Fotografía del 26 de febrero donde aparece el fraile franciscano Joseph Nangle, o "padre José", como prefiere que se le llamen, mientras posa para Efe durante un encuentro en Washington. EFE/Jorge A. Bañales

Arlington (VA) – Detenido en 2019 en el Capitolio por denunciar en el corazón de la democracia de EE.UU. la situación de los niños migrantes, el octogenario fraile franciscano Joseph Nangle mantiene su lucha por el alma de este país de inmigrantes y dice que su mayor «reto» es «mantener la esperanza» de poder cambiar la situación en la frontera.

La situación a la que la Administración del presidente Donald Trump ha puesto a los migrantes representa «una crisis moral para los cristianos» en unos «momentos difíciles» en EE.UU., dice el «padre José», como prefiere que se le llame.

El año pasado Nangle, de 87 años, fue arrestado junto con otros 69 religiosos y activistas por la Policía del Capitolio durante una protesta contra la política migratoria de Trump. La imagen del franciscano, maniatado, con su hábito y bastón se difundió por todo el país.

Entrevistado en la parroquia Nuestra Señora Reina de la Paz, en Arlington, en el norte de Virginia, Nangle enfatiza la importancia que tiene la solidaridad en las enseñanzas de Jesucristo.

«Es un examen de conciencia continuo», explica en referencia al pasaje Mateo 25:31 de los evangelios en el cual Jesús es citado diciendo: «Tuve hambre y me diste de comer, fui el extranjero y me distes la bienvenida, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me diste ropa, estuve enfermo y me cuidaste».

Nangle, quien en 1960 llegó a Bolivia y cuatro años más tarde a Perú para una década y media de vida en América Latina, ha enfocado su misión en los migrantes.

EL TESORO ESCONDIDO

«Tenemos un tesoro que no mucha gente conoce, y es la enseñanza social de la Iglesia Católica», dice Nangle. «Es una enseñanza que comenzó relacionada con la situación de los trabajadores en la segunda mitad del siglo XIX y comprende numerosas encíclicas y cartas de los obispos».

Estas enseñanzas, continúa, se enfocan en tres áreas: la violencia, la pobreza y las injusticias sociales, y, con importancia creciente, el ambiente, la amenaza al planeta.

El aborto, que ha sido un asunto central para los cristianos en EE.UU. por décadas, «no es lo primero, y debe tenerse en cuenta también la violencia después del nacimiento, la discriminación, el racismo, el clasismo», asegura.

«Esta enseñanza social no es bien difundida. No se enseña mucho en los seminarios y los sacerdotes no predicamos esto mucho porque es conflictivo, es una crítica», agrega. «Los cristianos en este país tienen un estilo de vida que, en la mayoría, es muy confortable, muy privilegiado».

TIEMPOS DIFÍCILES EN ESTADOS UNIDOS

Y es que, en su opinión, el país vive un «mal momento por el presidente Donald Trump y por lo que él «significa», la «división que él ha producido, realmente, da miedo».

«Seguramente la discriminación social ya existía, pero él ha puesto su dedo allí», continúa.

La consigna de Trump de «Make America Great Again» (Hagamos EE.UU. grande otra vez) «resuena especialmente» entre los millones de personas de clase media-baja que lo ven como un «cacique» que les va a sacar de la «injusticia» en la que creen vivir, dice.

El fraile no ahorra críticas a la jerarquía de la Iglesia católica en EE.UU., que, en su opinión, carece de «liderazgo».

«Los obispos quieren mantener la iglesia sin conflictos. Los dos grandes asuntos (para ellos) son los abortos y la homosexualidad», afirma.

El franciscano dice que percibe «mucho pesimismo» entre los fieles y «uno de los retos pastorales es mantener la esperanza sustentada en lo que creemos».

«Dios está con nosotros», agrega. «Las cosas van de mal en peor pero nosotros tenemos el poder de mejorar las cosas, es la esperanza nutrida en la fe. Decir esto frente a la situación que vivimos es difícil».

LOS MIGRANTES

«Soy aquí el párroco de los latinos y me preocupa mucho el problema de la migración, la situación de los niños y de las familias separadas», añade.

El religioso no puede dejar de pensar en las medidas de Trump en materia migratoria, entre las que destacan las restricciones a los solicitantes de asilo y la separación de familias en la frontera.

«Y también culpo a los medios porque son bastante neutrales en lo que se refiere a la migración. Sí, reportan las desgracias, pero no toman en cuenta toda la dimensión de esta crisis», dice sobre un sector, que, en su opinión, debería entender que se trata de un «problema moral» y es necesaria su «ayuda» para informar a los migrantes de que hay gente que les apoya.

«Estamos haciendo todo lo posible para que esta política termine», asegura Nangle, que vive en una comunidad de migrantes, donde «casi todos tienen su historia» de cruce fronterizo y muchos conocen casos de gente que murió en el intento.

«El desafío para nosotros es mantener esta memoria y para que los que vienen atrás de ellos no sufran lo mismo», indica.