Tegucigalpa (Proceso Digital/Por Ronald Ordóñez) – “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura”, reza el evangelio según San Marcos en su capítulo 16, versículo 15, un mandato que se tomaron a pecho más de 160 sacerdotes extranjeros que actualmente realizan su misión en Honduras.

– En Honduras hay 168 sacerdotes misioneros de otros países, la mayoría son de México, Canadá, EEUU, Francia, España, El Salvador y Colombia.

Provenientes de México, España, El Salvador, Italia, Francia, Colombia, entre otros países, un total de 168 sacerdotes predican el evangelio en 11 diócesis de Honduras, un país con más de 9 millones de habitantes.

Uno de estos misioneros es el sacerdote Patricio Larrosa, quien proviene de Huéneja, Granada, España, desde su llegada a Honduras ya han transcurrido 29 años, contó a Proceso Digital en una amena plática desde la casa cural en la parroquia Santa Teresa de Calcuta, en Tegucigalpa.

El sacerdote Patricio Larrosa atendió las cámaras y micrófonos de Proceso Digital en la casa cural de la parroquia Santa Teresa de Calcuta de Tegucigalpa / Archivo Proceso Digital.

Fundador de la Asociación Colaboración y Esfuerzo (ACOES), una Organización No Gubernamental que impulsa proyectos educativos, fomenta la solidaridad y trabaja para la educación y el desarrollo integral del ser humano en los sectores de población más desfavorecidos. Su labor se proyecta en 11 mil jóvenes que han sufrido muchas bajas en la pandemia, pero el voluntariado de su comunidad también es enorme y potente.

El sacerdote, quien recibió de manos del Rey Felipe el Premio de Derechos Humanos Rey Felipe VI, que entrega el Defensor del Pueblo y la Universidad de Alcalá de Henares, señaló que el único reconocimiento que espera es que “en Honduras los demás se den cuenta que pueden ayudar a los demás”.

Para él el gran desafío y la diferencia en Honduras la marca la educación y además de que es su trabajo fundamental, él cree que atender la escuela es fundamental para que el país transite a la prosperidad.

Recalca su pasión por fomentar la solidaridad y el aprendizaje y cree que los jóvenes son un recurso inigualable en Honduras.

El sacerdote español durante un formación eclesial de varios jóvenes beneficiados con su proyecto de solidaridad / Archivo Proceso Digital.

Misión

“Nuestra labor es la de todos los sacerdotes: compartir la fe y la vida con las personas con que estamos y en los lugares donde vivimos”, expresó el sacerdote de la orden diocesana.

Narró que llegó hace 29 años a la colonia Monterrey de Tegucigalpa, antes parroquia San José Obrero, actualmente parroquia Santa Teresa de Calcuta, donde ejerce su misión.

“Nuestra misión es llevar el Evangelio a las personas, llevar la buena noticia de Jesús para la gente, decirles que Dios nos ama y que podemos vivir como hermanos y que podemos hacer un mundo en el que vivamos un poquito en el cielo”, acentuó.

Cómodo con la comunidad católica donde le ha tocado pastorear, dice que “he tenido la suerte que aquí me han anunciado la buena noticia, yo he anunciado algo y aquí también me han anunciado la buena noticia de que podemos vivir amándonos”, externó.

Consideró que su experiencia en Honduras es de enriquecimiento mutuo ya que ha sido bien acogido en el país centroamericano, razón por la que aseguró estar muy feliz.

“En Honduras hay 168 sacerdotes misioneros de otros países, la mayoría son de México, otros de España, El Salvador y Colombia”, refirió.

Todos nos encontramos en nuestra casa porque tenemos la labor de evangelizar y llevar el evangelio a todos los sitios, apostilló.

En ese orden, reflexionó que “hay que llevar el evangelio a las personas que creen que no valen, que creen que no merecen tener un futuro y hay que decirle que sí y que Dios nos ama y que la Iglesia está interesada en que vivan”.

29 años han transcurrido desde el envío misionero del sacerdote español y el retiro es algo que ni siquiera piensa / Archivo Proceso Digital.

Tierra fértil y futuro esperanzador

Para el padre, Honduras es un país fértil no solo en el recurso humano, aunque consideró es el más valioso, sino también en su tierra y naturaleza.

“Honduras puede producir hasta cuatro cosechas de frijol al año y la madera que el país produce generaría un sueldo para cada hondureño”, comentó.

Compartió que viene de una zona que es semidesértica, “aquí es una tierra muy fértil y es un país que tiene mucho futuro ya que hay muchas personas jóvenes”.

En ese sentido, añadió que en el pueblo en que nació hay pocos jóvenes y muchos mayores, la media de edad es de 70 años.

“Aquí yo veo que hay mucho futuro, al haber muchas personas jóvenes hay mucho futuro. El futuro de Honduras es muy esperanzador”, caviló.

La educación de jóvenes hondureños es uno de los legados del sacerdote que nació en España, pero que dice ser «ciudadano del mundo» / Archivo Proceso Digital.

