Un especialista realiza una prueba del coronavirus. EFE/ Orlando Barría/Archivo

Sacramento (CA) – Los pacientes entran en las clínicas comunitarias de la doctora Melissa Marshall, en el norte de California, con síntomas reveladores. Tienen problemas para respirar, tos y dolor de garganta.

¿Un caso claro de COVID-19? No tan rápido. Esta es una región de incendios forestales.

A lo largo de la costa oeste, hospitales y centros de salud reportan pacientes con problemas relacionados con la inhalación de humo.

A medida que los incendios se propagan de forma descontrolada, por el calor seco y los fuertes vientos, el humo y las cenizas se expanden y se asientan en zonas costeras como San Francisco, y en ciudades y pueblos a cientos de kilómetros tierra adentro, haciendo que el cielo se vuelva naranja o gris y dificultando incluso la respiración normal.

Pero eso, dijo Marshall, es sólo una parte del desafío. Los centros, que ya están al límite de suministros para hacer pruebas y de equipos de protección personal (EPP), deben descartar primero la presencia de COVID-19 en estos pacientes, porque muchos de los síntomas que presentan son los mismos que los que causa el virus.

¿SERÁ COVID-19?

«Obviamente, existe una coincidencia en los síntomas», señaló Marshall, que es CEO de CommuniCare, una red de seis clínicas en el condado de Yolo, cerca de Sacramento, que trata principalmente a pacientes con poca cobertura o sin seguro médico. «Cada vez que alguien llega con algunos de esos síntomas, nos preguntamos, ‘¿Es COVID?’ Clínicamente hablando, debo descartar el virus».

El protocolo es tratar los síntomas, cualquiera que sea su causa, y recomendar que el paciente se ponga en cuarentena hasta que lleguen los resultados de las pruebas del virus, afirmó Marshall.

Es una escena que se repite en numerosos hospitales. Administradores y médicos, atentos a la rápida propagación de COVID-19, no se arriesgan cuando observan síntomas que podrían revelar al virus.

«Hemos visto un aumento en el número de pacientes que llegan a la sala de emergencias con problemas respiratorios», expresó la doctora Nanette Mickiewicz, presidenta y CEO del Dominican Hospital en Santa Cruz.

«Al llegar con síntomas que podrían ser de COVID-19, tratamos a estos pacientes como lo haríamos con cualquier persona sospechosa de coronavirus hasta que podamos descartarlos con nuestro proceso de detección». Durante el proceso, los síntomas más específicos de COVID-19, como la fiebre, se harían evidentes.

Para los trabajadores de Dominican, el tema pronto se vivió con urgencia. Los condados de Santa Cruz y San Mateo han sido los más afectados por los incendios del CZU Lightning Complex, que hasta el 10 de septiembre habían quemado más de 86.000 acres, destruyendo 1,100 edificios y amenazando a otros 7.600. Casi un mes después de que comenzaran, los incendios fueron contenidos en un 84 %, pero miles de personas permanecían evacuadas.

HOSPITALES

Dominican, un hospital de Dignity Health, permanece «abierto, es seguro y proporciona atención médica», aseguró Mickiewicz. Múltiples tiendas de campaña, levantadas en el exterior del centro, sirven como una extensión de la sala de espera para el servicio de Urgencias. También se utilizan para llevar a cabo lo que se considera una función esencial: separar a los que tienen síntomas de COVID-19 de los que no.

En los dos hospitales del condado de Solano, operados por NorthBay Healthcare, la trayectoria de algunos de los incendios forestales llevó a los funcionarios a revisar sus procedimientos de evacuación, explicó el vocero Steve Huddleston. Al final, no hubo necesidad de evacuar a los pacientes, y los nuevos llegaron con síntomas parecidos a los de COVID que, en realidad, podían deberse a la inhalación de humo.

Huddleston dijo que el proceso de admisión de NorthBay «requiere que cualquier persona con síntomas de COVID se considere sospechosa para el coronavirus, lo que significa que son separados, examinados y manejados por personal con EPP».

En los dos hospitales, que hasta ahora han tratado casi 200 casos de COVID, el protocolo está bien establecido.

Los hospitales de California, aunque en su mayoría no están saturados, se enfrentan a múltiples problemas que normalmente sólo se presentan de forma esporádica.

En el condado de Napa, el hospital Adventist Health St. Helena evacuó a 51 pacientes en una sola noche de agosto ante la cercanía del fuego, trasladándolos a otros 10 centros según sus necesidades y la disponibilidad de camas. Tras un cierre de 10 días, se permitió la reapertura del hospital al finalizar las órdenes de evacuación, ya que el incendio se había contenido.

Los incendios forestales también afectan de manera personal a los trabajadores de salud. La doctora Marshall, de CommuniCare, perdió la casa de su familia en la zona rural de Winters, junto con 20 acres de olivos y otras plantaciones que la rodeaban, en los incendios del 19 de agosto que arrasaron el condado de Solano.

«Lo llamaron un ‘fogonazo'», contó Marshall. Una confluencia de tres incendios que se desató fuera de control, arrasando miles de acres. Con su familia a salvo y una vivienda temporal proporcionada por un amigo, volvió al trabajo. «Nuestras clínicas interactúan con una población muy vulnerable», dijo, «y este es un momento crítico para ellos».

Mientras pensaba en cómo reconstruiría su hogar, la doctora debió enfrentarse a otra crisis: la escasez de suministros de la clínica. El mes pasado, CommuniCare sólo contaba con 19 kits para pruebas de COVID, y la escasez de hisopos era tal «que literalmente nos dirigimos a nuestros amigos veterinarios en busca de refuerzos», explicó.

Mientras tanto, los resultados de las pruebas de COVID de la clínica tardaban casi dos semanas en llegar, desde un abrumado laboratorio exterior, haciendo que el rastreo de contactos fuera casi inútil.

LLEGA LA GRIPE

Esas situaciones ya están controladas, al menos temporalmente, aseguró Marshall. Y aunque la Costa Oeste se encuentra en la época más peligrosa del año para los incendios forestales, generalmente de septiembre a diciembre, ahora surge otra complicación para los proveedores de salud: la temporada de gripe.

Las tendencias de la temporada de gripe en el hemisferio sur, que coincide con nuestros meses de verano, por lo general predicen lo que nos espera en los Estados Unidos. Pero este año, se ha visto muy poco de la enfermedad, presumiblemente debido a la restricción de los viajes, el distanciamiento social y el uso de máscaras. Y es demasiado pronto para saber lo que traerá la temporada de gripe a los Estados Unidos.

«Se pueden empezar a ver algunos casos de gripe a finales de octubre», apuntó Marshall, «y la realidad es que van a llegar con una serie de características que también podrían ser sintomáticas de COVID. Y nada cambia: tienes que descartarlo, para eliminar el riesgo».