Washington.- Grupos ecologistas denunciaron hoy que el Gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, planea permitir a varias compañías de exploraciones petroleras que lesionen o incluso maten a ballenas, entre otros mamíferos marinos, durante su búsqueda de reservas en el fondo del océano Atlántico.
«Como de costumbre, la Administración Trump está haciendo todo lo posible para favorecer a la industria de combustibles fósiles, sea cual sea el costo para las comunidades costeras y la vida silvestre», señaló en un comunicado Athan Manuel, del grupo ecologista Club Sierra.
Las exploraciones sísmicas de aire comprimido, de acuerdo a los activistas, afectarán la vida silvestre marina desde el estado de Delaware hasta Florida, es decir, 200.000 millas cuadradas (unos 518.000 kilómetros cuadrados) de aguas oceánicas.
Las herramientas utilizadas en estos estudios emiten explosiones continuas que «impregnan el ambiente marino con un intenso ruido industrial tan fuerte que puede ensordecer a las ballenas, los delfines y otras criaturas marinas», según los expertos.
En este sentido, el grupo Earthjustice explicó que las ballenas y los delfines dependen de la audición para funciones básicas de la vida como la comunicación, la navegación y la búsqueda de presas, por lo que estas exploraciones pueden interferir en su capacidad de alimentar, migrar y criar a sus crías.
Las autorizaciones de acoso incidental (IHA, por sus siglas en inglés) son emitidas por el Servicio Nacional de Pesquerías Marinas de EE.UU. (NMFS, por sus siglas en inglés) a empresas de exploraciones petroleras.
Además, las organizaciones denunciantes advirtieron de que este permiso es «solo el primer paso» en los planes de Trump para expandir la perforación en alta mar en el Atlántico.
De hecho, el Departamento del Interior estadounidense ha propuesto abrir el 90 por ciento de las aguas marítimas federales del país a la industria de los combustibles fósiles.
«Esto expone a casi todas las costas de la nación al riesgo de derrames de petróleo y la degradación que conlleva la industrialización de entornos oceánicos», lamentaron los ecologistas.