Tegucigalpa – La salud, entendida de una forma general, es aquel estado de bienestar en el ámbito físico, psíquico y social de cualquier persona. Un individuo goza de buena salud cuando todas las funciones de su organismo se desarrollan correctamente. En la búsqueda de este estado de bienestar la alimentación tiene un papel fundamental. Es el principal acto que los seres vivos realizamos para aportar a nuestro organismo las sustancias necesarias para su funcionamiento, crecimiento y conservación y, por lo tanto, para mantener nuestra salud.
Cuando hablamos de una alimentación equilibrada nos referimos a una alimentación en la que existe una proporción adecuada de cada nutriente, básicamente carbohidratos, grasas y proteínas.
La investigación científica nos ayuda a profundizar el conocimiento sobre las proporciones y cantidades recomendadas en la ingesta de cada uno de estos nutrientes, así como en la relación existente entre la dieta y las enfermedades
Todas las dietas adecuadas nutricionalmente contienen unas cantidades apreciables de azucares (incluida la sacarosa) derivadas de las frutas y las verduras.
El uso del azúcar a lo largo de la historia ha ido cambiando. Hace unos siglos este producto se utilizaba únicamente con fines medicinales o bien para “darse un capricho”. Hoy día, sin embargo, tanto su uso en la industria como en el ámbito doméstico, se ha normalizado, convirtiéndose el azúcar y sus derivados en elementos básicos de cualquier dieta equilibrada
La sacarosa es un componente universal de las plantas verdes y es necesaria en la dieta para proporcionar vitaminas y minerales esenciales.
Tradicionalmente este producto ha sido víctima de opiniones por desinformación como “calorías vacías”. Sin embargo, ninguna fuente de energía alimenticia se puede clasificar como “vacía” ya que aportar energía es un requisito esencial en nuestra alimentación.
Con esta afirmación se sugiere que el consumo de sacarosa desplaza el consumo de otros alimentos con elevada densidad nutricional (alimentos que son fuente primordial de vitaminas y minerales). Diferentes estudios han demostrado que las dietas con alto contenido en azúcar no tienen en la práctica una repercusión adversa sobre la calidad de la dieta.
Está descrito un amplio rango en la cantidad de azúcar (que puede aportar desde un 4 a un 20% del total de la energía en diferentes estudios), e incluso en rangos más altos de consumo se puede mantener la idoneidad de ingesta de micronutrientes.
De hecho, el único nutriente que parece que desplaza el azúcar en muchas de las dietas es la grasa, cuya ingesta diferentes organismos aconsejan limitar.
Sólo en los rangos de ingesta de azúcares extremos, muy elevados o muy escasos, parece que se observan dificultades en conseguir esta adecuación dietética, generalmente por una escasa variedad en la selección de alimentos o por un consumo energético global muy disminuido, especialmente en grupos más susceptibles como mujeres y niños. Una ingesta moderada de azúcares es compatible con una adecuación dietética y un aporte suficiente de fibra, vitaminas y minerales.