Los Ángeles – «Es ahora o nunca» es el mensaje que le envían a los legisladores demócratas cinco mujeres inmigrantes residentes de Los Ángeles, que este martes se unieron al movimiento nacional Fast for Freedom, que pide al Congreso incluir una reforma migratoria dentro del plan de infraestructuras de promueve el presidente Joe Biden.
Las migrantes, tres mexicanas y dos peruanas, viajaron desde Los Ángeles a Washington para ayunar junto a otros activistas en la Iglesia Luterana de la Reformación, ubicada a dos cuadras del Congreso, donde por estos días los legisladores discuten el ambicioso plan de inversión en infraestructura planteado por Biden.
El presidente del Comité de Presupuesto del Senado, Bernie Sanders, confirmó este martes que los demócratas quieren incluir un camino hacia la ciudadanía en este plan, pero, dijo, aún están determinando qué inmigrantes podrían ser favorecidos, informó el periódico Los Angeles Times. Un borrador inicial establece 150.000 millones de dólares destinados a políticas de inmigración, incluido el camino hacia la ciudadanía y seguridad fronteriza, dice el rotativo sobre una iniciativa que no necesitaría el apoyo republicano para ser aprobada en el Senado, lo que permitiría esquivar el anticipado bloqueo republicano a la reforma migratoria integral que promueve Biden.
APROVECHAR LAS OPORTUNIDADES
“Las oportunidades en la vida son muy pocas, y esta no se puede desperdiciar”, apunta a Efe Josefina Cruz, una de las participantes en el ayuno.
Originaria del estado mexicano de Sinaloa, esta madre de cuatro, dos de ellos ciudadanos estadounidenses, lleva casi 30 años en los EE.UU., la mayor parte de ellos esperando la aprobación de una reforma migratoria para poder salir de las sombras.
Ella, sus dos hijos mayores, amparados con el programa de Acción Diferida (DACA), y los cerca de 11 millones de migrantes indocumentados que se calcula viven en el país.
La última gran esperanza que tuvo Cruz fue bajo el gobierno del presidente Barack Obama (2009-2017) y el programa DAPA, que pretendía darle un a protección a los padres indocumentados de hijos estadounidenses o con residencia legal, después que los intentos de aprobar una reforma migratoria fallaron en su administración.
“Estaba muy ilusionada, al menos nos iban a dar un permiso de trabajo. Pero no se pudo, y eso fue porque se perdió la oportunidad de aprobar la reforma cuando recién entró Obama”, reflexiona Cruz en entrevista telefónica mientras arranca el ayuno en la iglesia.
UNA ACCIÓN INMEDIATA
Cruz, al igual que Diana Laureano, Elizabeth Jiménez, Margot Valverde y Avelina Henríquez, considera que los demócratas saben que han quedado en deuda con la comunidad indocumentada, y por eso ellas se unieron a este movimiento nacional alentado por las comunidades religiosas y activistas que comenzó en la primera semana de junio con ayunos escalonados.
“Si no es ahora no es nunca”, insiste a Efe Laureano, una joven peruana que llegó a Estados Unidos cuando tenía cinco años, y hoy está amparada por DACA.
La joven sufrió la decisión del gobierno de Donald Trump (2017-2021) de rescindir en 2017 la protección a los llamados “soñadores”, y ahora advierte que los demócratas deberían recordar lo que pasó con la administración anterior y el riesgo a que en un futuro se puedan repetir iniciativas similares.
“Fue una pesadilla, no podemos arriesgarnos de nuevo”, valora la joven estudiante de la Universidad de California Davis, quién está ayunando en la capital del país al tiempo que continúa con sus clases de verano de manera virtual.
Al preguntarle si cree que el ayuno funcionará, Laureano dice que es una forma de inspirar a los millones que los están apoyando y que son conscientes de que se necesita actuar este año, pues en 2022 ay elecciones y será mucho más complicado alcanzar acuerdos en el Congreso.
El grupo bipartidista de senadores que intenta llegar a un consenso para aprobar el proyecto de infraestructura dice que se está acercando a un acuerdo sobre una propuesta, pero aún está discutiendo cómo pagar el plan.
Hasta antes de las declaraciones de Sanders, el plan no había incluido una propuesta para incluir la legalización de los once millones de indocumentados, o de un bloque menor de este grupo como los «soñadores», los amparados por el Estatus de Protección Temporal (TPS) o los campesinos indocumentados.
No obstante, las voces de activistas pro-inmigrantes que piden que se incluya siguen creciendo y se proteja de la deportación a miles de indocumentados.
HAY MOMENTOS QUE SOLO QUEDA DIOS
En este sentido, la peruana Valverde confiesa a Efe que “hay momentos que solo queda pedirle a Dios”.
Valverde llegó a EE.UU. en 2008 con su hijo menor para reunirse con sus otros dos hijos mayores. La familia ha vivido todo este tiempo con el miedo de ser expulsados, ninguno de los hijos de la inmigrante se ha visto amparado por ningún alivio migratorio.
Alivio que tampoco ha llegado para Jiménez, una mexicana de 50 años que, a pesar de estar viviendo más de la mitad de su vida en EE.UU., aún espera que un día pueda ser “reconocida” por su trabajo ayudando a criar a ciudadanos estadounidenses como niñera.
Por su parte Henríquez, desde la iglesia hace nuevamente un llamado a todos los votantes a que se unan a esta causa.
“Yo sé que los milagros existen, lo podemos lograr, debemos tener fe en nuestra lucha”, concluyó la migrante, de 64 años y trabajadora doméstica, que por primera vez viajó a Washington, y dejó de trabajar una semana para unirse al ayuno.