Tegucigalpa – El nacatamal, masa de maíz rellena de carne de cerdo o pollo, constituye uno de los platillos tradicionales de Honduras durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y se ha convertido además en una de las alternativas económicas para las familias con menos recursos.
De origen prehispánico, el nacatamal o tamal es un alimento típico preparado a partir de masa de maíz y envuelto en hojas de plátano.
Este platillo tradicional está relleno de trocitos de carne de cerdo o pollo con arroz, pasas, garbanzos, patatas, guisantes y aceitunas.
Para Karla Mendoza, la ardua labor de preparar nacatamales comienza desde las 13.00 hora local (19.00 GMT) de cada día del año, pero durante las fiestas navideñas esta tarea se incrementa por la alta demanda del platillo.
Mendoza dijo a Efe que en Semana Santa y en el mes de diciembre son las dos épocas del año en las que los comensales demandan más nacatamales.
Su afirmación la basa en números, pues en esas fechas elabora al día alrededor de 200 nacatamales, cuyo coste es de 20 lempiras (80 centavos de dólar).
La mujer, de 27 años y madre de dos hijos, cuenta con la ayuda de al menos tres personas en la elaboración y la supervisión de su madre que le da el visto bueno al proceso.
Recordó que el negocio familiar inició hace más de 20 años tras el paso devastador del huracán Mitch, que en categoría cinco dejó una estela de muerte y destrucción en Centroamérica, con mayores daños en Honduras, añadió.
El negocio de Mendoza está situado en el mercado Colón de Comayagüela, ciudad gemela de Tegucigalpa, la capital, donde atiende a sus clientes de las 06:00 a las 16:00 hora local (12.00 a las 22.00 GMT).
Señaló que la mayoría de sus clientes prefieren disfrutar de un nacatamal de pollo, aunque reconoce que ella prefiere los de carne de cerdo porque «son más ricos».
Este platillo es saboreado tradicionalmente los fines de semana en el desayuno o la cena, acompañado por dos tortillas, picante y una taza de café caliente, pero también hay quienes gustan degustarlo con salsa de tomate o fríjoles.
En el mismo mercado popular, otras mujeres ofrecen nacatamales en varios puestos.
Deysi Zúñiga, otra vendedora del platillo, dijo a efe que llega a su puesto a las 5.30 hora local (11.30 GMT) y termina hacia las 17.00 (23.00 GMT), tiempo durante el que vende más de cien nacatamales, entre otras comidas.
Zúñiga, quien desde hace 20 años trabaja en eso, aseguró que el tamal continúa siendo uno de los platillos tradicional de los hondureños.
«El platillo primordial en la mesa (de los hondureños) es el nacatamal», subrayó la mujer, quien asegura que si el cliente le pide que el tamal tenga «algún ingrediente especial», como el tocino, no tiene inconveniente alguno para ponerlo.
Sin embargo, reconoce que esta comida ancestral es disfrutada tanto por personas pobres como las que tienen algún poder adquisitivo.
Al igual que todos los negocios, Zúñiga aprovecha las fiestas navideñas, ya que la fecha de venta mayor es en Nochebuena, aunque dijo no tener una cifra de la cantidad de nacatamales que vende al día.
Otro de sus productos bandera de Zúñiga es la torrija o torreja, algunas hechas con pan de yema y otras con pinol (harina de maíz tostado con aromas como canela y clavos de olor) sumergidas en miel.
El platillo ha traspasado fronteras y poco a poco ha llegado también a varias ciudades de Estados Unidos y España, donde viven más de un millón de hondureños, entre residentes legales e indocumentados.
Marina Sánchez, otra vendedora de tamales, dijo a Efe que ella todos los años envía «un paquetito» con ese platillo a unos amigos que viven en Nueva York.
«Estos días de Navidad son los mejores para vender tamales en el país», pero también «son consumidos por amigos de la familia que viven en Estados Unidos», comenta la mujer, madre de dos hijas y abuela de tres nietos.
Este platillo no falta en las mesas navideñas de algunos hondureños que han migrado de su país, indicó la mujer mientras elabora nacatamales.