Santiago de Chile – El norte de Chile amaneció este martes en una tensa calma tras una agitada jornada con manifestaciones y paros de transportistas motivados por una acuciante crisis migratoria, que se ha agravado en los últimos meses con la llegada masiva de personas indocumentadas.
La tensión volvió a escalar esta semana en la región de Tarapacá, a más de 1.800 kilómetros al norte de Santiago y donde el lunes hubo cortes de carretera, cierre de comercios y una interrupción de las operaciones del principal aeropuerto, un panorama que llevó este martes a visitar la zona al ministro del Interior, Rodrigo Delgado.
«Se va a realizar un plan de intervención inmediato en aquellos barrios que tengan mayor tasa delictual (…). Empatizamos y sabemos que la gente no puede esperar mucho más», afirmó el titular de cartera, que anunció el refuerzo de la dotación policial.
Las protestas contra la entrada clandestina de migrantes y el aumento de la violencia comenzaron el fin de semana en Iquique, una de las primeras urbes tras ingresar por la frontera norte con Perú y Bolivia, y se extendieron durante la noche del lunes a la vecina Arica, con un paro de un millar de camioneros.
El conflicto en el norte ha desencadenado el segundo desencuentro entre el gabinete saliente de Sebastián Piñera y el entrante de Gabriel Boric, apenas una semana después de que ambos tuvieran su primer roce por la militarización de la Araucanía, una región del sur en la que existe una disputa territorial entre la comunidad indígena mapuche y grandes empresas forestales.
Durante el fin de semana, cientos de personas se manifestaron en distintos puntos de la región contra la presencia de inmigrantes irregulares, protagonizando episodios de ataques a extranjeros y consignas xenófobas.
En el último año, esta zona ha experimentado varias olas masivas de ingresos clandestinos de extranjeros, que provocaron el colapso de pequeñas localidades fronterizas, con poca infraestructura y recursos y donde se han asentado miles de personas en campamentos.
El pasado septiembre se congregaron las primeras marchas antiinmigración y una turba de manifestantes quemó las carpas y las pertenencias de un grupo de migrantes que pernoctaban en Iquique, un episodio que dio la vuelta al mundo y fue ampliamente repudiado.
Desde entonces, la presencia de migrantes en el espacio público de esta ciudad ha disminuido y ahora, ante el aumento de los episodios xenófobos, se agolpan a las puertas de los colapsados refugios desplegados por el Gobierno y varias ONG, según comprobó Efe.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) alertó el pasado diciembre que cerca de 500 migrantes cruzan diariamente por pasos irregulares entre Bolivia y Chile y llegan al país «tras varios días sin comer, con deshidratación, hipotermia y mal de altura».
En Chile hay 1,4 millones de migrantes, lo que equivale a más del 7 % de la población, y los venezolanos son los más numerosos, seguidos de peruanos, haitianos y colombianos.