EFE/EPA/ORESTIS PANAGIOTOU

Edirne (Turquía) – La policía fronteriza griega volvió a dispersar este domingo con gas lacrímogeno a los refugiados que esperan desde hace días en el lado turco ante el paso fronterizo de Pazarkule, cerca de Edirne, con la esperanza frustrada de poder pasar a la Unión Europea (UE), informa la cadena CNNTürk.

Esa emisora mostraba en directo cómo densas humaredas de gas lacrimógeno se dispersaban por el bosque fronterizo, donde varios miles de refugiados, la mayoría de Siria, Irak, Pakistán, Afganistán o Somalia, acampan desde el pasado viernes.

Ayer tuvieron lugar varias cargas policiales similares, pero los migrantes no han abandonado la esperanza de que la Unión Europea cambie su política y les acabe franqueando el paso.

Desde el sábado por la tarde la policía turca ha vetado el acceso de la prensa a la zona de aduanas, pero permite el de migrantes que siguen afluyendo a la frontera, si bien otros ya se han cansado de esperar y abandonan la zona.

MILES ANTE LA PUERTA

Según dijo a Efe un portavoz de la asociación turca UMHD de ayuda a los refugiados, se estima que unos 30.000 refugiados se hallan en la zona fronteriza.

Los voluntarios de la ONG turca ASAM, la única que tiene permitido el acceso a la zona para llevar comida y artículos de primera necesidad a las familias acampadas, declinaron hacer estimaciones.

En declaraciones a Efe se limitaron a asegurar que hay «miles», «mucha gente».

«Llegamos aquí el viernes porque en las redes sociales vimos la noticia de que Grecia iba a dejar pasar a 1.200 personas», relata a Efe el joven afgano Abdelwahid, de 26 años, que lleva tres años viviendo en Turquía, pero con la esperanza de llegar a Suiza.

Ya se ha percatado de que la noticia de que las puertas europeas estarían abiertas para él y otros era un bulo, pero asegura estar dispuesto a aguantar en la frontera hasta que el Gobierno griego cambie de idea.

«La policía fronteriza está usando gas lacrimógeno contra la gente. Hay muchísima gente, niños… No podemos cruzar. Aún no ha podido cruzar nadie. Si alguien consigue cruzar, lo mandarán de nuevo a Turquía», vaticina.

También lleva dos días aquí Bahir, de Somalia, que ha llegado con un grupo de amigos de su país y ahora regresa, decepcionado, de la valla fronteriza a Karaagaç, una barriada de Edirne, para ver si hay noticias de algún cambio de política.

OPORTUNIDAD DE NEGOCIO

Al difundirse el rumor de que la UE iba a permitir el paso, cientos de refugiados, sobre todo sirios, se trasladaron de Estambul a Edirne en autobuses gratuitos, sin que se haya aclarado quién ha proporcionado estos vehículos.

«Los puso el Gobierno, eso fue el primer día. Desde entonces han llegado muchas empresas porque han visto oportunidad de negocio y ahora sí cobran tarifa: cien liras (unos 15 euros, algo por encima de un billete de autobús normal), asevera a Efe Adnan, un refugiado sirio que ha venido en un taxi con cuatro amigos, pagando una suma similar.

«Vivo en Estambul con mi mujer y cuatro hijos, tengo un trabajo de traductor y otro de vendedor en el mercado, pero pensaba que podía encontrar algo mejor en Europa. Ahora me doy cuenta de que allí no nos quieren. Ya no pienso ir. Me quedo con mi familia», concluye el refugiado.