Tegucigalpa – Es difícil mantenerse al margen y no involucrarse porque uno tiene que ser profesional, pero diariamente mira el dolor de las personas lo que pone a prueba el temple, esta es la realidad y la rutina laboral de Issa Alvarado, una mujer que lleva más de 20 años lidiando y comunicando realidades intensas, punzantes que sacuden el alma de tantos.
– La periodista Alvarado trabaja como vocera en Medicina Forense y debe lidiar con el dolor que enfrentan los familiares que reclaman los cuerpos de sus deudos.
– Otra faceta que le impacta es que muchos familiares que llegan a la dependencia no tienen ni para comer, menos para trasladar el cuerpo.
Ella es periodista y portavoz de Medicina Forense y su trabajo es reconocido por su gremio que confía en su profesionalismo y objetividad, pero también por miles de familiares de las víctimas de la violencia y del dolor.
Desde su juventud conoció lo que es enfrentar el dolor familiar por la pérdida de un ser querido, ya que su esposo fue asesinado mientras cumplía su deber como miembro de la fuerza policial, pero desconocía que años después parte de su labor sería observar cómo otras personas experimentan lo que ella vivió de joven.
Alvarado recordó que son múltiples las formas en que las personas enfrentan el tema de sus familiares fallecidos, ya que además del dolor de la muerte, deben hacer frente al trámite de retirar sus cuerpos.
Primera experiencia el dolor
En 1996 sufrió y conoció el dolor de primera mano a su esposo que perdió la vida en un enfrentamiento contra pandilleros en el municipio de Campamento, departamento de Olancho.
La muerte de su esposo fue un período difícil, relatando que tenía a su hijo de apenas meses de nacido y que pudo sobreponerse con la ayuda y apoyo de su madre para poder hacer frente a los retos que la vida le marcó.
“Hasta el sol de hoy siempre llevo en mi corazón ese recuerdo que Dios llamó a mi esposo en ese momento que estábamos jóvenes, teníamos un niño pequeño y enfermoso porque padecía de asma”, narró.
La tragedia vista a nivel laboral
Antes de llegar al Ministerio Público y de ser asignada a Medicina Forense, hay un hecho que marcó a Issa Alvarado y fue el paso del huracán Mitch por el territorio hondureño en 1998.
Ella laboró entonces como relacionadora pública de la desaparecida Secretaría de Obras Públicas, Transporte y Vivienda (Soptravi), de 1996 al 2000.
De esa etapa, también recuerda que estuvo ligada con la tragedia, rememora momentos difíciles cuando se reportaron más de cinco mil fallecidos e igual vienen a su mente las inspecciones y el mirar cómo las personas perdieron todas sus propiedades, recordó Alvarado.
Consideró que ese hecho fue una experiencia difícil admitiendo que fue duro ver tanto dolor y pérdidas materiales y humanas.
Incluso recordó que cuando le tocó hacer las inspecciones en Comayagüela con el ministro en ese entonces, Tomás Lozano, le generó un gran impacto observar cómo la ciudad que conocía desde niña estaba destruida, con muestras del dolor y la muerte, inundada y casi aniquilada.
Ministerio Público y Medicina Forense
Su historia, ha colocado a Issa en un desafío constante que ha permitido mostrar su resiliencia para enfrentar la muerte y la tristeza y además le han colocado como una guerra que lucha por la vida y la paz de su familia y de las personas a las que sirve con su trabajo en Medicina Forense.
Contó que llegó a laborar en el Ministerio Público en 2002 y le explicaron cuáles eran los roles de las distintas fiscalías que componían el ente acusador y que tenía que aprenderlos.
Alvarado admitió que el trabajo era intenso y abundante y decidió hacerle frente ya que su reto era recordar que atrás de ella había una familia que sostener.
“He estado en todas las fiscalías del Ministerio Público, desde el 2015 me trasladaron a una oficina de relaciones públicas en Medicina Forense tuviera una relación con los medios de comunicación que cubren la fuente forense”, dijo.
El trabajo no es fácil y su relación con los periodistas y comunicadores es cordial y profesional, aunque no falta alguno que intente cruzar la línea y se comporte de manera grosera, especialmente cuando quieren obtener información fuera del alcance de Issa.
“Es difícil porque hay colegas que llegan a decir cosas que no estoy autorizada para decir como las pruebas científicas”, reconoció.
Su trabajo de portavoz de Medicina Forense también le colocan como entrevistada usual de la noticia aun y cuando la Escuela de Periodismo le formó para entrevistar y no para responder preguntas complejas, en un país donde la violencia se manifiesta en una y mil formas.
A veces pienso que un periodista que me va a preguntar, por ejemplo, – ¿Qué pasó con ella antes de que la mataran, la violaran o la torturaran? -, eso no lo sé porque solo manejó términos generales, y es el médico forense, el fiscal e investigador quienes se encargan de esos temas, enfatizó.
