Chicago (IL) – Cuando Néstor Gómez sube al escenario suele bromear sobre la necesidad de bajar el micrófono a causa de sus poco más de 5 pies (metro y medio) de altura, pero cuando empieza a desgranar sus relatos el público aprecia la verdadera dimensión de este inmigrante guatemalteco de 46 años.
«De niño era tartamudo», explica. «Contar una historia en frente del público fue parte de mi batalla contra la timidez causada por la tartamudez de mi infancia. No pensé que para mi fuera a convertirse en lo que se ha convertido».
Este galardonado cuentacuentos, y que vino al país como indocumentado en la década de 1980, lleva cinco años enganchando con sus historias a audiencias de los llamados «open mic» y ahora usa su talento para dar visibilidad a las experiencias de los inmigrantes.
Tras lograr reconocimiento en espectáculos de cuentacuentos por el país, en agosto de 2017 organizó la primera edición de «La Vuelta al Mundo en 80 Minutos: Historias de inmigración», en el que personas de razas y orígenes diversos exponen, oscilando entre el humor y el drama, sus historias como extranjeros.
El éxito que logró permitió que desde entonces haya organizado otras 15 ediciones en Chicago (Illinois), Nueva York y en universidades de Pensilvania y Kentucky.
«Nuestro objetivo es construir puentes en vez de muros», explica Gómez, que este año tiene programadas más ediciones de «La Vuelta al Mundo en 80 Minutos» en Nueva York, así como en Detroit, Miami y Washington.
Destaca que no son solo inmigrantes los que participan. Hay también descendientes de europeos, y de latinos, o aliados de los indocumentados, todos ellos compartiendo anécdotas producto del choque cultural, historias felices sobre el hallazgo de su lugar en el mundo, o relatos de peligro, dolor y pérdida.
Los relatos que el propio Gómez comparte delante del micrófono contienen un poco de lo anterior. Este menudo narrador oral, que reside en Chicago, buscó refugio desde siempre en la poesía y la escritura para contrarrestar su timidez.
Fue en un evento de poesía en 2014, en el histórico Green Mill Cocktail Lounge de Chicago, donde cambió la trayectoria de su vida: «Vi un folleto, fui a un evento de narración de cuentos y me fascinó», dice.
Tras unos meses de asistir como espectador un día se atrevió a contar sus propias historias. Fue en una competencia organizada por The Moth, una organización que produce eventos de narraciones en vivo, además de un podcast y un programa de radio que ganó un premio George Foster Peabody.
Gómez quedó enganchado. «Fue el medio en el que encontré la aceptación. Si quieres escribir una obra de teatro o un poema, la gente te pregunta: ‘¿Te han publicado? ¿Qué licenciatura tienes?’ Pero con esto, simplemente me paro frente a un micrófono y nadie me pide mis credenciales», explica.
A partir de aquella experiencia reveladora trataba de participar en todos los espectáculos de narraciones en vivo («open mic») de Chicago, en los que se ganaba al público por sus ocurrentes anécdotas y su modestia.
Sobre el escenario Gómez no se guarda ningún tema personal. Ha contado historias sobre cómo es criar hijos con su exesposa, su infancia en una Guatemala devastada por la guerra civil, un familiar que salió del armario, y, más recientemente, sus experiencias como un inmigrante indocumentado.
Ha llegado a ganar el torneo «Story Slam» en 36 ocasiones y el campeonato «Grand Slam» tres veces, ambos organizados por de The Moth.
Como inmigrante «sin papeles», con solo un título de secundaria, el contar historias le dio la oportunidad que otros medios y entornos no le ofrecían, pero tras adquirir finalmente la ciudadanía en mayo del año pasado siente que puede decir cosas que antes no.
Conforme crecía su popularidad algunas escuelas y grupos locales lo empezaron a contactar para eventos especiales, entre ellas una organización de Chicago dedicada a proteger a las minorías étnicas.
Aquel evento, además de las cada vez más frecuentes noticias sobre redadas de agentes de Inmigración y las declaraciones de políticos en contra de los migrantes, fue para Gómez la semilla que germinó en el show dedicado exclusivamente a inmigrantes.
«Me encanta ayudar a los estudiantes a contar sus historias», dice. «Quiero ayudarles a ponerse en contacto con su propia experiencia de ser inmigrante», añade.
A medida que «La Vuelta al Mundo en 80 Minutos» empieza una andadura nacional, el guatemalteco no piensa en fama o fortuna: «Una audiencia más grande para mí solo significa ayudar a más personas».