Tegucigalpa – El 2020 se vislumbra como un año poco alentador para la economía de Honduras, que en 2019 se ha visto afectada por la desaceleración económica mundial, la caída de precios del café, su principal producto de exportación, y otros factores internos, incluso de índole político y social.

Las expectativas de crecer en 3,5 % en 2019 quedaron solo en una proyección de las autoridades monetarias del país, que a mediados de año percibieron que el crecimiento rondaría entre el 2,7 y 3 %.

EL PANORAMA NO ES ALENTADOR

Ismael Zepeda, economista del Foro Social de Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh, no gubernamental), dijo a Efe que la falta de correctivos en las políticas económica, fiscal, monetaria, social y de mayor inversión extranjera directa, hacen que el panorama de Honduras no sea alentador para el año 2020.

PObreza


Zepeda recordó que 2019 ha sido un año complicado, afectado por «una clara desaceleración económica», lo que contrasta con el crecimiento del 4,8 % que registró en 2017 y 3,7 % en 2018.

«En este 2019 ni siquiera vamos a cerrar en 3 por ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto» (PIB), enfatizó.

Honduras arrastra además una crisis política y social de hace diez años, derivada del golpe de Estado del 28 de junio de 2009 al entonces presidente, Manuel Zelaya, cuando promovía reformas constitucionales que la ley le impedía.Esa crisis se agudizó a finales de 2017, luego de que el actual presidente del país, Juan Orlando Hernández, fuera reelegido el 26 de noviembre de ese año en unos comicios generales que, según la oposición, fueron fraudulentos.

Esa misma oposición ha venido desde entonces exigiendo la salida del poder de Hernández, a quien califican de «dictador» y acusan de estar metido en delitos de narcotráfico, ligados a su hermano Juan Antonio Hernández, quien fue arrestado en noviembre de 2018 en EE.UU. y en octubre de este año fue declarado culpable por una corte federal de Nueva York por narcotráfico, porte y uso de armas.

CRECIMIENTO DESIGUAL

Zepeda señaló que el bajo crecimiento económico del país, además, «es totalmente desigualitario; es decir, crecen sectores que no generan mayor cantidad de empleos de productividad. Estamos hablando del sistema financiero, telecomunicaciones y la parte de energía.

Ese crecimiento económico desigual se refleja en una tasa de desempleo que sigue siendo alta, lo mismo que la del subempleo, que abarca a miles de hondureños que reciben menos de un salario mínimo, el cual es de unos 9.000 lempiras (unos 362 dólares).

En opinión de Zepeda, el bajo crecimiento económico de Honduras en 2019 solo es una manifestación de lo mal que se ha manejado el Estado mismo, cuyas cifras oficiales hablan de pobreza, desigualdad, bajo crecimiento y poca atracción de inversión extranjera.

Además, el país registra un bajo nivel de inversión pública, un gasto ineficiente que no produce un impacto positivo en el bienestar de los hondureños y un presupuesto general de la nación que supera el 40 por ciento del PIB.

REPERCUSIÓN DE LA CRISIS POLÍTICA

Para el expresidente Manuel Zelaya, quien es coordinador general del Partido Libertad y Refundación (Libre), surgido luego de su derrocamiento, el 2020 será un año muy precario en lo social y económico, de lo que responsabiliza al presidente Hernández.

Según Zelaya, en Honduras hace falta tenderle la mano al pobre y sacar del poder a Juan Orlando Hernández, quien ostenta la silla presidencial desde el 27 de enero de 2014, luego de ganar su primer mandato en los comicios generales del 24 de noviembre de 2013.

Zelaya, a quien el actual Gobierno acusa de haber manejado mal la administración del país, considera que Hernández económicamente lo ha llevado a «niveles bajísimos» y duplicar la deuda externa e interna, que juntas superan los 12.000 millones de dólares.

El economista del Fosdeh señaló que «el conflicto político y social que vive día a día el hondureño, hace que exista una mala imagen en la calidad del país», lo que en su opinión genera al final «una inseguridad jurídica» que obliga al inversionista nacional y extranjero a invertir su capital en otros países.

Zepeda expresó que según cifras oficiales, la inversión extranjera en Honduras es de 1.100 millones de dólares, mientras que la nacional ronda los 45.000 millones de lempiras (unos 1.825 millones de dólares), pero esas cifras «no se han movido en los últimos cinco años».

Eso refleja, según Zepeda, que Honduras no es atractiva para los inversionistas nacionales y extranjeros.

LA POBREZA EN LOS SEMÁFOROS

Los pobres en Honduras se ven por todas partes, pero en las principales ciudades abundan en los semáforos de calles y bulevares, donde niños, hombres y mujeres limpian parabrisas de coches, venden frutas, accesorios para teléfonos móviles, dulces o hacen malabares a cambio de dinero, mientras otros, por lo general con alguna discapacidad física, piden «algo para comer».

Uno de esos pobres es Donald Rodríguez, de 45 años, quien durante unas diez horas vende frutas de temporada en un semáforo del barrio Miraflores, en el extremo oriental de Tegucigalpa.

Donald, casado y con dos hijos, dijo a Efe que vende limones y mandarinas a veinte lempiras la bolsa (unos 81 centavos de dólar) «para medio sobrevivir» y que hay días que gana entre 250 y 300 lempiras diarios (entre diez y doce dólares), que no son suficiente para llevar una vida digna con su familia.

Agregó que invierte el equivalente a 24 dólares en la compra de los limones y mandarinas, que luego vende a conductores de vehículos que se detienen en uno de los semáforos de Miraflores.

Hay días que Donald solo hace el dinero que invirtió, lo que le obliga a salir temprano el siguiente para sacar la ganancia, porque hay una familia que mantener y «un cuarto» que alquila, en el que «vivimos todos» en el barrio Las Mercedes, por el que paga 1.700 lempiras mensuales (unos 69 dólares).

Donald vende frutas «porque no hay trabajo, no se halla trabajo».