Bogotá – La Alcaldía Mayor de Bogotá desalojó el martes a los últimos 83 migrantes venezolanos que residían en un campamento humanitario en Bogotá, entre los que se encontraban 19 menores de edad y una mujer embarazada.
El operativo del desalojo se inició a las 06.00 hora local (11.00 GMT) y en él participaron un total de 230 funcionarios municipales, entre los que se encontraba un equipo de atención psicológica.
Las 23 carpas amarillas estaban instaladas en un campo de fútbol, tenían el emblema de la alcaldía y los suelos eran cartones.
En cada una de ellas residía una de las familias, que sacaron en bolsas sus pertenencias.
«Se siente mucha tristeza, deseo gritar, desestresarme de alguna manera, gritando, y así como lo siento también lo siente mi familia, mis hijos», explicó a Efe Ricardo Florís, uno de los migrantes que residía en el campamento.
Florís se mostró agradecido con la Alcaldía por la asistencia prestada: «Es bastante lo que nos dieron. Me siento agradecido a todas esas personas que nos han atendido, por brindarle apoyo a nuestros hijos».
Sin embargo, no todo era optimismo entre los migrantes, algunos de ellos, que prefirieron no dar sus nombres, criticaron las condiciones en las que estaban y los alimentos que les suministraron.
También aseguraron que ayer hubo funcionarios de la embajada venezolana en el campamento humanitario para ver si alguno de los residentes quería regresar a su país.
Ricardo Florís señaló que en Venezuela «la situación es bastante difícil, lo sabe el mundo entero».
«Salimos de nuestro país por la necesidad de encontrar un mejor vivir, un porvenir. La situación económica no está muy bien, se nos hace difícil alcanzar muchas cosas», sentenció.
Los migrantes que habitaban en el campamento provenían de un asentamiento ilegal cerca a la terminal de transportes de Bogotá, desde donde llegaron el 13 de noviembre.
Ese mismo día, la cifra de venezolanos en el campamento se elevó hasta los 500.
La gerente de atención a venezolanos en Bogotá, María Angélica Trujillo, explicó a Efe que todos los migrantes «tienen definidos sus destinos».
«Hemos venido haciendo una campaña de sensibilización permanente para que puedan conocer cuál es la oferta de servicios que tiene la alcaldía», señaló.
Florís y los siete miembros de su familia que le acompañan pasarán la noche en una habitación hasta que puedan arrendar un apartamento.
«No tengo trabajo en este momento pero tengo la fe y la esperanza de que sí que lo voy a conseguir», argumentó.
El desalojo se produjo sin incidentes y todos abandonaron el lugar de forma voluntaria.
«Una condición que todos aceptaron en el momento del ingreso en el campamento era firmar un acta de compromiso para que ellos salieran de este lugar máximo el 15 de enero», detalló Trujillo.
La gerente añadió que a todas las familias que tienen menores a su cargo se les ofreció un alojamiento provisional «con el fin de que puedan tener un hogar en el que habitar en buenas condiciones».
Aun así, especificó Trujillo, «algunas familias no los han tomado en la medida que ya tienen lugares donde habitar y van a continuar hasta ese destino o hacia otros países».