Érika Cristiano, defensa del club brasileño de fútbol Corinthians, de 32 años, fue registrada durante una entrevista con Efe, en Sao Paulo (Brasil). EFE/Sebastiao Moreira

Sao Paulo – La zaguera del Corinthians Érika Cristiano, de 32 años, tiene un diagnóstico para Brasil. Referencia en la selección y curtida en exigentes Ligas como la francesa y estadounidense, considera que a su país «le falta disciplina y atención a los detalles».

«Es precisamente la disciplina y atención a los detalles que empezamos a trabajar lo que falta para que lleguemos a un nivel como el de Estados Unidos», aseveró a EFE la jugadora, quien aguarda con impaciencia la convocatoria final para los Juegos Olímpicos de Tokio, que se celebrarán entre julio y agosto de 2020 si la pandemia de coronavirus lo permite.

Bajo el mando de la sueca Pia Sundhage desde julio de 2019, la defensora vaticinó que el combinado «canarinho» va «en el buen camino».

«Para las Olimpiadas yo creo que no estamos 100 % preparadas, pero estamos en el buen camino. Es ese trabajo continuo que hará con que lleguemos muy bien posicionadas», aseguró la jugadora.

Según Érika, con Sundhage, exseleccionadora de Suecia y de Estados Unidos, por fin se trabajan los «detalles, ya que son los detalles los que ganan el partido».

La selección -agregó- está «aprendiendo qué es realmente jugar al fútbol y estar en una Olimpíada para ganarse una medalla de oro».

Al lado de Marta, Cristiane o Formiga, Érika figura como uno de los nombres más emblemáticos del fútbol femenino de su país.

A la defensora, quien ha militado en clubes como el Santos brasileño, el Gold Pride de Estados Unidos o el París Saint Germain (PSG) francés, no le gustan las etiquetas y, a su juicio, la imagen de Brasil «como el país del fútbol ya no existe».

Precisamente por ello, opinó que no hay «una única referencia» en el fútbol mundial.

Destacó, eso sí, «la fuerza, calidad y determinación» de las estadounidenses, actuales campeonas del mundo, y la «frialdad, el control y la paciencia» de las suecas.

LA EXPERIENCIA EN EL PSG

Sobre su experiencia en Francia, donde defendió al PSG entre 2015 y 2018, Érika señaló que fue un periodo de «mucha adaptación, cansancio psicológico y crecimiento».

Entre los buenos recuerdos que guarda de aquellos años, destaca «el apoyo de la hinchada» y el compañerismo de sus colegas de club dentro y fuera del terreno de juego.

«En términos de cultura, a los franceses les encanta el fútbol femenino y la hinchada te apoya mucho. Con ese apoyo empecé a tener mas confianza dentro y fuera de los céspedes», afirmó.

La defensora elogió la estructura proporcionada por el conjunto parisiense y lamentó que «pocos clubes» en el mundo tengan en la actualidad un departamento propio que incentive el fútbol femenino.

Natural de Sao Paulo, con tan solo 7 años de edad Erika «ya sabía qué quería hacer de la vida», por lo que sus padres la matricularon en una escuela de fútbol.

A los 15, debutó como jugadora profesional por el Clube Atlético Juventus de Sao Paulo y, en 2005, fue convocada por primera vez en la selección brasileña.

Con la «verde e amarela», conquistó la plata olímpica en 2008, el oro panamericano en 2015 y disputó los Mundiales de 2011 y 2015, además de figurar en el elenco que jugó en las Olimpiadas de 2012 y 2016.

Tras una baja debido a una cirugía, Erika regresó a su país natal en 2018, donde fichó por el Corinthians y con el que se consagraría campeona de la Copa Libertadores Femenina y subcampeona del Campeonato Brasileño un año después.

EMIGRAR A LA FUERZA

La zaguera lamentó la dura realidad de su país y reconoció que la emigración es muchas veces la única vía.

«Nosotras no vamos a jugar fuera porque queremos. No vamos a China, y cito a China porque es un país difícil de vivir, porque nos guste. No vamos porque son países lindos y maravillosos, sino debido a la parte financiera», matizó.

Si bien consideró que el fútbol femenino en Brasil «viene evolucionando», Erika resaltó que «aún falta mucho» para que la modalidad alcance la paridad con respecto a los jugadores hombres.

«Nuestra cultura desafortunadamente es así y hay que cambiarla. Poco a poco la estamos cambiando, pero esos cambios tienen que ser más rápidos», recalcó.

Aseguró además que el universo del fútbol sigue siendo un «ambiente súper machista» y que las mujeres enfrentan «muchísimas dificultades», ya sea «como atletas, periodistas o conductoras de autobús».

«Veo que los hombres todavía tienen miedo cuando una mujer sobresale con respecto a ellos en algún sistema, en alguna modalidad o profesión», enfatizó.