Tegucigalpa/Washington (Especial Proceso Electoral) – Los estadounidenses concluirán este martes su proceso electoral más reñido de las últimas décadas, con la moneda en el aire todavía en cuanto al ganador para conducir la Casa Blanca en los próximos cuatro años entre la actual vicepresidenta Kamala Harris y el retador y expresidente Donald Trump.

Ambos se han enzarzado en un duelo de ataques y descalificaciones personales, así como reafirmando las posiciones políticas de sus partidos. La demócrata Harris haciendo hincapié en el derecho de las mujeres al aborto y el republicano Trump abogando con un lenguaje duro contra los inmigrantes indocumentados.

Kamala Harris estuvo en la toma de posesión de Xiomara Castro el 27 de enero de 2022.

Hasta este fin de semana se estima que ya votaron, por correo o presencial según las disposiciones de los estados, hasta 80 millones de 244 millones de estadounidenses habilitados, lo que representa casi el 30 % del padrón electoral y el resto lo hará el día martes, fecha consagrada en el calendario norteamericano para celebrar los comicios.

Para los estadounidenses, según la propuesta hecha por los candidatos Harris y Trump, se trata de elegir entre salvar la democracia según la aspirante demócrata o el país de una invasión de inmigrantes, de acuerdo al republicano.

Harris es hija de inmigrantes por partida doble, su padre es jamaiquino y su madre de la India, de ahí que promueve políticas más flexibles en materia inmigratoria.

Pero en el mundo y Latinoamérica en especial, las lecturas son diferentes.

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Destino de inmigrantes

Para Honduras es vital Estados Unidos, ya que su economía virtualmente depende del mercado norteamericano desde hace décadas.

Primero es una válvula de escape para miles de hondureños que anualmente se dirigen a dicha nación en busca de empleo, seguridad y mayor prosperidad.

Imposibilitado el país de generar más de 100 mil empleos por año, los requeridos por la población que llega al mercado laboral, miles apuestan a la salida de la emigración, especialmente a la nación norteamericana.

Se estima que casi dos millones de hondureños viven en EEUU.

Asimismo, Estados Unidos es el receptor de más de un millón de inmigrantes hondureños que envían anualmente más de 8 mil millones de dólares en reservas, lo que la convierte en la columna vertebral para sostener la estabilidad en el tipo de cambio del lempira con la divisa verde.  

Igualmente los más de 100 mil empleos de la maquila están orientados principalmente a Estados Unidos.

Un cambio en la política norteamericana, especialmente si gana Trump y aplica su promesa de expulsar a millones de inmigrantes indocumentados y cerrar la frontera, significará un golpe a la economía hondureña.

De ganar Harris se verá como una continuación de la política demócrata de ser más tolerantes con los inmigrantes y el país tendrá asegurada su base económica que son las remesas.

A nivel político el actual gobierno ve que sus relaciones con Washington son estables, a pesar de los roces con la embajadora Laura Dogu, y todavía recuerdan el espaldarazo que significó la presencia de la vicepresidenta Harris en la toma de posesión de Xiomara Castro.

La embajadora de EEUU, Laura Dogu, ha tenido varios episodios de reproches por parte de funcionarios de gobierno.

En Latinoamérica el prisma se ve diferente. Un grupo de gobiernos parecen sentirse incómodos con la llegada de Trump a la Casa Blanca, especialmente los de izquierda radical como Venezuela, Cuba y Nicaragua que ya estuvieron en la mira del republicano en su primer mandato.

El gobierno cubano lo recuerda por haber aplicado sanciones severas y borrar los beneficios que les había dejado la administración de Barack Obama.

Cuba, cuya crisis económica se ha agudizado a pesar que Biden alivió las sanciones, ve un ascenso de Trump como otra carga más a su ya pesada situación socioeconómica, mientras un ascenso de Kamala Harris cree que mantendrían el status quo.

Con Harris, los demócratas han llevado al sector más progresista e izquierdista del partido a su máxima cuota de poder.

Igual situación viven Nicolás Maduro de Venezuela y Daniel Ortega de Nicaragua, que están bajo la lupa de Washington.

Biden abandonó su carrera a la reelección para darle paso a Kamala Harris.

Guerra europea

Europa, que vive una guerra entre Rusia y Ucrania apoyada graníticamente por la Organización del Tratado del Atlantico Norte (OTAN), ve la lucha electoral estadounidense como parte existencial en cuanto al futuro de su seguridad.

Trump ha señalado a lo largo de la campaña que resolverá la guerra en un día, pero muchos lo consideran muy afín al presidente ruso Vladimir Putin, y no se ha comprometido con continuar con el apoyo militar y financiero de Washington con Ucrania.

Mientras la vicepresidenta Harris, como segunda del actual mandatario Joe Biden, ha comprometido continuar con el apoyo a Ucrania contra Rusia, aunque se estima que no en la misma intensidad que el actual inquilino de la Casa Blanca.

Por su lado en Oriente Medio, Trump ha indicado que parte una lanza por Israel, continuando su política de su primer mandato (2016-2020) en cuanto a ofrecer total respaldo para la seguridad de los israelíes y presionando a los estados árabes para que firmen una paz con los judíos, lo que se denominan los Acuerdos de Abraham.

Las encuestas en EEUU avizoran un cierre de photofinish después del próximo martes.

Batalla electoral

Harris y Trump queman los últimos cartuchos hasta el martes, ya que las encuestas nacionales y la de los siete estados llamados bisagras señalan que están muy parejos y es difícil pronosticar un triunfo.

La mayoría de las encuestas a nivel nacional dan una ligera ventaja a Harris de menos de dos puntos porcentuales, pero en Estados Unidos son 50 elecciones estatales que se celebran simultáneamente para escoger a los 538 delegados que integrarán el Colegio Electoral y en donde se elegirá formalmente al próximo presidente.

Al menos 43 estados ya las encuestas están definidas y dan triunfo a Harris o Trump, pero los estados de Michigan, Pensilvania, Georgia, Arizona, Carolina del Norte, Wisconsin y Nevada definirán la situación.

Cualquiera de los dos candidatos puede triunfar en los mismos y llevarse los 92 votos electorales que están en juego en estos siete estados llamados bisagras, ya que no tienen una inclinación fija por un partido. (PD)