Tegucigalpa (Especial Proceso Digital / Por Isis Rubio) – Luego que el poderoso y destructivo huracán Fifí azotó el país en septiembre de 1974, el entonces joven periodista Germán Reyes se trasladó de Tegucigalpa al Valle de Sula para hacer la cobertura fotográfica para el ya desaparecido diario El Día, viendo que la zona era un inmenso mar.
– Germán Reyes recomendó a las nuevas generaciones de periodistas no convertirse en relatores de imágenes.– La cobertura periodística de los huracanes no es fácil, el periodista sabe cuándo empieza a escribir, pero no cuando va a terminar.
– Nuevas tecnologías permiten que la información trascienda de manera inmediata, antes la noticia de hoy se leía hasta mañana.
Con apenas 19 años, Germán se dirigió de la capital a la vasta región productiva del norte hondureño, que había sido sepultada en agua y lodo por los deslaves, provocando unas 10 mil muertes.
Ante la imposibilidad de movilizarse en buses y autos, porque la infraestructura vial estaba destruida, Reyes caminó desde San Pedro Sula a El Progreso, más de 20 kilómetros con el agua en sus tobillos y en algunos casos a la cintura.
En diálogo con Proceso Digital, el periodista dijo que su tarea era apoyar el trabajo de su compañera Miriam Mercado, quien era la corresponsal del diario en la zona norte.
Germán Reyes es un experimentado periodista, con amplia carrera que solo en la agencia española de noticias EFE lleva 34 años continuos, ostentando la posición de delegado y director de la oficina de Honduras. Su trayectoria en el periodismo nacional también es amplia e igualmente su contribución en las aulas universitarias donde formó generaciones de jóvenes colegas.
El periodista también tiene mucha experiencia en coberturas de desastres naturales y guerras civiles en Centroamérica.
Y su trabajo continúa y se profundiza, tomando en cuenta que Honduras en los últimos 50 años ha registrado un importante cambio climático, aunado a que se encuentra en la vertiente del Mar Caribe, que genera muchos meteoros o bien los recibe cuando se forman en el océano Atlántico.
El corresponsal de EFE ha sido testigo de otros fenómenos como los huracanes Stan, Mitch en 1998 y las poderosas tormentas Eta e Iota que en menos de 15 días azotaron Honduras en este noviembre del 2020.
Germán Reyes relató a Proceso Digital sus experiencias de más de 40 años de una extensa cobertura de fenómenos naturales en Honduras, tanto para la prensa nacional como para la Agencia Española de Noticias (Efe), en Honduras, donde decenas de miles de personas han muerto y la destrucción de hogares, fábricas, campos cultivados y la infraestructura productiva ha sido el denominador común.
Cobertura del huracán Fifí
Cronológicamente relata detalles de sus coberturas, – «en septiembre de 1974 me fui a cubrir el Fifí porque El Día no tenía fotógrafo en San Pedro Sula, donde la corresponsal era la colega Miriam Mercado, con quien hicimos alguna cobertura y luego decidí viajar a pie hasta El Progreso, donde tenía mi familia y no sabía nada de ella», recordó Reyes.
Su primer impacto de la dimensión del Fifí lo tuvo al llegar al poblado de Pimienta, el autobús en el que viajaba no podía pasar por la gran inundación, con el agua hasta los techos de las casas, que había en esa comunidad, en el sur del departamento de Cortés.
Todos los pasajeros bajaron y bordearon un cerro hasta salir más adelante, donde otro autobús les esperaba.
Agregó que llegó a San Pedro Sula unos dos días después de que el Fifí descargó toda su fuerza en el norte de Honduras, a mediados de septiembre, aunque sus bandas se extendieron hasta el centro y en menor grado también hubo lluvias en el sur del país.
En su recorrido de 27 kilómetros a pie desde San Pedro Sula, Reyes recuerda que se encontró en el municipio de La Lima a un excompañero de escuela en El Progreso, Rosendo Cárcamo, que iba con otros dos amigos, uno de ellos Juan Ramón Irías, con quienes 46 años después han revivido aquella aventura en la que estuvieron a punto de ser arrastrados por la fuerza del agua cada vez que se acercaban más al río Ulúa.
«Todo el Valle de Sula era como un mar, cuando llegamos a La Lima, a la altura del parque Central, el agua nos daba a la rodilla, 46 años después he vuelto a ver esa misma situación, por televisión, con la diferencia de que esta vez a una cuadra vi personas cargando en brazos algunas de sus pertenencias con el agua a la altura del pecho, por las lluvias que dejaron Iota y Eta», indicó Reyes.
De los cuatro del grupo ninguno sabía nada de su familia y en el caso de Reyes, su objetivo era doble, ver a los suyos y cubrir las incidencias del huracán para el periódico en el que trabajaba.
