San Petersburgo (Rusia) – En la Eurocopa hay más cosas en juego que el trofeo. El dramático aumento de casos de COVID-19 en Rusia amenaza con aguar la fiesta del fútbol, ya que seis partidos de la primera fase se disputan en la segunda ciudad del país, San Petersburgo.

“Hay que suspender todos los actos de ocio y entretenimiento, más aún la Eurocopa de fútbol. Esto es, simple y llanamente, un genocidio. No lo puedo llamar de otra forma”, comentó a Efe Yuri Yaroshenko, médico de la red de clínicas Euromed.

Rusia informó de más de 14.000 positivos en las últimas 24 horas -además de 379 decesos-, cifras que no se veían en este país desde hace muchos meses. En el caso de San Petersburgo, los infectados se acercan peligrosamente al millar y los muertos rondan diariamente el medio centenar.

Las autoridades esperan recibir varios miles de aficionados de Bélgica, Polonia, Suecia, Finlandia y Eslovaquia. Medio millar de belgas asistieron el sábado pasado al partido con Rusia; centenares de polacos y eslovacos también animaron el lunes a sus equipos en el estadio Krestovski y lo mismo se espera el miércoles de los finlandeses.

En opinión de Yaroshenko, todos estos desplazamientos son los causantes directos del brusco aumento del número de positivos en la ciudad. Además, pone en duda la fiabilidad de las estadísticas oficiales, que no tendrían en cuenta a los enfermos que acuden a clínicas privadas o se automedican en sus casas.

MEDIDAS DE EMERGENCIA

Ante el aumento de los casos en los últimos días, las autoridades de la segunda ciudad rusa decidieron emular a la capital, Moscú, e introdujeron nuevas medidas que entrarán en vigor el 17 de junio.

Las restricciones afectan principalmente a los restaurantes, que no podrán trabajar entre las 2 y las 6 de la madrugada; tiendas de comida, que cerrarán sus puertas, con la excepción de aeropuertos y estaciones de tren; y cines, que tendrán que reducir a la mitad su aforo.

“La epidemia en San Petersburgo continúa. El número de enfermos crece”, admitió Alexandr Beglov, gobernador de la antigua capital zarista.

El gobernador ordenó también limitar a tres mil las personas que podrán asistir a actos culturales o de entretenimiento, sea en sitios cerrados o al aire libre, donde los asistentes tendrán que usar obligatoriamente mascarilla.

En cuanto a las áreas de ocio en las que los aficionados se congregan para ver los partidos en pantalla gigante, también se prohibirá vender comida.

El Ayuntamiento también ha decidido reforzar los controles en el transporte público. Brigadas móviles se encargarán de advertir a aquellos usuarios que no lleven mascarilla y, en el caso de autobuses y tranvías, estos no se desplazarán hasta que todos los pasajeros cumplan con las normas sanitarias.

“Las medidas no son suficientes. Deben ser mucho más duras. Estos días el nivel de contagio es muy alto. Ha aumentado de manera dramática y se acerca prácticamente a los niveles del pasado año”, insistió Yaroshenko.

Tanto el Ayuntamiento como el comité organizador aseguran que han tomado medidas suficientes para frenar posibles nuevos brotes. Entre otras cosas, han habilitado dos nuevos hospitales para acoger la nueva ola de infectados por el coronavirus.

“Los hospitales están llenos hasta los topes. No hay reservas de camas hospitalarias. En algunos hospitales están trabajando al 200 % de su capacidad. Lo que está ocurriendo ahí es terrible”, subrayó el médico.

ASOMBRO DE AFICIONADOS EXTRANJEROS

Procedentes de países donde las medidas sanitarias son muy estrictas, incluso en lugares públicos, la relajación de las autoridades y de los habitantes de San Petersburgo ha sorprendido a los aficionados extranjeros.

“Es surrealista. Parece que en Rusia no hay coronavirus”, comentó a Efe Tomas, un aficionado belga, mientras tomaba una cerveza en una “Fan zone” del centro de la ciudad.

Explicó que los clubes nocturnos funcionan igual que antes de la pandemia, es decir, principios de 2020. Tampoco entienden que se pueda estar en un lugar público sin mascarilla.

Los hinchas que estuvieron en el Mundial hace tres años apenas ven diferencias entre la Rusia actual y la de entonces. La única es que necesitaron un PCR negativo para entrar en el país.

“Todo el mundo está en la calle, todo está abierto”, comentó Arnaud, otro aficionado.

OLA DE TURISTAS Y NEGATIVA A VACUNARSE

La antigua capital zarista, que se encuentra estos días en medio de las Noches Blancas -hay luz prácticamente las 24 horas del día- está llena de visitantes. La economía de la ciudad, que depende en gran medida del turismo, lo necesita.

Los rusos han sido animados por el propio presidente, Vladímir Putin, a hacer turismo interior y renunciar a viajar al extranjero. Aquellos que presenten los documentos que lo certifiquen podrán recuperar parte del gasto realizado en viajes por Rusia.

“La gente ha perdido el miedo. Y sigue enfermando mucha gente. La mascarilla no es suficiente. Tiene que haber restricciones. La gente debe quedarse en casa dos semanas, como mínimo”, aseguró el especialista.

A esto se suma que los rusos son muy reacios a vacunarse. Según las autoridades, poco más del 10 % de la población ha recibido ya la primera dosis de la vacuna, lo que convierte en prácticamente imposible conseguir la inmunidad de rebaño este año.

Putin se ha negado por ahora a introducir la vacunación obligatoria, pero algunos políticos consideran que es la única vía para que una mayoría de rusos acepte inocularse el preparado anticovid. 

JS