Nueva York – Doscientos inmigrantes de 46 países se convirtieron hoy en ciudadanos en una ceremonia encabezada por el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, en el primer acto de jura que se realiza en el Lincoln Center for the Performing Arts, que retomó sus actividades tras la pandemia.

Procedentes de lugares tan distantes como Argentina, Senegal, Irlanda, Filipinas, Hungría o Colombia, con diversas edades e historias, los inmigrantes, que ya gozaban del estatus de “residentes permanentes”, compartieron hoy la alegría de haber hecho realidad su sueño.

Hoy se conmemora la firma de la Constitución, el 17 de septiembre de 1787, y desde 1940 esta jornada se llama también Día de la Ciudadanía, con actos colectivos de naturalización en varias partes del país (335 en total), hasta completar 20,000 nacionalizaciones en los próximos cinco días.

Entre los nuevos estadounidenses, que esperaron durante varias horas antes de jurar, estaba Mohammed Coulibaly, de África Occidental, quien acudió vistiendo con orgullo su uniforme militar y sostuvo durante todo el acto una pequeña bandera de EEUU.

“Estados Unidos es un gran país y estoy feliz de ser ciudadano”, dijo a Efe Coulibaly, que emigró en 1996 y hace un año ingresó al servicio militar en EEUU porque este país le ha dado “muchas oportunidades”.

Para los dominicanos Wander Vargas y Nairobi Pacheco, de 19 y 42 años, respectivamente, obtener la ciudadanía era la puerta a nuevos derechos: “Lo hice por mi familia, mis hijos, mi esposo, por el derecho a votar y todos los derechos que tienen los ciudadanos”, comentó Pacheco, que trabaja en labores de limpieza en un hospital.

Aseguró que tras la ceremonia se presentaría a su empleo pero esperará hasta mañana para celebrar con su familia ese esperado día.

Tras tomar el juramento a los 200 inmigrantes en la ceremonia masiva, Mayorkas les indicó que con los derechos llegan también las responsabilidades como ciudadanos y también que confía que el futuro de la nación será mejor con los nuevos ciudadanos, a los que instó a dar lo mejor de sí mismos como compatriotas.

Recordó su propia historia como inmigrante y la de sus padres: su madre huyó de Rumanía durante la Segunda Guerra Mundial, después de que varios miembros de su familia fueran asesinados por los nazis, y se refugió en Cuba, donde conoció a su padre y tuvieron dos hijos.

Su familia salió luego de Cuba en 1960 para establecerse en Estados Unidos, donde -dijo- creció consciente de que estaba en un lugar donde no había nacido y de estar rodeado de gente de diversos orígenes. Afirmó ser el fruto de esas experiencias.

También dijo en un aparte con la prensa que estas ceremonias son un “poderoso recordatorio” de que los inmigrantes enriquecen este país, y de cómo se le puede “proveer esperanza y oportunidades a gente que quiere una vida mejor”.