Prosiguió que cuando salieron de La Lima, sobre una carretera desde San Pedro Sula que solo era de dos carriles, a la altura de lo que ahora es el barrio Pineda, en una pulpería compraron algo para comer y se le ocurrió también hacerse de unos lazos porque podrían servirles, como en efecto ocurrió.
«En el trayecto mirábamos como las corrientes de agua arrastraban personas, todo tipo de enseres domésticos, árboles enteros, matas de bananos, vehículos, animales muertos, paredes completas de casas. Serpientes vivas pasaban a los lados o frente a nosotros, poco a poco íbamos sintiendo cansancio», añadió.
Más cerca de El Progreso, los aventureros vieron como un grupo de cinco jóvenes que iban delante de ellos, a los que no pudieron alcanzar, fueron arrastrados por un remolino. Cuatro de ellos murieron ahogados relató el único que sobrevivió.
«La situación se nos complicó cuando a uno del grupo -que no eran Rosendo, ni Juan Ramón- le dio un calambre en una pierna, estábamos a unos 50 metros del puente conocido como La Marimba, que quedó como un islote que no fue cubierto por el río, al que ya habían llegado varias personas que hacían el mismo recorrido», relató Reyes.
A esas alturas, Reyes y Rosendo ya iban sin zapatos, porque el agua se los deshizo y era imposible que los cuatro siguieran juntos, con uno de ellos acalambrado.
Le pidió a Juan Ramón nadar contra la corriente hasta llegar a un poste de hierro del tendido eléctrico paralelo a la carretera para amarrar un extremo de los lazos que unieron. De la otra punta Germán quedó amarrado, mientras Rosendo y Juan Ramón llevaron muy despacio, por la fatiga, al otro compañero que se afianzaba en sus hombros, hasta el puente.
El experimentado periodista continuó relatando que se le hizo “eterna la espera” para que sus amigos volvieran por él, lo que ocurrió más de una hora después por el cansancio de todos”
Los socorristas de El Progreso se enteraron de que en el puente La Marimba había gente, porque Reyes, en su radio portátil escuchó al periodista Roberto Rodríguez del Portillo, desde el puente La Democracia, a unos tres kilómetros, de noche, decir que quizá había una señal para rescatarlos.
Eso fue suficiente para que Reyes comenzara a disparar el flash de su cámara varias veces, respondiéndole a Rodríguez, quien era vecino suyo cuando el reportero vivía en El Progreso.
El numeroso grupo que esperaba en el puente fue rescatado a las 4:00 de la mañana del siguiente día, en un volquete de llantas altas.
Después del encuentro con su familia, Germán, acompañado de su padre, Heriberto Reyes, recorrió varios sitios donde el Fifí dejó destrozos en El Progreso.
«Quedé impactado porque la línea del ferrocarril que lleva al campo bananero conocido como finca Tres, la fuerza del agua levantó la línea del ferrocarril con todo y durmientes y la dejó en forma de espiral”, acotó.
En un segundo viaje a San Pedro Sula, Reyes se dirigió a Choloma, que quedó sepultada entre montañas de lodo y todo tipo de basura. De los 10 mil muertos que dejó el Fifí, unos ocho mil eran de Choloma, según fuentes, indicó.
Al personal médico hondureño que brindaba asistencia en Choloma, se sumó una brigada sanitaria de Cuba, cuyo personal fue el primero en llegar a Honduras desde que la isla fue suspendida del Sistema Interamericano, luego del triunfo de la Revolución Cubana que llevó a Fidel Castro al poder.
«Entonces, yo creí que el huracán Fifí era lo peor que había visto, lejos estaba que después de 24 años otro huracán descomunal que sería el peor, el Mitch, en 1998», acotó Reyes.
Mitch un huracán demoledor
Reyes apuntó que con el huracán Mitch no pudo salir de la capital con su compañero de trabajo en ese tiempo, Luis Martínez, porque no había paso hacia ninguna parte, por el desbordamiento de los ríos y quebradas que cruzan por Tegucigalpa.
«Vimos entonces los daños cuando nos acercamos, hasta donde pudimos, por la antigua Penitenciaría Central. La situación era desgarradora, ya teníamos una idea de la magnitud del desastre que le esperaban a Tegucigalpa y lo que dejaría Mitch en el país», añadió.
Sostuvo que la cobertura periodística del Mitch fue muy dura, no solo por los daños materiales, sino porque temían que en la capital se derrumbara el cerro El Berrinche, porque es zona de riesgo y con Martínez tenían su oficina en el edificio Jiménez Castro, cercano a la cuenca del río Choluteca, que se metió hasta el barrio Abajo, en el centro de la ciudad.
