Denver (CO) – Un nuevo documental, presentado este miércoles al público en su versión extendida, revela la vida de la mexicana Rosa Sabido, desde hace cuatro años en santuario para evitar ser deportada en una pequeña iglesia del sur de Colorado, donde aún aguarda una respuesta del Gobierno federal que resuelva su situación.
“Busqué santuario en una iglesia por la amenaza de deportación y de separación familiar durante la Administración del presidente (Donald) Trump. Y creí que el presidente (Joe) Biden me dejaría libre en enero pasado luego de las nuevas políticas migratorias que él anunció al principio de su presidencia. Pero aquí estoy, atrapada”, dijo a Efe Sabido, de 56 años, vía correo electrónico.
“Se lavan las manos en este conflicto, pero no se puede ser neutral”, agregó.
Sabido llegó a Estados Unidos en 1987 con una visa especial para visitar a su madre y decidió quedarse más allá del tiempo establecido en ese documento. En 2001 comenzó a gestionar su presencia legal en el país y obtuvo un permiso que se le renovó cada dos años hasta 2017, cuando se ordenó su deportación.
Por eso, el 2 de junio de 2017 Sabido ingresó a la Iglesia Metodista Unida de Mancos, una pequeña localidad en el sur de Colorado, creyendo que su caso se resolvería en tres meses. Obviamente, eso no sucedió.
Luego, hace un par de años, la productora de documentales Liz Scherffius, de Nueva York, llegó a Mancos para visitar a su padre, que vive en una comunidad rural de la zona, y se enteró de la situación de Sabido.
Scherffius pasó una semana conviviendo en la iglesia con Sabido y el resultado fue un documental de 19 minutos titulado “Este es mi hogar”, sobre “lo que significa vivir con miedo de deportación después de décadas de tratar de navegar el sistema migratorio”.
El documental se presentó en su versión inicial en el festival MountainFilm en Telluride, Colorado, en 2019, donde fue seleccionado como “el cortometraje más popular”.
En aquel momento, unas 50 personas estaban en santuario en Estados Unidos. En 2020, el número se redujo a 40 y en la actualidad, según el Movimiento Santuario Nacional, quedan unos 20 inmigrantes alojados en iglesias.
Más allá de esas estadísticas, lo importante, dijo Scherffius, es que “Rosa no está sola” y que ella, “con su historia y sus palabras, representa la complejidad del sistema migratorio de Estados Unidos”.
El documental se enfoca en dos preguntas clave: ¿qué significa tener un hogar? y ¿quién merece tenerlo? Durante la Administración de Trump (2017-2021), las iglesias se transformaron en el “hogar” de numerosos inmigrantes. Sin embargo, dado que aún quedan personas en santuario a pesar del cambio presidencial, “la historia de Rosa todavía debe ser escuchada”, comentó Scherffius.
En el cortometraje se ve a Sabido cocinando pollo con chile, o preparando tacos y burritos. Hablando en inglés, la mexicana explica que desde hace algún tiempo y con ayuda de la comunidad local vende lo que cocina para generar ingresos y pagar sus cuentas, incluyendo su casa que aún tiene en la cercana localidad de Cortez y el cuidado de sus mascotas.
Sabido también muestra su altar, donde mantiene imágenes de otras personas en santuario y de su familia, especialmente su madre, rezando por ellos “todos los días”.
El documental es uno de los elementos, junto con actividades de recaudación de fondos y movilizaciones públicas (como caravanas de carros), de la iniciativa “Liberación de Rosa” que pide que se le otorgue la residencia permanente a la mexicana.
“¿Puede el presidente Biden liberar a Rosa del santuario? ¿podrán hacerlo algunos de los proyectos de ley ahora considerados por el Congreso? ¿podrá Rosa recibir ayuda de algún congresista? ¿y cómo podemos nosotros ayudar a Rosa en su búsqueda de justicia? Esas son las preguntas que debemos hacernos”, aseveró Scherffius.
Rosa Sabido ya había sido parte de otro documental, creado en enero de 2019 por Laurel Smith, de la Universidad de Denver, en el que también aparecían otras tres mujeres entonces (pero ya no ahora) en santuario en Colorado: Sandra López (mexicana), Araceli Velásquez (salvadoreña) e Ingrid Encalada Latorre (peruana).