Tegucigalpa – La delegación regional del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para México y América Central presentó su balance humanitario 2021, en el que exhorta la aprobación de la Ley para la Prevención, Atención y Protección de las Personas Desplazadas Forzadamente en Honduras.

– En Honduras la acciones humanitarias de la CICR y la Cruz Roja Hondureña benefició a más de 30 mil 200 personas durante el 2020.

“Este año, Honduras tendrá elecciones generales y antes de que termine la actual legislatura es necesario dar un mayor impulso y relevancia a la discusión, aprobación y reglamentación de algunas leyes con gran impacto humanitario como ser la Ley para la Prevención, Atención y Protección de las Personas Desplazadas Forzadamente, así como la Ley de Uso de la Fuerza para las instituciones y funcionarios encargados de hacer cumplir la ley” mencionó Karim Khallaayoun, Jefe de Misión del CICR en Honduras.

Además el CICR planteó su preocupación por una exacerbación de las necesidades humanitarias para este año en la región, debido a los impactos generados por la COVID-19 y los huracanes en América Central, que hicieron mucho más vulnerables a comunidades ya afectadas por la violencia.

Para superar estos tiempos difíciles, se necesita una acción coordinada entre organizaciones humanitarias, estados y sociedad civil que contribuya a superar la pandemia y disminuir los impactos de la violencia, destaca el informe.

“La gran esperanza para atajar esta pandemia es, sin duda, la vacunación. Ahora que existen avances positivos en este campo, es vital que las vacunas sean distribuidas de manera universal, gratuita, sin discriminación y que lleguen con premura a los más desamparados”, aseguró Jordi Raich, jefe de la Delegación Regional del CICR para México y América Central.

“Es fundamental que las vacunas sean distribuidas de manera equitativa y que no generen nuevas desigualdades. Esto significa que dentro de los grupos vulnerables los gobiernos deben contemplar y reafirmar la inclusión de las personas migrantes, desplazadas y de personas privadas de libertad”, continuó.

Raich añadió que uno de los retos más urgentes a nivel regional y mundial es atajar la pandemia que amplía las desigualdades y acentúa las consecuencias de la violencia. “Las vacunas llegaron. De nosotros depende si nos salvan a todos, porque nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo”.

El jefe del CICR en México y América Central reconoció que acabar “con la otra epidemia”, la de la violencia, impone un reto mucho más complicado y demanda acciones urgentes en el corto plazo y sostenidas a lo largo del tiempo. Mostró su preocupación por que las consecuencias visibles e invisibles asociadas a la violencia, como homicidios, desapariciones, el desplazamiento interno, las restricciones al movimiento, la extorsión, la dificultad de acceso a servicios básicos como la salud y las afectaciones a la salud mental y física; persisten en toda la región.

El 2021, aseguró, será un año de grandes retos para la respuesta humanitaria en zonas donde las tasas de violencia continúan imprimiendo sufrimiento a las personas: “la posibilidad de un aumento de la desigualdad, el desplazamiento, los flujos migratorios -y con ello- el riesgo de separación de familias y aumento de casos de personas desaparecidas es latente”.

Balance humanitario

En la presentación del balance humanitario se resumió la labor que el CICR lleva adelante en la región junto con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja, autoridades y organizaciones de la sociedad civil. A su vez, planteó los principales retos humanitarios en México y América Central durante este 2021. En esta región, la institución cuenta con oficinas permanentes en Ciudad de México, Tegucigalpa y San Pedro Sula (Honduras), San Salvador, Ciudad de Guatemala y Managua (Nicaragua).

El año pasado, gracias a la acción coordinada con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja en la región, el CICR apoyó de manera directa a más de 200 mil personas, otros cientos de miles fueron beneficiados por nuestra acción indirecta en apoyo a otras organizaciones, como resultado de procesos de incidencia o gracias a cambios estructurales generados por nuestras intervenciones, subraya el informe.

Durante 2020, el CICR llevó a cabo en la región 89 visitas a 39 lugares de detención, incluyendo estaciones migratorias, beneficiando a más de 40 mil personas privadas de la libertad; facilitó el restablecimiento o el mantenimiento del contacto entre familiares con llamadas gratuitas a más de 66 mil personas; facilitó un lugar seguro y alimentación a 472 personas desplazadas internas por la violencia en El Salvador y Honduras; facilitó la rehabilitación física, a través de órtesis y terapias, de más de mil 227 personas (migrantes y víctimas de violencia). También permitió que 39 mil 190 migrantes fueran albergados en espacios más dignos gracias a la donación de materiales de construcción, desinfección, equipo de protección personal o apoyo en construcción de infraestructura de 45 albergues y que 50 mil 775 personas privadas de libertad tuvieron acceso a agua limpia, materiales de higiene y desinfección gracias a la adecuación de 42 centros penales en la región.

Asimismo, acompañó a 104 colectivos de familiares de personas desaparecidas en su búsqueda en México y América Central; contribuyó -junto con las Sociedades Nacionales- a la localización con vida de 192 personas que desaparecieron especialmente en contextos de migración, desastre o violencia; brindó 31 mil 888 asistencias médicas a población migrante a través de 12 puntos de asistencia operados por las Sociedades Nacionales de México, Honduras y Guatemala, y profundizó su diálogo sobre estándares internacionales aplicables al uso de la fuerza y con oficiales de las fuerzas armadas y de seguridad, por mencionar algunas acciones específicas.

La institución también donó más de 15 mil insumos de higiene y desinfección para prevenir la COVID- 19 en albergues, lugares de detención, centros de salud, y entre comunidades afectadas por la violencia.

En el 2020, la acción humanitaria en Honduras llevada a cabo junto con la Cruz Roja Hondureña y el Movimiento Internacional de la Cruz Roja benefició de manera directa a 30 mil 200 personas, entre ellas, comunidades afectadas por la violencia, personas desplazadas internamente, migrantes retornados y en tránsito, familiares de migrantes desaparecidos, personal médico y prehospitalario, personas privadas de libertad, entre otros.