EFE/EPA/ALBERTO PIZZOLI/Archivo

Roma – El papa Francisco conmemoró hoy la Pasión del Señor con una celebración en la Basílica de San Pedro del Vaticano en la que el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, afirmó que la pandemia del «coronavirus» ha despertado a la humanidad «del delirio de omnipotencia».

«La pandemia del coronavirus nos ha despertado bruscamente del peligro mayor que siempre han corrido los individuos y la humanidad: el del delirio de omnipotencia», dijo el predicador del papa en su homilía.

El acto comenzó con el papa Francisco tendido durante unos minutos orando ante el altar papal, bajo el que se cree que reposan los restos de San Pedro.

Jorge Bergoglio asistió a la ceremonia vestido con paramentos rojos, sentado en un trono frente a la escultura de San Pedro y en silencio, sin pronunciar ninguna homilía, pues fue el predicador papal quien la ofreció.

Cantalamessa destacó que «ha bastado el más pequeño elemento de la naturaleza, un virus», para que la humanidad recordara que es mortal y que «la potencia militar y la tecnología no bastan» para salvarla.

Señaló que la pandemia está dejando un fruto positivo, «el sentimiento de solidaridad» entre las personas, y pidió que no se pierda una vez se supere la emergencia a nivel mundial.

«El virus no conoce fronteras. En un instante ha derribado todas las barreras y las distinciones: de raza, de religión, de censo, de poder. No debemos volver atrás cuando este momento haya pasado», apuntó.

«No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso heroico por parte de los agentes sanitarios hayan sido en vano. Esta es la ‘recesión’ que más debemos temer», añadió.

Animó a los jóvenes a rechazar «la trágica carrera de armamentos» para que el mundo destine «los ilimitados recursos empleados para las armas» a «la sanidad, higiene, la alimentación, la lucha contra la pobreza, el cuidado de lo creado».

«Dejemos a la generación que venga un mundo más pobre de cosas y de dinero, si es necesario, pero más rico en humanidad», concluyó.

La Liturgia del Viernes Santo es la única del año en la que no hay consagración, pero sí comunión.

Esta noche, Francisco presidirá el Via Crucis, que representa el camino de Cristo a la cruz, pero este año lo hará en la plaza de San Pedro y sin fieles, por la pandemia del coronavirus, y no en el Coliseo romano, como es tradición, por ser un símbolo de la persecución y del sufrimiento de los primeros cristianos.