Cuando las condiciones lo permitieron, Martínez se fue hasta Santa Rosa de Aguán, Colón, para escribir sobre los daños en el norte, y Germán Reyes al sur, para conocer sobre los severos daños en comunidades como Pespire y otros poblados. Más tarde a Morolica, una comunidad que quedó sepultada, igual que Choloma, en 1974.
En Pespire, Reyes encontró entre los damnificados, a un grupo de personas que estaban viviendo en el barrio con el nombre de Fifí, porque fue habitado por damnificados durante ese huracán.
Eta y Iota
Con las tormentas tropicales Eta y Iota, lo terrible para Honduras, indicó el corresponsal de Efe, fue que todavía no se había terminado de bajar el agua que dejó el primer fenómeno, cuando llegó el segundo, afectando en mayor medida la región noroccidental del país. El valle de Sula sufrió en menos de dos semanas tres inundaciones severas, en un país altamente vulnerable a los desastres naturales.
Según Reyes, en comparación con los huracanes Fifí y Mitch, en algunas regiones Eta y Iota fueron más destructivas porque la cantidad de agua que descargaron fue más descomunal.
Reyes intentó llegar hasta la comunidad de Trojes, en el oriental departamento de El Paraíso, por donde entró Iota, para conocer los daños que dejó en esa región, – «pero no pude llegar, lo hice hasta la aldea Redonda del Águila, donde una quebrada se convirtió en un inmenso río que se llevó la cabecera de un puente, que cuatro días antes había sido habilitado porque Eta lo había dejado dañado», dijo.
Afortunadamente la cifra de muertos en estos dos últimos fenómenos no ha llegado al centenar, en el Mitch se registraron cinco mil 657, según fuentes oficiales, y el Fifí dejó 10 mil.
Cobertura de desastres no es fácil
Reyes sostuvo que no es fácil la cobertura de estos fenómenos, «porque comienzas a escribir hoy y no sabes cuándo terminarás, porque cada damnificado es una historia triste que hay que contar en la medida de lo posible, luego escribir crónicas de ambiente, de color sobre la magnitud de los daños».
También implica peligros, porque en la cobertura in situ, corres el riesgo de quedar atrapado, incluso morir, principalmente los fotógrafos y camarógrafos, que son los que van más al frente que los redactores o presentadores.
La cobertura de las últimas dos tormentas tropicales ha sido muy buena, en algunos medios más destacada que en otros, en gran manera por las nuevas tecnologías, dijo Reyes, al recordar que en buena parte del siglo pasado las fotos y el texto de hoy, aparecían hasta el día siguiente.
Noticias falsas
Reyes lamentó que, en medio de tanta confusión, desesperación de la gente, el dolor de los damnificados y otros elementos haya gente, que difunde noticias falsas, como haber dicho que las inundaciones en el valle de Sula las habían causado las descargas en la Central Hidroeléctrica Francisco Morazán, conocida como El Cajón, cuando no era cierto.
Abrir las compuertas de El Cajón no es un secreto por los enormes cañones de agua que suelta. Los primeros en saberlo son los vecinos de los pueblos cercanos a la hidroeléctrica, y ninguno de ellos había denunciado algo semejante.
Algo parecido ocurrió cuando el huracán Mitch, trascendió en algunos medios que la inundación en Tegucigalpa había sido porque abrieron las compuertas de la represa Los Laureles, por la ignorancia de no saber que esa represa no tiene compuertas.
«Hay alguna gente que es sensacionalista, lo que no contribuye a la información que se merece la población. Hay que tener cuidado con el manejo de cifras, porque no se puede hablar de más de 200 muertos si no se tiene un informe oficial o no nos consta a los periodistas, pero pesa más lo bueno de los medios de comunicación para mantener informada a la población», subrayó.
Nuevas generaciones
Reyes les recomendó a las nuevas generaciones de periodistas que no se dediquen a ser únicamente relatores de imágenes.
Además, que sepan hacer buen uso de las redes sociales, porque no todo lo que se publica en ellas es cierto.
«No caer en noticias falsas, es mejor ir al lugar de los hechos, a las fuentes oficiales, quienes darán a conocer en primera instancia los daños a personas, materiales y económicos».
Recomendó buscar varias fuentes, no solo una, para tener una mejor visión e informar mejor a quienes los ven, escuchan o leen», concluyó Reyes, quien también ha cubierto terremotos en Guatemala y El Salvador, y parcialmente la guerra civil salvadoreña en los años 80 del siglo pasado, tan mortales como los huracanes.
Así va Germán Reyes, haciendo cada día lo que ama, contando historias y captando con su lente las mejores imágenes, edificando vidas e informando, haciendo periodismo con la pasión con que inició cubriendo el huracán Fifí a sus 19 años, hace ya cerca de cinco décadas. (IR)