Nueva York – El perro de una pintora de Brooklyn, la mascota de una actriz de Manhattan o un grupo de amigos y sus canes de Queens son algunos de los protagonistas de las historias de «City of Dogs» (La ciudad de los perros), un libro de Ken Foster que invita a descubrir de una forma diferente Nueva York y sus barrios.
«Una de las cosas que espero con el libro es atraer a la gente a la que le gustan los perros y le gusta Nueva York, pero también espero que la gente vea que hay otros barrios que no conocía, todos estos lugares que se pueden visitar», asegura Ken en una entrevista con Efe antes de una presentación de su libro en una librería de Queens.
Ken, un «obsesionado de los perros», ha reunido en total 40 historias acompañadas de las imágenes de la fotógrafa Traer Scott, que ha dedicado su carrera a inmortalizar animales con su cámara.
«City of Dogs» (Ed. Avery-Penguin Group) refleja las relaciones entre perros y sus dueños en la intensa ciudad de Nueva York, sobre la que mucha gente piensa «que tiene que ser horrible para un perro», algo que Scott y Foster rechazan.
«Mucha gente no se puede ni imaginar lo increíble que es la vida de muchos perros en Nueva York», dice Ken, que vive con nueve mascotas caninas en su casa.
Originario del ajetreado y masificado Manhattan, Ken trabajó más de tres años en una organización para ofrecer atención veterinaria a las familias del barrio del Bronx que no podían permitírselo.
«El proyecto nació de este trabajo (…) sobre lo que aprendí de este barrio, que no conocía, a través de la gente que fui conociendo y de las mascotas», explica el escritor, que viste una camiseta con el dibujo de un perro de un amigo.
Desde ahí, a través de conocidos, centros de acogida de perros y las redes sociales, fueron dando con los protagonistas de sus pequeñas historias.
Cuatro de ellas son Christina y Amy y sus mascotas Kally y Charlie, que se han acercado a la presentación del libro, celebrada en un ambiente distendido en la librería «Culture», donde los perros no pueden resistirse a olisquear entre las estanterías y el mobiliario.
Ambas son parte de un grupo que queda habitualmente para pasear a sus perros en Long Island City, asegura a Efe Christina, que confiesa que esta actividad «es una de las principales razones por las que me quedo a vivir en Queens».
Y es que Ken y Traer están convencidos de que en una ciudad «tan grande» como Nueva York, «donde todo se intensifica», la vida con una mascota mejora la calidad de vida.
«La gente que vive con un perro en la ciudad vive una vida mejor porque tienes que ser más activo, tienes que organizarte un poco y exploras sitios que de otra forma no conocerías, porque das paseos largos hasta otros vecindarios y conoces a gente que no conocerías de otra manera, porque se paran con tu perro», explica Ken.
Para Traer, los perros son como un tipo de ancla que en los momentos más difíciles obligan a las personas a mantenerse ocupados, cuidándolos, una idea que se repite a lo largo del libro.
Como no podía ser de otra manera, la gentrificación es otro de los temas recurrentes en «City of Dogs».
«Nueva York siempre ha sido un sitio en el que todo el mundo habla del coste de la vivienda y todo el mundo pregunta cuánto pagas y dónde vives», dice Ken.
Traer, que ha trabajado como voluntaria en refugios para perros, insiste en que la mayoría de los casos de abandono de animales es, precisamente, por la mudanzas.
Entre rincones desconocidos como la playa de City Island del Bronx; historias entrañables como las de Samuel, un niño adoptado de la República Democrática del Congo que se apegó a la mascota de su nueva familia tras un primer rechazo; o historias curiosas como la de Aster, que decidió que Ariella era la mujer de su vida cuando su perro Motor le dio un beso en su primera cita; las fotos y los textos de Traer y Ken van dibujando su particular tapiz de la ciudad.
En Manhattan los perros son «más cosmopolitas» y tienden a ser más pequeños, frente a los del Bronx, donde el espacio permite a sus dueños tener más mascotas y de mayor tamaño.
En Long Island «los perros y la gente con la que nos encontramos estaban más relajados». Queens es el barrio con más diversidad de perros y de personas, y en Brooklyn, según Ken, la gente intenta vivir como se imagina que era Manhattan antes de que la especulación echara a sus antiguos moradores y después a los artistas.