Washington – La victoria del candidato demócrata a la Presidencia de EE.UU., Joe Biden, supone el «comienzo del fin» de la era de Donald Trump, el empresario metido a político que en cuatro años ha dividido al país, ha sacudido las bases republicanas y deja una crisis múltiple que deberá resolver su sucesor.
Pese a las numerosas demandas que ha presentado su equipo legal a medida que se hacía más previsible su derrota para desafiar el proceso electoral e impedir que se contasen ciertos votos por correo, nadie pone en duda, excepto él y sus incondicionales, la validez de las elecciones del pasado martes.
Y el motivo es que nadie ha podido identificar los motivos del fraude que viene denunciando desde antes de las elecciones, en una estrategia de poner la venda antes de la herida que ya preparó en las elecciones de 2016, aunque en esa ocasión no tuvo que ponerla en práctica debido a la derrota de su rival, Hillary Clinton, por el envenenado sistema de Colegio Electoral, aunque no por voto popular.
TODO MENOS VERSE COMO PERDEDOR
Pese a que los resultados de las elecciones confirman cada vez más claramente su derrota, dado su carácter, no se espera que Trump la vaya a admitir, y lo más probable es que insista en la vía legal para dar la vuelta a una situación que se presenta irreversible.
«Nadie parece poder identificar por ahora las bases de las acusaciones de fraude en el proceso de elecciones, ni en el Partido Republicano (…) vamos a pasar unos tiempos difíciles desde ahora hasta que el presidente electo Biden asuma la Presidencia, el 20 de enero», dijo a Efe Pope McCorkle, profesor de la escuela de Política Pública de la Universidad Duke, en Carolina del Norte.
El Partido Republicano parece haberle dado ya la espalda en la vía de recursos legales y hasta «extralegales» que ha emprendido Trump a la desesperada, que representan poner en entredicho el propio sistema electoral y democrático estadounidense.
«Va a pasar algún tiempo hasta que el Partido Republicano admita la derrota, y no creo que el presidente Trump lo haga nunca, pero el Partido no parece estar apoyándolo» porque tampoco ven sus denuncias justificadas, aseguró McCorkle.
Por lo pronto, Trump deja confundiddo y sin un norte claro a un Partido Republicano que al principio dudó en prestarle su apoyo y luego se subió al carro del poder tras su triunfo electoral de 2016.
«En otras situaciones en las que ha estado perdido o ante un desafío, el partido se reorganiza con cosas genéricamente diferentes o con ajustes. Quizá el Partido Republicano sólo necesite ajustes para librarse de los excesos personales del presidente Trump», dijo el experto, que puso en duda que la situación sea «desesperada».
POSIBLE ALEJAMIENTO DE LOS REPUBLICANOS
McCorkle anticipó un alejamiento de los republicanos de las posturas y quejas de Trump, porque su permanencia, presencia y actividad «van a ser más un problema» para el partido que otra cosa.
Y respecto al país, Trump lo dejará más dividido y radicalizado que hace cuatro años, debido a su solapado apoyo a los grupos racistas, extremistas de derecha, creyentes de conspiraciones, xenófobos e intolerantes que le han prestado su apoyo ciego.
Estos respaldos han alimentado en parte también el nacimiento de movimientos como «Black Lives Matters» (Las vidas negras importan), mientras que su gestión de la pandemia del coronavius y su desdén por el cambio climático han separado también a la sociedad.
El uso de mascarillas para evitar la covid-19 se ha convertido, incluso para muchos, en una declaración política, siguiendo su ejemplo, ya que durante meses se negó a ponérselas.
TRUMP, AMPLIFICADOR DE LA POLARIZACIÓN
Estados Unidos «siempre ha estado dividido en dos posiciones ideológicas opuestas», recordó en conversación con Efe la profesora Silvia Pedraza, quien indicó que con Trump eso se ha exacerbado.
«El nivel de polarización que tenemos ahora es realmente extraordinario y no creo que sea saludable», agregó Pedraza, del Departamento de Sociología y Cultura Estadounidense de la Universidad de Michigan.
Según la investigadora, tras la Presidencia de Trump «lo que es nuevo es que el centro parece haber desaparecido».
«Ahora el Partido Demócrata se ha ido muy a la izquierda con el impulso de Bernie Sanders y (Alexandria) Ocasio-Cortez, y el Partido Republicano se ha ido muy a la derecha con el impulso de los evangélicos», dijo la experta.
Ante este panorama, Biden tiene enormes retos que afrontar inmediatamente, como la recuperación económica, controlar la pandemia y unir a la sociedad, problemas que, exceptuando el primero, parecen no haber recibido la suficiente atención por parte de Trump, lo que ha podido costarle la presidencia.