Educación, el desafío de Honduras

El religioso fundó en Honduras la Asociación Colaboración y Esfuerzo (ACOES), una Organización No Gubernamental que impulsa proyectos educativos, fomenta la solidaridad y trabaja para la educación y el desarrollo integral del ser humano en los sectores de población más desfavorecidos.

Ante la pregunta en torno a los desafíos de Honduras en la actualidad, respondió que lo constituye la educación.

El voluntariado es uno de los principales pilares que caracteriza y distingue a ACOES, hoy cuenta con más de mil voluntarios.

“Cuando vine estuve en la parroquia y había unos cuantos niños que tenían problemas para estudiar, ellos quisieron ayudar a otros vecinos suyos que no podían estudiar y ahí empezamos”, recordó.

Se inició a pedir ayuda a otros países, algunos jóvenes han estado más de dos décadas ayudando. Algunos ya terminaron su universidad y han podido ir a estudiar fuera del país, hoy son personas preparadas que hacen el bien y eso mejora la sociedad, expresó.

“La ayuda que se les da es que descubran que son capaces de ayudar, que no tienen que solamente esperar que les den, sino que también pueden dar ya que Dios nos ha hecho ricos y podemos hacer mucho bien”, acotó al tiempo que dijo es un trabajo a largo plazo ya que se acompaña a las personas desde los siete años hasta que terminan su universidad.

“Es admirable el trabajo que mucha gente hace aquí y es tan maravilloso que algunas personas que nos visitan quedan tan impactadas que después se comprometen para siempre en sus países de origen”, dilucidó.

España, Canadá y Estados Unidos, es donde provienen los principales fondos de donantes y patrocinadores de este proyecto que nació en el año 1993.

Aunque extraña su natal España el religioso dice ser muy feliz en Honduras, país del que disfruta su gastronomía contó a las cámaras de Proceso Digital / Archivo Proceso Digital.

Su natal España

Aunque España es el país que le vio nacer, el padre Patricio, como le dicen los jóvenes a los que ayuda, dice no extrañar el país europeo y que en Honduras se siente feliz.

Tajantemente respondió a la interrogante: ¿extraña España?, “no, estoy muy feliz aquí, me alegro también cuando voy a España, pero me hace más falta estar aquí que allá. Cuando voy con todo gusto visito a la gente, ahora mis padres están muy mayores y tengo que estar más tiempo, pero estoy muy contento de estar aquí”.

Desde el inicio de su misión pidió ser asignado a Honduras y mientras los obispos de España y el cardenal de Honduras Óscar Andrés Rodríguez se lo permitan buscará quedarse en Honduras.

“Yo pedí venir aquí y sigo pidiendo quedarme y seguir aquí y si los obispos de España y el cardenal de Honduras lo permiten, me gustaría quedarme”, subrayó al tiempo que reveló que le gusta mucho la fruta en Honduras y que disfruta toda la gastronomía en especial de los frijoles fritos servidos con plátanos, tortilla y mantequilla.

Que los maestros sean vacunados y que regrese al sistema de clases presenciales es uno de los deseos de este sacerdote que anuncia en Evangelio en Honduras / Archivo Proceso Digital.

Retos de la pandemia

“Los más tremendo es que se ha tenido que cerrar el estudio para casi 11 mil estudiantes, tener que cerrar las guarderías, escuelas y centros de estudios”, comentó.

Posteriormente se presenta el reto de localizar a muchos jóvenes y que puedan seguir las clases por internet, muchos perdieron el año pasado y siguen perdiendo este año, lamentó.

“Ha sido un año muy difícil, muchas pérdidas de amigos y algunos colaboradores, se ha reducido la ayuda desde España porque la gente no puede hacer muchas actividades”, sollozó.

“Estamos con muchos deseos que los maestros se vacunen y los que están matriculados ya puedan retornar a las escuelas”, clamó.

Momento en el que se le sirve el almuerzo a unos 80 jóvenes, parte del grupo beneficiado con la ONG impulsada por el sacerdote español /Archivo Proceso Digital.

Mensaje

En la parte final de su plática con Proceso Digital, el sacerdote aprovechó para reiterar que Honduras es un país con mucha población joven, por lo tanto, con un futuro esperanzador.

“Honduras es un país con un gran futuro por la población joven que tiene, es un país que está silenciado, apenas y se sabe que pasa aquí, pero por lo que conozco es un país con muchos deseos de salir adelante, luchar, ponerse frente a los problemas y trabajar duro para resolverlos. Es un país donde hay una gran esperanza por la riqueza humana y natural del país”, concluyó.

Estoy muy agradecido con todos los que han colaborado, miles de personas que han pasado por aquí alguna temporada y las puertas siguen abiertas para el voluntariado y la misión, cerró el sacerdote que se auto definió como un simple colaborador de la misión de Jesús en la tierra, una tierra que dijo nos pertenece a todos. (RO)

El sacerdote, quien recibió de manos del Rey Felipe el Premio de Derechos Humanos Rey Felipe VI, que entrega el Defensor del Pueblo y la Universidad de Alcalá de Henares, clama por la paz en Honduras y su mayor deseo es que los jóvenes reciban educación de calidad / Archivo Proceso Digital.