Madrid- Edgar Rodríguez llegó en octubre de 2006 a España desde Caracas con dos maletas y el objetivo de cambiar de vida, y lo consiguió. Ahora es el «rey de las arepas».

Entró como turista y dos meses después regresó como estudiante y comenzó a trabajar como repartidor de pizzas, camarero, obrero de la construcción, entre otras ocupaciones, antes de fundar una de las principales cadenas de arepas de España: «Arepa Olé», que ofrece ese alimento hecho a base de maíz de forma aplanada, típico de la gastronomía de Venezuela y también de Colombia.

Su primer restaurante lo inauguró en 2012 en el barrio de Chueca, uno de los más conocidos de Madrid, y en la actualidad tiene ya diez: ocho en Madrid, uno en Vigo (Galicia, noroeste de España) y otro en Sevilla (Andalucía, sur).

Además, pronto inaugurará dos nuevos locales en Barcelona (noreste) y Valencia (este).

Pero para cumplir con el «sueño español», el venezolano llegó a compaginar tres trabajos al mismo tiempo. No tenía amigos ni familiares y durante dos años estudió el programa «Amadeus», que se utiliza en las agencias de viajes para tramitar las reservas, aunque nunca lo utilizó.

«En aquel momento tenía los papeles de estudiante. Era muy complicar lograr contrato (de trabajo)», explica en una entrevista con EFE.En 2009 logró el permiso de residencia y desde entonces pasó a tener ambiciones profesionales mayores. Empezó en el área de producción musical, con el concierto de un grupo de artistas venezolanos que se presentaron en Madrid en 2010.

«Decidí emprender en negocios, porque estaba buscando una manera de ir más adelante», dice.

En este concierto conoció a su esposa, una española que trabajaba en una empresa de márketing, con la que tiene dos hijos. Aquello fue la «semilla» de lo que hoy es «Arepa Olé».

«De esa fusión fue de la que realmente nacieron las arepas. Ella quería hacer algo, yo también, y nuestra unión fue el catalizador», indica.Su primer idea fue distribuir productos típicos de Venezuela, como refrescos, lácteos o chucherías. Compraban de importadores y vendían sobre todo a venezolanos propietarios de los pocos restaurantes que había en la capital española.

«Uno de esos restaurantes venezolanos dejó el negocio y nosotros agarramos ese local y ahí empezó «Arepa Olé», cuenta Rodríguez.Ese primer restaurante, el principal, sigue en funcionamento en Chueca. En el comienzo, las jornadas laborales llegaban a 18 horas diarias. Su mujer, aunque embarazada de su primer hijo, también ayudaba en las labores.

«En aquella época había unos dos restaurantes venezolanos, pero no areperas, con un enfoque muy específico. Es un concepto diferente. Fuimos pioneros en montar una arepera en Madrid», afirmó.En 2014, tras inaugurar el segundo restaurante, en la Plaza Mayor de la capital española, Rodríguez y su mujer tomaron la decisión de tornarla en franquicia. El enfoque en la «arepa», en un local para raciones más rápidas, les garantizaron un diferencial y, consecuentemente, un éxito, cuenta el venezolano.»A nivel de sentimento es un estandarte. La arepa es el pan venezolano. Hace pocos años no se conocía o se conocía muy poco», defiende.CONSUMIDORES

Según Rodríguez, un 70% del público consumidor de «Arepa Olé» hoy día está formado por españoles nativos, un 10% de venezolanos y 20% de otras nacionalidades.Para atenderlos, trabajan directa e indirectamente unas 70 personas en las distintas tiendas y en el centro de distribución. Ocho de cada diez de esos empleados son venezolanos, cuenta Rodríguez.En el centro de distribución, inaugurado este año, está concentrada la fabricación de queso, de las proteínas, como las carnes, la salsa y los frijoles, que son relleno para las diez tiendas de «Arepa Olé».

INTERNACIONALIZACIÓNSin mencionar nombres, Rodríguez cuenta que está en negociación con representantes de dos países europeos para llevar «Arepa Olé» más allá de las fronteras españolas.Volver a su país de origen, Venezuela, no es una opción por el momento. «La situación de Venezuela está muy mal. Nosotros la queremos mucho, trabajamos desde aquí para prestigiar su nombre, pero no tenemos intención de volver», explica.MIGRACIÓN Como migrante en un país europeo el camino «no fue fácil», asegura Rodríguez. Al mismo tiempo asegura que España le ha recibido muy bien y que agradece todo lo que tiene a ese país.»España me dio la oportunidad. Estoy infinitamente agradecido a este país y a los españoles», dice. «Siempre me han tratado bien», subraya.Rodríguez cree que su historia puede ser referencia e inspiración para otros migrantes de Venezuela y de otros países latinoamericanos. «Al final la gente ve que sí, se puede. He trabajado hasta 18 horas al día para poder conseguir lo que tengo. Hay que fijarse, plantearse metas y trabajar», resume.