Migrantes centroamericanos esperan su cita para ser atendidos por las autoridades migratorias estadounidenses, en el albergue "Leona Vicario", que entró en operaciones el 31 de julio del presente año en Ciudad Juárez, en el norteño estado mexicano de Chihuahua y fronteriza con Estados Unidos. EFE/Luis Torres/Archivo

México – La ausencia de políticas migratorias eficaces en Estados Unidos, México y países centroamericanos agravó en 2019 la crisis humanitaria que padecen decenas de miles de personas que salieron de sus países en la región, alertaron este martes expertos a Efe.

En la víspera del Día Internacional del Migrante que se conmemora el 18 de diciembre, el flujo migratorio procedente de centroamérica con destino Estados Unidos no ha dejado de intensificarse desde octubre de 2018 hasta la fecha, mientras el recrudecimiento de las acciones políticas tiene consecuencias contrarias al cumplimiento de los derechos humanos de los que se desplazan.

«Nos preocupan las consecuencias de las políticas y hemos notificado un mayor número de personas con situaciones complejas y diferentes», detalló a Efe la coordinadora del programa de migración de la oficina regional del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Lorena Guzmán.

Para el CICR algunas de las consecuencias más preocupantes son la mayor presencia de familias y menores no acompañados y la reactivación del uso de la violencia.

La organización identifica a los menores no acompañados y a las familias como los grupos «de mayor preocupación», debido al aumento de posibilidades de separación durante las detenciones con violencia o las devoluciones.

Por su parte, la ONG Save The Children consideró en un comunicado que «el 2019 ha sido un año crítico para miles de niñas y niños migrantes que han tenido que padecer las consecuencias de las políticas migratorias que vulneran o violan sus derechos humanos y su interés superior».

Para ellos, los Protocolos de Protección Migrante (MPP, por sus siglas en inglés) implementados por el gobierno de EE.UU. violan «claramente» la normativa internacional de protección de los derechos de esta sección de la población.

La organización consideró que los acuerdos cooperativos de asilo firmados entre Estados Unidos y otros países «no están haciendo más que añadir complejidad a la situación», a pesar de los esfuerzos por parte de innumerables organizaciones internacionales y civiles para mejorarla.

Según el reoprte de la ONG, entre octubre de 2018 y agosto de 2019, la Patrulla Fronteriza estadounidense detuvo a 72.873 menores (niños y niñas) no acompañados.

Además, de enero a octubre de 2019, 16.000 niños y niñas fueron retornados de Estados Unidos a México a esperar la resolución de su procedimiento migratorio.

Los PMM, también conocidos como «Permanezcan en México», permiten a EE.UU. devolver al país vecino a quienes llegan a la zona limítrofe común y piden asilo para que esperen allí a que se resuelvan sus casos por parte de las autoridades estadounidenses.

Apenas el 0,1 % de las solicitudes de asilo político a través del MPP ha sido aprobado.

El programa, que se instauró en febrero pasado en la frontera de Estados Unidos y México, se ha convertido en «un muro virtual» para los solicitantes de asilo.

Por otro lado, desde enero hasta octubre de este año se han presentado ante las autoridades migratorias mexicanas 169.932 migrantes, mientras que 111.073 han sido devueltos a sus países de origen, según datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación (Segob).

SALUD MENTAL, UNO DE LOS MAYORES PROBLEMAS

Las afectaciones en la salud de los migrantes son recurrentes debido a la situación de precaridad, en todos los sentidos, en las que viven en las zonas fronterizas.

Muchos viven hacinados en albergues o casas de acogida, y otros en tiendas de campaña colocadas directamente sobre el terreno o el asfalto.

Además, «durante la ruta migratoria desde que salen de su país y recorren todo el camino para llegar a la frontera se exponen a la inseguridad, al crimen organizado y a ser extraños en una tierra que no conocen», explicó a Efe Nora Valdivia, supervisora de salud mental en la ciudad de Matamoros, estado de Tamaulipas, para Médicos Sin Fronteras

Su equipo da atención en esta localidad, específicamente en la zona del borde del río Bravo, una zona terrosa y con árboles donde entre 1.500 y 2.000 migrantes viven en tiendas de campaña a la espera de su trámite para poder entrar en Estados Unidos mediante el asilo.

Aquí, la principal afectación en la salud mental de los migrantes es la ansiedad, seguida de estrés postraumático y depresión, situación que se puede extender a todos los migrantes que se encuentran en la frontera mexicana.

«Cada uno de ellos trae su propia historia de por qué vienen migrando y pueden traer una sintomatología previa, pero al estar ahí puede surgir, resurgir o exacerbarse. Se exponen a la violencia y a la inseguridad de la zona fronteriza en México y no tienen condiciones de infraestructura ya que no tienen lo básico del hogar», matizó Valdivia.

En esta zona de Matamoros, Médicos Sin Fronteras brinda atención médica, en salud mental y en trabajo social a personas procedentes de Honduras, El Salvador, Guatemala o Venezuela, entre otras.