Tegucigalpa – En las últimas semanas, las autoridades policiales reportan una serie de golpes orientados a mermar el poder de la Mara Salvatrucha (MS-13), cuya expansión territorial parece vertiginosa, así como su negocio de extorsión y otros ilícitos, independientemente de la captura en Nicaragua de uno de sus máximos líderes, David Campbell en Nicaragua, acusado del delito de lavado de dinero.
La captura de Campbell o la espectacular fuga de Alexander Mendoza, alias “El Porky” de un tribunal de justicia hondureño, no significan que los negocios o actividades ilícitas de la MS-13 van a cesar. Ambos personajes, considerados importantes líderes de la MS-13, solo responden a una estructura criminal bien montada que opera con o sin ellos y ha diseñado un modelo de expansión territorial que se evidencia a medida que las autoridades les asestaron fuertes golpes para disminuir su poder y territorialidad.
En febrero de este año, las autoridades reportaban del desmantelamiento de una escuela de sicarios de la MS-13 en la carretera que conduce al departamento de Olancho. Ahí se entrenaban miembros de la mara para aprender a asesinar fríamente y desarrollar otras competencias propias de los escuadrones de la muerte. Las autoridades capturaron a seis de sus integrantes con amplios historiales delictivos.
Pero en el transcurso del año, las operaciones contra la MS-13 son cada vez más frecuentes, tanto por parte de las fuerzas antimara y antiextorsión como por el Ministerio Público, que, en sus distintas operaciones, han anunciado la incautación de bienes, identificación y desmantelamiento de operaciones financieras, entre otras actividades a las que se ha venido dedicando desde hace algún tiempo la Mara Salvatrucha.
No obstante, cada una de las operaciones ha puesto en evidencia la mutación de este grupo hacia diversos puntos del país, es decir, su fuerza ya no se concentra solo en las principales ciudades del país como Tegucigalpa, la capital, o San Pedro Sula, en el norte; las operaciones y capturas muestran que esta mara o pandilla se ha diseminado en zonas estratégicas y ahora parece haber entrado con fuerza al tema del tráfico y cultivo de droga, sea cocaína o cultivo de marihuana.
Del barrio a una organización criminal
Según la última investigación sobre maras y pandillas en Honduras, realizada por la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), la MS-13 en Honduras ha evolucionado en los últimos años, pasando de ser una pandilla de barrio y esquina, a una “empresa criminal con la capacidad de lavar dinero y de tecnificar a sus miembros”. Es según las autoridades policiales y fiscales, una de las pandillas más organizadas y estructuradas que opera en el país con altos niveles de sofisticación.
“En términos de la estructura de la MS-13, y según una fuente entrevistada de esta pandilla, el jefe de la “Gran Familia” es una importante autoridad de su estructura. La fuente entrevistada que adujo ser sicario de la MS-13 manifestó que bien puede ser un empresario de alto nivel, estar privado de libertad o vivo en alguna residencial, pero puede ser también que no se encuentre en Honduras. Esto evidencia la secretividad en que se manejan las altas estructuras por cuestiones de seguridad”, cita el informe.
En la estructura de la MS-13, los cabecillas nacionales pueden ser 10 o 20, tienen sus gatilleros para su seguridad y tareas especiales asignadas. Bajo los cabecillas se encuentran los líderes que controlan las comunidades, las colonias o barrios. Estos llevan la palabra (mensaje) y se encargan de administrar el dinero de la “Gran Familia”. Los niveles jerárquicos que siguen son los paisas firmes (colaboradores eventuales), banderas (informan de entradas y salidas) y punteros (simpatizantes de menos escala que no reciben pago).
Esas y otras características de las maras y pandillas en Honduras, entre ellas la MS-13 les ha permitido iniciar una migración interna para dar la sensación de ser un estado paralelo y ampliar sus redes de control y poder en un afán por monopolizar el ejercicio de la violencia. Con su expansión a las zonas rurales, las maras o pandillas buscan un nuevo espacio de operación, resguardarse de un rival o de las fuerzas de seguridad, controlar las rutas regionales de tráfico de drogas, entre ellas cocaína, armas, dinero y el tráfico de personas, incluyendo la inmigración ilegal, la esclavitud sexual y otros, sostienen los investigadores en su trabajo sobre las maras y pandillas en el país.
El negocio de la extorsión
Uno de los negocios más florecientes tanto para la MS-13 como para las otras pandillas, entre ellas el Barrio 18, es el de la extorsión, en donde su capacidad económica se refleja en la fortuna material y financiera, donde la extorsión sistemática y permanente es quizá la forma de sobrevivencia más persistente cuando las autoridades les golpean sus estructuras financieras de fachada.
Cálculos preliminares hechos por la investigación de la ASJ revelan que uno de los rubros más golpeados por la extorsión es el rubro del transporte, mismo que puede dejar a las maras o pandillas, cerca de $11 millones de dólares mensuales, un poco más de 269 millones de lempiras.
Una modalidad más sofisticada de obtener un flujo constante de ingresos, son los préstamos “gota a gota”. En los mercados de Comayagüela, la MS-13 se dedica a prestar dinero. La modalidad de préstamo es con un interés del 25% y se paga con cuotas diarias. Por un préstamo de cinco mil lempiras se paga mil 250 en intereses. Al deudor se le calcula el pago diario tomando en cuenta el capital más los intereses, lo cual se divide entre 26 días (el domingo no se cobra).
“Con estos préstamos, la MS-13 tiene un verdadero incentivo para “cuidar el mercado” y asegurar que nadie robe con el fin de que sus deudores tengan un ambiente propicio para vender sus productos y de esta manera pagar puntualmente sus préstamos. “Ellos le prestan a cualquiera, lo que uno les pida, eso sí, si se atrasa en los pagos le quitan el puesto”, relata para la investigación sobre maras y pandillas un locatario de los mercados de Comayagüela.
Pero esta modalidad, la MS-13 también la aplica a los territorios a los cuales se expande, donde el control de zonas o regiones evidencia también cómo hace uso de la tecnología celular, vehículos, casas seguras y el uso hasta de drones y equipo satelital, como parte de sus acciones que les permita movilizarse sin mayores riesgos y con algún grado de seguridad en el proceso de expansión territorial.