Atenas – Grecia se enfrenta a un incremento constante de llegadas de refugiados y migrantes a través de su frontera terrestre con Turquía, lo que el Ministerio de Protección Ciudadana atribuye a una vigilancia más relajada por parte de las autoridades de ese país.
Según una fuente de dicho ministerio, citada hoy por el periódico heleno Kathimerini, «últimamente se ha cortado la comunicación directa entre las autoridades fronterizas de ambos países, lo que agrava el problema».
Según ha afirmado en el Parlamento el ministro de Migración, Dimitris Vitsas, han llegado a Grecia a través de la frontera terrestre con Turquía 3.300 personas en 2016, 5.500 en 2017 y 12.000 solo en los primeros nueve meses de 2018.
La misma fuente del ministerio de Protección Ciudadana se mostró preocupada por otro posible aumento, ya que afirmó que las autoridades griegas han sido informadas por los servicios secretos europeos de que medio millón de afganos han llegado recientemente a Turquía, procedentes de Irán e Irak.
En los primeros nueve meses del año, la Policía detuvo en el norte de Grecia a 1.190 traficantes, a los que se sumaron otros 30 durante la primera semana de octubre.
Al mismo tiempo el Gobierno griego intenta atajar otro frente complicado en la gestión de refugiados con la descongestión del campo de Moria, en la isla de Lesbos, donde están hacinadas unas 7.500 personas en unas instalaciones preparadas para algo más de 3.000, a la espera del examen de sus solicitudes de asilo.
Las autoridades comenzaron la descongestión en septiembre, después de que la región del Egeo del Norte amenazase con cerrar por completo el campo en un plazo de 30 días si no se solucionaban las condiciones insalubres.
De momento unas mil personas «en situación vulnerable» han sido trasladadas a alojamientos en Grecia continental.
Vitsas achaca esta lentitud a que, a pesar de que desde enero hasta mediados de septiembre, 17.563 personas han sido autorizadas a abandonar las islas, al mismo tiempo llegaron otras 21.737.
Por otro lado, Migración anunció hoy el cierre del campo de Samos, situado en la capital de la isla, y la creación de otro, con capacidad para 1.200 personas, más alejado de la población.
En el campamento actual, cuya capacidad de acogida es de 648 personas, malviven más de 4.000 refugiados.
Hasta ahora, cuando el Gobierno ha intentado abrir nuevos campos en las islas para descongestionar los existentes, se ha enfrentado al rechazo de pleno de las autoridades locales. EFE