Londres – En una sociedad polarizada entre aquellos que quieren continuar en la Unión Europea (UE) y los que desean marcharse, que desconoce cómo se ejecutará finalmente el «divorcio», aún existe un denominador común en el Reino Unido respecto al «brexit»: el hartazgo.
Turistas, británicos, inmigrantes y gentes de todo tipo y condición conviven pacíficamente en el Reino Unido, donde Efe ha preguntado a algunos ciudadanos sobre cómo está viviendo este, en apariencia, inagotable proceso.
«Es un desastre nacional, una vergüenza y un error», proclamó el británico David Murphy, que quiere desesperadamente que se apruebe un acuerdo de salida, aunque sea «insatisfactorio para todos» para que el país pueda «seguir adelante».
«El Gobierno está paralizado con esto y no hace otra cosa», lamentó Murphy, quien se mostró resignado al resultado del referéndum del 23 de junio de 2016, en el que más de 17 millones de británicos optaron por salir del bloque comunitario.
«¿Qué podemos hacer? La pregunta se hizo y la respuesta se dio. Me gustaría que no hubiera ocurrido pero es lo que ha pasado», señaló, al tiempo que descartó la celebración de un segundo plebiscito.
«Ya tuvimos un referéndum. No se pueden estar haciendo hasta que tienes la respuesta que quieres», argumentó, en contra del deseo expresado ayer por cientos de miles de manifestantes que coparon el centro de la capital británica e, incluso, de la opinión de su mujer.
Rosanna Murphy, natural de Italia, confesó a Efe estar a favor de que los británicos pudieran volver a votar sobre la salida de la UE porque, a su juicio, cuando se celebró el primer referéndum «mucha gente no sabía cuáles iban a ser las consecuencias».
La mujer tildó el «brexit» de una «tragedia» que pagarán «muchas generaciones y también Europa» aunque, con todo, resaltó que el Reino Unido continúa siendo un gran país.
«Estoy tratando de tener paciencia pero ya no tengo más», afirmó hastiado Stanley Goldsmith, que sentenció que Europa piensa que en el Reino Unido son «idiotas».
«El Gobierno y el Parlamento están en total caos», subrayó, para mostrar su solidaridad con el «duro» trabajo que tiene por delante la primera ministra, Theresa May, aunque matizó que «ella quiso el trabajo».
«La gente está harta, esto lleva dos años y medio», insistió el británico que hizo hincapié asimismo en el «daño a las empresas» y en la subida de los precios en el país como consecuencia de este proceso.
Aunque el mes pasado el índice de precios al consumo (IPC) del Reino Unido subió tan solo una décima respecto al mes anterior, los ciudadanos temen que se dispare por los efectos que puede acarrear el «brexit».
En esa línea se manifestó el londinense Chris Morris, que observó que «desde una perspectiva de negocios» el país está inmerso en una «situación muy difícil».
«Tengo miedo a la incertidumbre, nadie sabe lo que va a pasar. Esto es vergonzoso para el Reino Unido», opinó.
Algo menos preocupados se mostraron los que sienten que el Reino Unido es tan solo un lugar de paso, como la española Rocío López, que se declaró «tranquila» porque no considera que la situación le vaya a afectar a largo plazo.
«En general no lo estoy notando mucho, solo para cuestiones administrativas», explicó esta española de 26 años que se trasladó a Londres el pasado septiembre para aprender inglés.
Por su parte, el checoslovaco Vaclav Jelinek, de turismo en Londres, reconoció sentirse «triste» como europeo por la decisión tomada por el Reino Unido pero, aún así, señaló que es un país que le «encanta» y que ocurra lo que ocurra con el «brexit», volverá.
Mientras la paciencia de los británicos se va agotando, la primera ministra, Theresa May, hace acopio de las fuerzas que le quedan para, por tercera vez, tratar de convencer a los diputados de que aprueben la próxima semana su pacto y de ese modo poder abandonar la UE de forma ordenada el 22 de mayo.