Managua – La Conferencia Episcopal de Nicaragua expresó este jueves su preocupación por la crisis migratoria que sufre el país, la cual, valoró, «es reflejo de un drama humano que nos interpela», y a su vez celebró el regreso de las actividades presenciales tras la pandemia.

«Los motivos de alegría no nos impiden reconocer las preocupaciones que tenemos sobre el acontecer social, político y económico de nuestra patria. Sobre todo, entre otros, la crisis migratoria, que es reflejo de un drama humano que nos interpela», señaló el Episcopado nicaragüense en su mensaje anual de Adviento, uno de los más esperados por los católicos nicaragüenses.

Entre el 1 de octubre de 2020 y el 30 de septiembre de este año, las autoridades de Estados Unidos detuvieron a 239.469 migrantes nicaragüenses indocumentados, una cifra sin precedentes, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés).

Esos 239.469 migrantes nicaragüenses representan un 3,9 % de la población total de Nicaragua, estimada en 6,6 millones de habitantes.

PIDEN HACER DE NICARAGUA «UN PAÍS DE HERMANOS»

En su mensaje, los obispos nicaragüenses también abogaron por hacer siempre el bien y caminar juntos como hermanos.

«Todos debemos de caminar juntos, nadie debe quedarse atrás; todos debemos tener las posibilidades de desarrollarnos y hacer de Nicaragua un país de hermanos», resaltó el Episcopado.

«Busquemos siempre hacer el bien, de forma que cada vez hablemos más como hermanos y dejemos fuera el individualismo», instó.

Nicaragua lleva 55 meses en una crisis política y económica, que en 2018 dejó al menos 355 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque organismos locales elevan la cifra a 684 y el Gobierno del presidente Daniel Ortega reconoce 200.

La crisis se acentuó en las elecciones generales del 7 de noviembre de 2021, en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.

DOS OBISPOS NO FIRMARON MENSAJE

La Conferencia Episcopal, que medió entre el Ejecutivo de Ortega y la oposición para superar la crisis que estalló en abril de 2018, no hizo referencia en su mensaje a los casi 10 sacerdotes que permanecen en prisión, incluyendo al obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, ambas en el norte de Nicaragua, Rolando Álvarez, acusado de rebelde.

Álvarez, miembro del Episcopado, al igual que el obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua y exiliado en EE.UU., Silvio Báez, y no firmaron el mensaje episcopal, el primero por estar bajo arresto domiciliario y el segundo fuera del país.

El mes pasado, el presidente Ortega arremetió contra la Iglesia católica que dirige el papa Francisco, la acusó de no practicar la democracia, de ser una «dictadura» y una «tiranía perfecta» y de haber utilizado «a sus obispos en Nicaragua para dar un golpe de Estado» a su Gobierno en el marco de las manifestaciones que estallaron en abril de 2018 por unas controvertidas reformas a la seguridad social.

El arresto del obispo Álvarez y los otros ocho sacerdotes es el capítulo más reciente de un último año especialmente convulso para la Iglesia católica de Nicaragua con el Gobierno de Ortega, quien ha tildado de «golpistas» y «terroristas» a los jerarcas.

Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años.