Argelès sur Mer (Francia) – Ochenta años después de que casi medio millón de personas cruzara la frontera francesa huyendo de España al finalizar la guerra civil, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pidió este domingo perdón al exilio en nombre de todo el país.

En las playas de Argelès-sur-Mer, Sánchez cerró con su discurso una jornada de homenaje al exilio en varias localidades del sur de Francia, que han incluido su visita a las tumbas del último presidente de la República, Manuel Azaña, en Montauban, y del poeta Antonio Machado, en Colliure.

Unos actos que los independentistas catalanes trataron de boicotear con pequeñas protestas.

Primero en Colliure, donde sus pitidos se escucharon mientras Sánchez visitaba la tumba de Machado y siguieron en Argelès, donde intentaron que no se escuchara el discurso del presidente.

Muchos asistentes al acto, entre ellos familiares de exiliados del franquismo, les respondieron visiblemente indignados, mandándoles callar y al grito de «Viva España».

Sánchez pudo en cualquier caso pronunciar este emotivo discurso en el que admitía que «tarde, muy tarde», incluso «a deshora», ha llegado este homenaje y esta petición de perdón de España a su exilio. Pero también, añadió, «con el orgullo de recuperarlos para siempre».

En estas playas que en 1939 llegaron a alojar a 100.000 españoles en los campos de internamiento que montaron los franceses, Sánchez pronunció este emotivo discurso no exento de mensajes políticos.

Así, Sánchez advirtió de que «no cabe la indiferencia» ni «mirar a otra parte» pensando que «el antisemitismo, la homofobia, la xenofobia o el nacionalismo excluyente son pequeños vientos sin importancia que se apagarán solos».

Sánchez explicó que ha querido con este viaje «rendir homenaje a aquella democracia española que fue derrotada por la tiranía».

Un homenaje que se ha personificado en las figuras de Azaña y Machado, cuyas tumbas ha visitado, explicó, para mostrar «el respeto de su patria que un día les fue negado».

Tras recordarlos como «dos personas dialogantes, cultas, creativas, pacíficas y sensatas» que «cualquier país habría querido tener entre sus ciudadanos», Sánchez consideró que el hecho de que la mayoría de los españoles, independientemente de su ideología, lea a Azaña y Machado es una prueba de que la Constitución de 1978 «restauró los valores» de la República de 1931.

Unos valores que hacen que «ésa es la España con la que soñó Azaña», una España «unida, diversa, democrática, tolerante y en continuo progreso», recalcó.

Pedro Sánchez advirtió además, tras recordar la reciente profanación de tumbas de judíos en Francia, que en este momento «vuelven a sonar en Europa vientos de la xenofobia» y eso es algo que no se puede consentir.

Por eso defendió que es «tiempo de recordar» y subrayó también que la idea de Europa es la de «respetar las tumbas, olvidar las razas, honrar la libertad, abrir las fronteras y crear puertos hospitalarios».

«Paz, piedad y perdón». A este mensaje de Azaña ha apelado Sánchez como una «antorcha» que ha defendido repetir, como también ha parafraseado otras palabras de Machado para señalar que los vencidos «humanamente ganaron la guerra».

Familiares de Azaña -su sobrina María José Navarro Azaña y su sobrino nieto Santiago de Rivas- y de Machado -su sobrino Manuel Álvarez Machado- han estado en estos actos.

Con ellos, el hispanista Ian Gibson, los cantautores Paco Ibáñez y Rosa León, los escritores Almudena Grandes y Luis García Montero o el historiador -y exiliado- Nicolás Sánchez Albornoz han acompañado a Sánchez en este viaje.

Igualmente han estado en la comitiva la presidenta de la Amical de Mathausen, Carmen Díaz Berzosa, la presidenta de la Asociación de Descendientes del Exilio Español, Pilar Nova.

Todos ellos celebraron que ochenta años después se haya producido un homenaje institucional al exilio por parte del Gobierno.

«Un acto emocionante de razón democrática, el homenaje del Gobierno de España a un presidente del Gobierno español. Esto es democracia, esto es emoción y estas son razones», decía por ejemplo el poeta Luis García Montero a la salida del cementerio de Montauban, tras la ofrenda en la tumba de Azaña.

Y una «inmensa emoción» admitía tener el sobrino de Antonio Machado junto a la tumba de su tío en esta jornada en la que se cierra una semana intensa en la que el poeta -de cuya muerte se cumplieron ochenta años el pasado jueves- ha sido homenajeado en diversos puntos de España y Francia.

«Esperamos que poco a poco vaya avanzando la reconciliación y el respeto hacia la figura de Antonio Machado», añadía su sobrino en Colliure.

La irrupción de la protesta independentista dejaba, al finalizar el discurso de Sánchez en Argelès, un sabor agridulce para algunos de los asistentes, entre ellos familiares de exiliados que portaban retratos de los suyos y que estaban visiblemente emocionados por estos actos.

Al salir, la escritora Almudena Grandes se lamentaba de que tras cuarenta años de democracia, personas como Sánchez Albornoz y otros exiliados y familiares tuvieran que escuchar gritos de «fascistas» por parte de los independentistas.