Tegucigalpa – “Cuando uno sale de su país es para lograr algunas metas, pero en ese trayecto también perdemos”, manifestó Dolores Rivera una hondureña de 61 años quien hoy se juega la vida haciendo labores de limpieza en los quirófanos del Hospital de Santa Catarina, en la ciudad de Salt, Girona, España, una región muy afectada por la pandemia del COVID-19.

– En una amplia conversación, Dolores habló de su difícil viaje a España, sus trabajos a lo largo de 20 años, el dolor de la pérdida de uno de sus hijos y del riesgoso trabajo en un hospital fuertemente afectado por el COVID-19, además de la estigmatización que sufre el personal de salud.

– Agradeció el acompañamiento de amigos en los momentos difíciles, hubo momentos en que sentía que lo perdía todo. Dio gracias a la Cancillería de la República, por el respaldo brindado para repatriar el cuerpo de su único hijo varón. 

fe5682cd 50a6 47e4 880e eb71721f45a0Su faena de cada día comienza a las 2:00 de la tarde y termina a las 10:00 PM 

Actualmente España registra 230,698 contagios y 27,563 muertos por COVID-19. En Cataluña donde se ubica Girona, se reportan unos 55,685 contagios y 5,915 fallecimientos, es la segunda comunidad más afectada del país, después de Madrid con 66,210 casos y 8,826 decesos por coronavirus.

Dolores se gana la vida en la línea de fuego, su arriesgado trabajo consiste en limpiar los quirófanos donde el personal médico de este centro asistencial realiza cada día entre cuatro cinco cirugías, en ocasiones los pacientes que llegan están infectados de COVID-19 y su tarea es asear y eliminar todo residuo o rastro que pueda haber quedado en la sala.

Según cifras oficiales, unas 90 mil personas de nacionalidad hondureña decidieron irse a España para buscar trabajo, ella es parte de esa comunidad catracha que permanece en el país europeo gracias a que goza de un trabajo y que por riesgoso que sea, agradece a Dios por abrirle la puerta con oportunidades.

Santa CatarinaEl Hospital de Santa Catarina, está situado en Girona, Cataluña España

Los días de Dolores

Lo primero que hace al llegar a su trabajo, a eso de las 2:00 de la tarde, es buscar su equipo de bioseguridad, para protegerse de cualquier contagio, ahora su área es la de los quirófanos, pero en cualquier momento podrían moverla a otra zona para desarrollar sus labores; en este afán ya lleva 13 años, pero jamás se vio tan temerosa desde que llegó el COVID.

6de700ad dff6 4f6f 8f8e dff8cb61ebebAl conversar con Proceso Digital, esta madre hondureña dijo que nunca en su vida había sentido tanto miedo como con la pandemia porque llegó con bastante intensidad – “y pensar en el riesgo que representaba mi trabajo, a nosotros solo nos queda encomendarnos a la voluntad de Dios, porque aquí no podemos dejar de trabajar, ese no es un lujo que podemos darnos los hondureños”, relató.

“Algunas veces consideré en renunciar, el ambiente que se generó entorno al coronavirus, no nos ayudaba mucho, nos sentíamos muy amenazadas, pero cuando uno piensa en sus compromisos y en la familia, pues se reflexiona y uno ve que no queda más que continuar, pese a todo. Hace unas semanas varias compañeras dieron positivo de coronavirus, ellas fueron aisladas, entonces lo único que pensábamos es que la próxima podría ser yo”, agregó.

Trabajo con dignidad

8b044bce 467f 436e aebf ebdf57e4096bDolores se marchó hace 20 años para España, en el año 2000, se quedó en condición de indocumentada, pero luego pudo solucionar su situación migratoria, donde ha trabajado como cuidadora de adultos mayores, además en restaurantes, en centros educativos, como ama de llaves y ahora como aseadora en las salas del Hospital Santa Catarina, en Salt.

Manifestó que se siente orgullosa de la mujer en que la vida la ha convertido, que trabaja dignamente para ganarse la vida y que mientras tenga fuerzas para trabajar, lo seguirá haciendo hasta que Dios se lo permita. “No me da pena lo que hago, he sentido miedo sí, pero pena no, aquí hemos venido a trabajar y gracias a Dios, tenemos salud”, aseveró.

Lola, como se le conoce en su natal Talanga, salió hace más de dos décadas de su pueblo rumbo a España, con el único objetivo de conseguir un trabajo digno que le permitiera sacar a su familia adelante. “Yo tomé esta decisión por mis hijos y para ayudar a mi madre”, comentó.

La pérdida de uno de sus hijos

FB IMG 1589667613942Dolores y su hijo Nelson (QDDG)Para ello, tuvo que sacrificar la crianza de sus dos hijos menores, Nelson Orlando de nueve años y Joselin Marleny Espinal de apenas un año y medio, entonces ellos quedaron a cargo de sus dos hijas mayores, Fanny Yamileth y Johana Mabel. Ellas debían cuidar de sus hermanos, mientras su madre buscaba instalarse en España para encontrar un trabajo.

Recordó que otro de los objetivos para irse de Honduras, fue porque quería remodelar su casa, pues no tenía trabajo y siempre soñó con tener una vivienda digna, porque la casa en que vivía fue construida de tierra, pero “lo que jamás me imagine es que venirme para acá –España- sería tan duro, hay muchos sacrificios que tuve que pasar en todo esto”.

4af49f73 1a1b 4035 9474 0ec663e81404En Honduras vive otra de sus hijas, Fany, Natalia, Héctor y Mateo

La vida no ha sido fácil para esta mujer, quien sintió haberlo perdido todo, el día en que su único hijo varón, Nelson Orlando Espinal, de apenas 16 años, perdió la vida en 2007, esta trágica escena pasó cuando su vástago departía en un balneario con amigos, donde él y otro joven fallecieron ahogados en un río en Girona.

“Yo me vine buscando algo mejor para mis hijos, pero me tocó perder a uno de ellos, yo lo traje a España porque él quería estar conmigo y claro yo también quería tenerlo aquí, pero jamás me imagine que lo perdería para siempre, a veces conseguimos lo que queremos, pero en la vida también perdemos”, rememoró Dolores al recordar quizá el episodio más duro que puede pasar una madre.

Aprendimos a vivir

FB IMG 1589667314380Dolores vive en Girona con su hija mayor Johana y su nieta Nicolle

No obstante, la hondureña considera que “siento que valió la pena venir, reconozco que sacrifiqué algunas etapas de mi vida, pero espero regresar un día a Honduras para continuar conforme a la voluntad de Dios, quiero disfrutar de mi familia y mis nietos, espero que Dios me permita disfrutar lo que él mismo me ha permitido conseguir en la vida”.

Dijo sentirse agradecida con su familia y con Dios, ya que nada habría sido posible sin la voluntad de él; “Hoy estamos más tranquilos aquí, hemos aprendido a poder vivir con esta enfermedad y sin duda nuestra vida ha cambiado, sé que mi familia tiene temor por el trabajo que me ha tocado, pero confió en Dios, sé que él cuida de mí y todos los que estamos en los hospitales haciendo la lucha contra esta enfermedad”, concluyó.