Fernando Castro, un joven de 20 años con Síndrome de Down, cumple su segunda temporada como segundo entrenador del Infantil A del Emérita Augusta y que es un ejemplo de inclusión social. EFE/Jero Morales

Mérida – Es curioso que el himno del Galatasaray turco, un clásico de la Champions pero que no está entre los grandes clubes del fútbol europeo, se haya popularizado entre los jugadores infantiles de un modesto equipo de Mérida.

El artífice de ello es Fernando Castro, un joven de 20 años con Síndrome de Down que cumple su segunda temporada como segundo entrenador del Infantil A del Emérita Augusta y que es un ejemplo de inclusión social.

El entrenador Pep Guardiola motivaba a sus jugadores en el Barcelona con el «Vive la vida» de Coldplay, no demasiado extraño si se tiene en cuenta que este tema fue número uno en muchos países, pero en el vestuario del Emérita lo que se ha escuchado en ocasiones es el «Re re re ra ra ra Galatasaray Galatasaray cimbombom!», que cuando menos llama la atención.

El porqué lo desvela a Efe el entrenador del equipo, Sergio Pacheco.

En un viaje en autobús observaron que Fernando iba con los cascos puestos canturreando un canción y le preguntaron qué oía, y les contestó que era el himno del equipo de Estambul, que le gusta «muchísimo» y que le «motiva».

Y es que Fernando es del Emérita Augusta, del Mérida y del Real Madrid, y «también soy del Galatasaray», aclara.

La música y el fútbol se unen en otra anécdota de Fernando. Cuando estaba en la mesa del quirófano para una intervención quirúrgica se durmió mientras cantaba el himno del Mérida.

«Estaba ‘endrogao’ por la anestesia», comenta Fernando con gracia, que tuvo que explicar a los sonrientes cirujanos que a los del Mérida se les conoce también como «pecholatas».

Tras terminar un módulo de Ofimática de Formación Profesional, ha comenzado a trabajar este curso de conserje en el colegio «Ciudad de Mérida» gracias a un programa municipal de empleo y también está plenamente integrado entre padres, alumnos y profesores.

A ello ha contribuido, según su madre, María del Mar Carballo, la autoestima que había ganado después de su primera temporada en el equipo de fútbol, lo que hace que hable con los padres en el colegio o les llame por teléfono sin ningún problema.

«El avance ha sido impresionante», recalca la madre, que destaca que este año ha ganado aún más seguridad.

Explica que hablar le costaba un poco, pero que ahora lo hace con naturalidad y escucha, y hasta un día gritaron: «¡Fernando, que estás dando un mitin!».

David Salazar, un voluntario que impartía los viernes un taller de ocio en la asociación Down Mérida, lo «fichó» para el Emérita al conocer su pasión por el fútbol.

«Nos lo propusieron, dijimos que sí y le acogieron muy bien», señala la madre, que insiste satisfecha en el que chico está «motivado, feliz y contento».

Tiene revolucionada a toda la familia, ya que lo «vive intensamente», está todo el tiempo «¡vamos a ganar!» y no para de motivar a los jugadores por el whatsapp del grupo.

El técnico asegura que le ayuda muchísimo en los entrenamientos -«Sergio, ¿qué hago?», le dice constantemente-, y los jugadores están volcados con él.

Eso sí, se toma los resultados del equipo «muy a pecho». Esta temporada han ganado muchos partidos -van segundos en la primera división extremeña y aspiran al ascenso-, pero cuando pierden se «enfada mucho».

«De vuelta al autobús, se pone los cascos, se monta adelante y no quiere saber nada. Se lo toma peor que yo», dice el entrenador.

Algo parco en palabras ante el micrófono, el chico explica a Efe que en los entrenamientos coloca los conos, recoge balones y ayuda en los ensayos de jugadas, entre otras tareas.

Fernando, cuyo técnico favorito es Zinedine Zidane, porque es el del Real Madrid, se plantea sacarse un título de entrenador.