Fotografía cedida por la la compañía Q6 Cyber donde aparece su vicepresidente ejecutivo, Robert Villanueva, quien ha intervenido en un panel de la conferencia CELAES, que reúne desde hoy en Miami a unos 600 ejecutivos de banca internacional con especialistas internacionales en lucha contra la delincuencia cibernética. EFE/Q6 Cyber

Miami – El especialista en seguridad cibernética Robert Villanueva, que trabajó 25 años en el Servicio Secreto de EE.UU., dijo hoy a Efe que muchos bancos, empresas e instituciones en América Latina se encuentran en una situación «horrible» de indefensión ante el cibercrimen.

Villanueva, hoy vicepresidente ejecutivo de la compañía Q6 Cyber, señaló que los maleantes del mundo virtual conocen la falta de «sofisticación» de las medidas de protección del sector financiero en América Latina y, por eso, se ceban en esas entidades.

Su compañía, con sede en Hollywood (Florida) y en la que trabajan analistas estadounidenses e israelíes, ha interceptado comunicaciones de maleantes cibernéticos que estaban planificando ataques en entidades en América Latina que carecen de los recursos necesarios para protegerse a si mismas y a sus clientes.

Después de haber intervenido en un panel de la conferencia CELAES, que reúne desde hoy en Miami a unos 600 ejecutivos de banca internacional con especialistas internacionales en lucha contra la delincuencia cibernética, Villanueva admitió que es imposible acabar con unos delincuentes especializados, coordinados y siempre en la vanguardia tecnológica.

Frente a ellos solo cabe la prevención y para ello hay que estar al día y hacer «inteligencia proactiva». «No hay que esperar a ser la siguiente víctima» de unos delincuentes cuyos daños se cuentan por miles de millones de dólares al año, subraya.

Si se le pide que compare la magnitud del cibercrimen actual con el que había en 2002, cuando él empezó a trabajar en estos temas dentro del Servicio Secreto, la conclusión es que ahora el problema «se ha multiplicado exponencialmente» y va a peor.

Estos delincuentes, que actúan individualmente o en bandas, tienen capacidad para introducirse por cualquier grieta de seguridad que encuentren en las computadoras de individuos y en los sistemas de bancos, empresas e instituciones.

A veces combinan lo virtual con lo físico y pone como ejemplo el reciente caso del banco Cosmos de la India, al que le robaron 13 millones de dólares a través de la red de cajeros automáticos.

En primer lugar los ciberdelincuentes lograron desde sus computadoras eliminar las restricciones de entrega de dinero de los cajeros automáticos y después enviaron a personas a sacar fondos de cuentas del Cosmos en 26 países.

Son miles de personas las que se dedican al cibercrimen en todo el mundo, algunas trabajan durante el día en empresas tecnológicas y por la noche son «hackers», pero la mayoría se dedican a este lucrativo negocio a tiempo completo, dice este conocedor.

Lo normal es que empiecen de jovencitos y que se jubilen en torno a los 40 años. El producto de sus robos, que suma en todo el mundo miles de millones al año, lo invierten generalmente en bienes raíces, dice Villanueva, de origen cubano.

A su juicio, el mejor consejo para prevenir ataques tanto para individuos como para entidades es no abrir correos desconocidos y no hacer «click» en enlaces sin estar totalmente seguros de lo que son.

La conferencia CELAES 2018, que concluye mañana en Miami, es organizada por la Asociación de Banqueros Internacionales de la Florida (FIBA) y la Federación Latinoamericana de Bancos (FELABAN).

En CELAES 2018 se aborda desde diversos ángulos el problema de los ataques cibernéticos al sector financiero, así como las soluciones.

Un estudio de la Organización de Estados Americanos (OEA) señala que al menos nueve de cada diez entidades bancarias de la región han sufrido «incidentes cibernéticos» en el último año.

Otros datos del informe publicado a fines de septiembre son que el 37 % de los bancos de la región fue víctima de ataques que resultaron efectivos y que el 39 % de los incidentes no son reportados, aunque en el caso de las entidades bancarias de mayor tamaño la incidencia baja hasta el 19 %.