El grupo estima que solamente durante los meses de primavera y verano perderán la valiosa cooperación de hasta un centenar de voluntarios que tradicionalmente viajaban de otros estados en su tarea de salvar vidas de inmigrantes cuando intentan cruzar la frontera de manera irregular. EFE/ Paula Diaz/Archivo

Tucson (AZ) – La pandemia del COVID-19 está afectando duramente las operaciones del grupo de ayuda humanitaria No Más Muertes, que se ha visto obligado a suspender los próximos meses su programa de voluntarios para rescatar a indocumentados y poner agua en el desierto en la frontera con México.

El grupo estima que solamente durante los meses de primavera y verano perderán la valiosa cooperación de hasta un centenar de voluntarios que tradicionalmente viajaban de otros estados en su tarea de salvar vidas de inmigrantes cuando intentan cruzar la frontera de manera irregular.

Muchos de estos voluntarios, unos 15 o 20 al mes, suelen ser estudiantes de universidad que viajan a Arizona para asistir en las operaciones de No Mas Muertes durante los meses más peligrosos, cuando las temperaturas superan fácilmente los 100 grados Fahrenheit (38 grados centígrados) en el desierto.

Ashley Edgette, representante del grupo No Más Muertes, indicó a Efe que debido a la pandemia del COVID-19 se vieron obligados a suspender este programa de voluntarios que ha funcionado los últimos ocho años y que si la actual situación se extiende más allá del verano podrían perder la participación de hasta 300 voluntarios en un año.

Durante todo el año voluntarios de este grupo se adentran dentro de parques nacionales y veredas cercanos a la frontera para colocar galones de agua y latas de comida, las cuales pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte, en un trabajo que se intensifica durante la primavera y el verano.

Pero el grupo también enfrenta una reducción en la activa participación de sus voluntarios locales, debido a que algunos de ellos son médicos, paramédicos y enfermeras que actualmente se encuentran en la primera línea de defensa luchando en contra del mortal virus en hospitales locales en largas jornadas de trabajo.

Adicionalmente, como medida de precaución y para evitar el contagio del virus, No Más Muertes ha decidido que sean grupos pequeños de voluntarios los que salen a colocar agua en el desierto.

Antes de la pandemia, por lo general salía una veintena de voluntarios, número que ahora se ha visto reducido a un máximo de tres o cuatro personas.

«Algunos voluntarios salen con gente con la que viven para mayor seguridad o personas de sus círculos más cercanos», explicó Edgette.

El grupo humanitario también enfrenta la falta de recursos, como tapabocas, desinfectante de manos y guantes.

Los voluntarios luchan por continuar con su labor de ayuda humanitaria al tiempo que mantienen las órdenes de distanciamiento social y de higiene personal para evitar cualquier contagio.

La reducción en el número de voluntarios está limitando las áreas donde el grupo puede llegar para colocar agua y víveres.

«El trabajo se ha hecho más lento, más cansado. Estamos haciendo un gran intento pero no estamos abarcando tanto campo», lamentó.

Actualmente el grupo concentra sus esfuerzos en la región de la Ajo, Arivaca y dentro del Refugio de Vida Salvaje de Cabeza Prieta.

Debido a la pandemia del COVID-19 el grupo de No Más Muertes también se vio forzados a suspender sus labores de ayuda humanitaria en un albergue en la frontera en Nogales, en el estado mexicano de Sonora, donde sus voluntarios proporcionaban atención médica a las familias migrantes.

Edgette teme que las medidas implementadas por la Administración del presidente Donald Trump de cerrar la frontera como consecuencia de la pandemia provoque que más grupos de inmigrantes comiencen a internarse en el desierto para cruzar la frontera de manera irregular.

Actualmente la Patrulla Fronteriza en el Sector Tucson ha establecido un sistema de «deportaciones exprés» por el cual los migrantes que son detenidos son rápidamente procesados y regresados a territorio mexicano.

Esto podría provocar que migrantes que antes voluntariamente se entregaban a los agentes fronterizos para solicitar asilo, ahora traten de evitarlos y se internen en el desierto a pesar de los grandes peligros que corren.

Esto podría resultar en pérdidas de vidas particularmente ahora cuando las temperaturas han comenzado a subir y ya se han registrado los primeros 100 grados Fahrenheit del año.

«Sin duda nos espera un verano mucho más pesado», adelantó.

De acuerdo a cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), durante el pasado año fiscal 2019 se registraron 300 fallecimientos de migrantes a lo largo de la frontera entre los Estados Unidos y México.