El gobernador de Texas, Greg Abbott, habló durante una vigilia en las afueras de la escuela secundaria Santa Fe High School, donde un hombre armado, según los informes, era un estudiante, disparó a numerosas personas en Santa Fe, Texas, EE. UU., el 18 de mayo de 2018. EFE/EPA/Matt Paterson/Archivo

Nueva York – El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, se jactó este martes de haber expulsado a 28,000 inmigrantes desde la frontera sur de Texas hacia lo que llama «ciudades santuario» de otros estados.

En un tuit, Abbott, del ala dura del Partido Republicano, prometió además que su política de expulsiones «continuará hasta que (el presidente Joe) Biden dé seguridad a la frontera».

Los expulsados, en una operación de varios meses que ha implicado la movilización de cientos de autobuses, han llegado principalmente a Nueva York (más de 10,800), Washington DC (10,600), Chicago (4,500), Philadelphia (2,000), según la información proveída por el republicano.

Todas estas ciudades, junto con Denver y Los Ángeles, que también han recibido a unos centenares, son calificadas por Abbott como «ciudades santuario», como él suele llamar a las ciudades gobernadas por alcaldes demócratas que suelen tener una política migratoria menos estricta.

De todas las ciudades que Abbott cita, Nueva York ha terminado absorbiendo a la mayoría de esos inmigrantes, quienes se han desplazado en muchas ocasiones y por su cuenta desde las otras ciudades hasta la Gran Manzana, atraídos no solo por la supuesta abundancia de oportunidades, sino porque la ciudad da alojamiento gratuito a cualquier persona sin techo.

Sin embargo, la Alcaldía neoyorquina ha insistido desde hace meses en que sus servicios están saturados, y principalmente su red de albergues, hasta el punto de que ha dado a los inmigrantes alojados en estos establecimientos un plazo de dos meses para que los abandonen.

Junto a eso, ha repartido folletos, tanto en la frontera con México como en la propia Nueva York, en los que se explica en inglés y en español que la ciudad es muy cara, que hay muy poca vivienda disponible y que es preferible que marchen a otras ciudades.

A pesar de todos estos mensajes, en los últimos días han seguido llegando miles de personas -con predominio esta vez de emigrantes del oeste de África, como Senegal- que no han encontrado alojamiento en los hoteles requisados por la Alcaldía y han terminado durmiendo y «acampando» en plena calle.