Un niño estudia bajo la modalidad de educación a distancia, tras el cierre masivo de colegios por el coronavirus. EFE/ José Jácome/Archivo

Chicago (IL) – Las escuelas que optaron por la enseñanza a distancia debido a la pandemia de COVID-19 tendrán que redoblar los apoyos académicos, lingüísticos y socioemocionales para mitigar las pérdidas que sufren sus alumnos, en particular los aprendices de inglés, debido el aislamiento impuesto por el coronavirus, advirtieron este martes expertos en educación.

Muchos distritos escolares de los Estados Unidos funcionan a distancia o con opciones híbridas y desde el estallido del coronavirus en marzo “han dejado atrás” a muchos hijos de inmigrantes que no dominan el inglés, dijo Melissa Lazarín, autora de un estudio para el Migration Policy Institute.

Según el estudio, la pandemia puso en evidencia las “drásticas desigualdades” que sufren los aprendices de inglés, o EL por su sigla en inglés, que son unos cinco millones en todo el país. Estos niños viven generalmente en hogares de bajos recursos, asisten a escuelas que carecen de medios para brindarles una instrucción de calidad y sufren un impacto desproporcionado de la nueva realidad educativa, agrega.

Lazarín y otros expertos participaron en un seminario en línea para discutir ideas sobre políticas que deberían aprobar estados y distritos escolares para educar a los aprendices de inglés en tiempos de pandemia. Una de las preocupaciones es la relativa a la calidad de la educación a distancia, debido a una respuesta desigual de distritos y estados por falta de recursos y preparación de sus maestros, y la escasa participación en la instrucción en línea.

En algunos distritos escolares que tienen una gran población de aprendices de inglés, como el Distrito Unificado de Los Ángeles, menos de la mitad de los alumnos participan en los cursos actuales, señalaron los expertos. Esto se debe a la falta de acceso a internet de banda ancha en muchos hogares, la capacidad limitada de los padres para apoyar el aprendizaje en casa y la falta de capacitación de los maestros para usar efectivamente los recursos digitales.

“Esto afecta enormemente el desarrollo del inglés” porque después de cinco meses o más sin oportunidades consistentes de interactuar con los compañeros de clase, escuchar, hablar y escribir, se pierde dominio de la lengua, dijo Lazarín,

El estudio estima que, con la educación a distancia, los estudiantes que reciban una instrucción de mediana calidad pueden perder entre 3 y 4 meses de lo que aprenden. La pérdida puede ser de 7 a 11 meses con baja calidad de educación en línea, y en los casos de no participación en las clases remotas el niño puede atrasarse hasta 14 meses.

“El impacto de estas pérdidas puede durar años, más allá de la pandemia, con ausentismo y abandono escolares que ampliarán una brecha ya existente de oportunidades y logros” en la educación, señaló la experta.

Los especialistas aconsejan dar prioridad a los aprendices de inglés cuando se reanuden las clases presenciales en un futuro todavía incierto. También que se capacite mejor a los maestros en instrucción digital y se fortalezca la participación de los padres para que puedan ser “socios efectivos” de sus hijos en el aprendizaje.

Igualmente, se considera prioritario que se otorguen recursos a las escuelas para proteger a los estudiantes EL de los recortes de fondos que serán consecuencia de la crisis económica provocada por la pandemia.

“No está claro todavía cuándo se volverá a la normalidad”, pero cuando suceda las escuelas sentirán el peso de las necesidades académicas, lingüísticas y socioemocionales de los estudiantes, para mitigar los efectos de la pérdida de aprendizaje, dijo Julie Sugarman, coautora del estudio.

El estudio indica que para las familias de los aprendices de inglés el cierre de las escuelas también ha comprometido el acceso a la alimentación que proporcionan los comedores, así como a apoyos sociales y de salud mental necesarios.

Asimismo, algunos inmigrantes sin papeles pueden vacilar en el momento de buscar ayuda médica o beneficios públicos, por temor a la deportación, concluye.