores de la economía privada, el trabajo forzoso genera 236,000 millones de dólares en beneficios anuales, 64.000 millones o un 37 % más que hace diez años.
El crecimiento de estas ganancias ilegales se explica por el aumento del número de personas obligadas a trabajar y a aceptar condiciones que, muchas veces sin saberlo, les llevan a caer en redes de traficantes y criminales que se quedan con los salarios que legítimamente les pertenecen.
En el caso de los trabajadores migrantes, el dinero es tomado por los traficantes directamente de las remesas que envían a sus familias en sus países de origen.
Los mayores beneficios también se deben al hecho de que éstos han aumentado por cada víctima, pasando de 8.269 dólares en 2014 (ajustados a la inflación) a 10.000 dólares en la actualidad.
La explotación sexual representa dos tercios (73 %) de todos esos beneficios, a pesar de que las víctimas son el 27 % del total.
La razón es la enorme diferencia de beneficios que el crimen organizado obtiene de una víctima de explotación sexual comercial, que superan los 27,000 dólares, frente a los casi 3,700 dólares que obtienen por otras formas de explotación laboral privada.
Entre estas últimas, figuran como las más «rentables» para las mafias el trabajo forzado en el sector industrial (minas, canteras, fábricas y actividades de construcción), en los servicios (restauración, cuidado de personas, transporte y almacenamiento, entre otros) , la agricultura y el trabajo doméstico.
Por regiones, cerca de un tercio de las ganancias ilegales del trabajo forzoso se realizan en Europa y Asia Central (84,000 millones), seguidas de Asia y el Pacífico (62,000 millones), América (52,000 millones), África (20,000 millones) y los países árabes (18,000 millones).
El trabajo forzoso no es, según el estudio de la OIT, un problema tan marginal como se podría pensar, ya que según las últimas cifras globales disponibles, 27.6 millones de personas son víctimas de esta situación, lo que equivale a 3.5 personas por cada mil, de las cuales 23.6 millones o el 85 % corresponden a casos en el sector privado.
El resto (3.9 millones de trabajadores forzados) se refiere a trabajo impuesto por un Estado. EFE