Washington – Las remesas enviadas por los migrantes a los países en desarrollo se mantuvieron sorprendentemente resistentes en 2020, el año en que comenzó la pandemia, hasta alcanzar los 540.000 millones de dólares, apenas un 1,6 % menos que en 2019. En el caso de Latinoamérica incluso crecieron.

Así lo apuntan los datos recopilados por el Banco Mundial (BM) que, por el contrario, había previsto una caída en el flujo de remesas del 2020 abrupto del 20 % debido a la crisis asociada a la pandemia.

«La resistencia de los flujos de remesas es extraordinaria», dijo Dilip Ratha, principal autor del informe sobre migración y remesas del BM y director de la Alianza Mundial de Conocimientos sobre Migración y Desarrollo (KNOMAD).

Ratha remarcó que «están ayudando a satisfacer la creciente necesidad de las familias de contar con medios de subsistencia».

Entre las causas que explican que el flujo de remesas continuara en medio de la aguda crisis provocada por la pandemia, el BM apuntó el estímulo fiscal en los países avanzados así como un mayor uso de los canales formales frente a los informales, con menos viajes y más envíos a través de plataformas financieras.

Por regiones, las remesas crecieron en América Latina y el Caribe un 6,5 %, en el sur de Asia (5,2 %) y en Oriente Medio (2,3 %); mientras que se redujeron las enviadas hacia el este de Asia (7,9 %) y el África subsahariana, un 12,5 %.

En el caso de América Latina, el total de remesas enviadas fue de 103.000 millones. Y, pese a la caída registrada en el segundo trimestre, en el final del año el flujo repuntó gracias a la mejoría de la situación económica en EE.UU., origen de la mayoría de los envíos con destino a México, Guatemala, República Dominicana, Colombia, El Salvador y Honduras.

El reporte del BM subrayó, además, la debilidad de la situación económica en España, que afectó negativamente los envíos a Bolivia (-16 %), Paraguay (12,4 %) y Perú (11,7 %).