Fotografía del 17 de octubre de 2018 de los migrantes hondureño Rodolfo Bonilla (c) junto a sus dos hijos caminando por una carretera de Ocotepeque, al occidente de Honduras, que conduce a la frontera entre Honduras y Guatemala. EFE

Agua Caliente (Honduras) – El dolor de la migración de miles de hondureños hacia Estados Unidos en los últimos seis días se ha visto reflejado en Rodolfo Bonilla, de 65 años, y dos de sus hijos menores que agobiados por la pobreza también quieren llegar al país del norte.

«Da dolor pensar que tenemos que irnos, pero tenemos que hacerlo, no aguantamos la pobreza», expresó Rodolfo a Efe sin poder evitar lágrimas que le inundaran sus ojos y se le quebrara la voz.

Después de un recorrido de casi 200 kilómetros, entre su ciudad natal, El Progreso, en el norteño departamento de Yoro, Rodolfo llegó cayendo la tarde del miércoles hasta el sector de Agua Caliente, punto fronterizo entre Honduras y Guatemala, donde con sus dos hijos se toparon con retenes de policías y militares.

Los cuerpos de seguridad ejercen a pocos kilómetros del punto aduanero entre los dos países, una rigurosa revisión de los documentos de los hondureños que llegan hasta ahí en autobuses, vehículos particulares o a pie, algunos con niños de hasta uno o dos años, o adolescentes como los hijos de Rodolfo, de 15 y 17.

El entusiasmo y las bromas que algunos de los migrantes se iban gastando en el recorrido, desaparecieron al llegar al primer retén, al enterarse de que el vecino país cerró desde el martes su puesto de registro migratorio en la aduana de Agua Caliente.

Los migrantes son obligados a bajarse de los autobuses y vehículos particulares para una «revisión de rutina» de sus documentos y verificar si tienen asuntos pendientes con la justicia.

Los retenes que hay que cruzar hasta llegar al puesto de registro migratorio lo componen agentes de la Policía y el Ejército de la Fuerza de Tarea Conjunta Interinstitucional (FTCI) integrada por Honduras y Guatemala como parte de un programa de seguridad.

Rodolfo recupera la normalidad de su voz y dice que en El Progreso se ha dedicado a la venta de agua, frutas y otras cosas, pero que el ingreso es «muy poco, porque no hay ventas».

Ante versiones oficiales en el sentido de que sectores políticos de oposición están promoviendo la caravana de más de 1.000 migrantes que el pasado día 13 emprendió un viaje a Estados Unidos y que el miércoles comenzó a llegar a México, Rodolfo dijo con firmeza que está queriendo irse del país «por cuenta propia y por necesidad».

Añadió que en El Progreso dejó a su esposa, María Magdalena Ramírez, con otros hijos, y que en el viaje que ha emprendido le acompañan Mario Alexis de 17 años y José Alexander de 15, quienes han cursado hasta el sexto grado de educación básica.

Sobre la opinión de muchos migrantes, que culpan al presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, de la pobreza, desempleo e inseguridad en el país, con más del 60 por ciento de pobres de sus nueve millones de habitantes, Rodolfo enfatizó que «no ha podido dominar esta situación» y «que se le fue de la mano».

«Tal vez el presidente no tenga culpa, pero da pena, tenemos que irnos a buscar otro ambiente de vida», subrayó Rodolfo, padre de nueve hijos, de los que el mayor tiene 23.

Rodolfo y sus dos hijos son parte de los muchos migrantes hondureños, entre hombres, mujeres y niños de todas las edades, que Efe ha visto llegar al sector de Agua Caliente, en el departamento occidental de Ocotepeque, fronterizo con Guatemala.

Para circular entre El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, sus nacionales pueden hacerlo sin mucho trámite mediante un sistema conocido como CA-4, el que desde el martes no está funcionando en el punto de registro migratorio guatemalteco en Agua Caliente.

Ante esa situación, los migrantes que pretenden llegar entre el peligro y la esperanza a Estados Unidos, intentan entrar a Guatemala por «puntos ciegos», aún sabiendo -afirman- que policías y militares de los retenes los están observando y notificando de sus movimientos a las autoridades del vecino país para cerrarles el paso.

Los que son detenidos en territorio guatemalteco son traídos en autobuses al punto migratorio hondureño, relataron varios migrantes que esperaban «un descuido y nos vamos todos», un grupo de nueve.

En el lado hondureño las autoridades les brindan atención y les facilitan transporte para que regresen a sus hogares, dijo a Efe el subdirector de Migración, Carlos Cordero, quien confirmó que Guatemala ha cerrado su puesto migratorio en Agua Caliente.

El miércoles, centenares de migrantes hondureños abrieron una nueva ruta en su intención de llegar a Estados Unidos, saliendo por el Amatillo, punto fronterizo con El Salvador.

Falta saber por cuánto tiempo y cuántos migrantes seguirán en ruta hacia Estados Unidos, lo que han venido haciendo desde hace varias décadas, pero no en caravanas y donde no quieren saber de ellos y su dolor por tener que irse y dejar a sus familiares.