Casos que le generaron impacto
Issa Alvarado manifestó que desde que está en el área de Medicina Forense ha visto varios casos que han generado un impacto emocional en ella y también en periodistas que cubren esta fuente.
Uno como periodista nunca debe tomar partido, debe hacer su trabajo sin tomar partido, a veces uno en la vida no debe de confundir lo personal con lo profesional, aconsejó.
Sin embargo, señaló que su caso es diferente porque le toca mirar mucho dolor por parte de personas, desde una madre que perdió a su hijo hasta muertes de mujeres.
Agregó que es más difícil cuando ve una madre llorando porque perdió a su hijo en un asesinato y la edad de la víctima es similar a uno de sus vástagos.
“A veces escucho a alguien que no sabe cómo trasladar a su pariente y la morgue de Tegucigalpa cubre ocho departamentos”, relató.
“Hubo un caso donde un familiar perdió a su ser querido y era de Intibucá, la madre viene a reclamar el cuerpo de su hija, pero después no sabe cómo trasladarlo, no hay una fundación que la ayude”, ejemplificó.
Alvarado expuso que ha habido casos en que los propios periodistas que cubren la fuente forense han tenido que colaborar, sea monetariamente o llamando a terceros, para que familiares puedan trasladar el cuerpo de su ser querido a su lugar de origen para su entierro.
Es difícil mantenerse al margen porque uno se tiene que involucrar, he llorado por ciertos casos, confirmó.
Mencionó el caso de una mujer en Comayagüela en la que su hermano mató a su otro pariente y que ambos tenían edades similares a sus hijos “iba conduciendo en mi carro e iba llorando”, recordó con tristeza.
Incendio en la cárcel de Comayagua
El 15 de febrero de 2012, sucedió un incendio en el centro penitenciario de Comayagua que ocasionó la muerte de 382 reclusos, varios heridos y desaparecidos.
En este hecho, Alvarado recordó que le fue difícil cuando las madres se le acercaban para que le entregara de manera inmediata el cuerpo de su pariente.
“Había madres que me decían yo conozco a mi hijo, pero ellos estaban con altos grados de quemaduras, la identificación tenía que ser de manera científica, era mentira un reconocimiento a simple vista”, narró.
Añadió que fue difícil trabajar en esta tragedia contando que de lunes a viernes trabajaron desde las 7:00 de la mañana a 7:00 de la noche, los fines de semana eran jornadas laborales por turno en un plazo de siete meses.
Fue doloroso ver a dos esposas reclamar el mismo cuerpo, llegó lo difícil ver los pleitos a que mujer se le entregada la víctima y admitió que este tipo de casos ocurren con bastante frecuencia en Medicina Forense.
Muertes en cárcel de mujeres
Igualmente, dijo que fue dolorosa la muerte de 46 mujeres que estaban recluidas en la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS).
“Fue difícil ver madres e hijas muertas, escuchar madres que decían que sus hijas estaban presas hace cinco años y que solo le quedaba un mes para salir, la gente quiere desahogarse con usted”, dijo.
A pesar de que en ese hecho había personal de la Cruz Roja Hondureña, dijo que las familias de los fallecidos desean hablar con los periodistas porque perciben que éstos últimos los pueden ayudar, “ese es el sentir y pensar de las personas”.
La gente cuenta sus historias, uno percibe muchas cosas y a veces lo perjudica en su estado de ánimo y mis hijos lo perciben cuando llego a mi casa, remarcó.
“Trato de no involucrar lo personal con lo profesional, pero es difícil porque antes de ser profesional soy humana”, recalcó.
Contó que ha habido ocasiones que ella prepara varias meriendas y almuerzos durante el día para el turno laboral, pero que le ha tocado compartir estos alimentos a personas que están esperando que le entreguen el cuerpo de sus familiares.
En la tragedia de la muerte de 46 mujeres en PNFAS, recordó que había parientes de víctimas sin agua, ni comida, prácticamente en ayunas, y que hubo que buscar vías para atenderles de forma particular.
Inicios
Issa Alvarado contó que tuvo una infancia linda en el barrio Reparto por Arriba en un hogar donde había mucho amor, ternura, paz y vivía con sus primos, madre y abuela.
Ella nació el 19 de diciembre de 1970 en la ciudad de Tegucigalpa, ciudad gemela de Comayagüela, capital de Honduras.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela República de Chile y la secundaria lo hizo en el Instituto San Francisco.
Alvarado ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) para estudiar la carrera de periodismo alentada por su deseo de laborar en el área de relaciones diplomáticas.
Se graduó de la UNAH en 1995, año en que decidió casarse con un oficial de la Policía Nacional y salir del barrio Reparto por Arriba y residir en la residencial Prados Universitarios. (AG)