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Nueva York – Para reducir la brecha racial de la campaña de vacunación se debería contar «al máximo» con grupos comunitarios en los que confía la comunidad latina, en particular indocumentados, y que ya tienen experiencia en campañas masivas como la del censo, aseguran a Efe personas que conocen de cerca las dificultades que enfrentan las autoridades.

Los datos a través del país han arrojado en general que hay una gran diferencia al comparar los números en la comunidad blanca, los más beneficiados con las vacunas, con latinos y afroamericanos.

«Quienes van a responder en este tipo de emergencias van a ser las organizaciones que están en comunidad», advirtió a Efe Frankie Miranda, presidente de la Federación Hispana, una coalición de más de cien organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan a pie de calle.

Hay más de 60 millones de latinos en el país, lo que representa casi el 20 % de la población de los Estados Unidos, pero las primeras cifras oficiales indican que solo el 11 % de los que han sido vacunados son hispanos, a pesar de que son uno de los grupos más golpeados por la pandemia.

Miranda lamentó que algunas clínicas comunitarias en varios estados han recibido vacunas, «pero ningún tipo de ayuda económica» para contratar más personal, preparar sus instalaciones y «educar a la gente» sobre la conveniencia de la vacuna.

«Creemos que el tercer sector (grupos comunitarios) y en especial el latino no ha sido utilizado de manera efectiva (por las autoridades) o en su total capacidad para responder a las necesidades», afirmó Miranda.

En su opinión, las organizaciones que están en las comunidades son las que están «resolviendo los problemas» y recordó que el intenso entrenamiento que recibieron trabajadores comunitarios para el censo se puede utilizar para enfrentar la «desinformación o la mala información» sobre la covid-19.

Las barreras que enfrentan los latinos son muchas, empezando por el idioma, no saber cómo obtener citas en la web, carecer del correo electrónico o computadora necesarios para registrarse y muchos no cuentan con el carné de identidad exigido, en otros.

«No sé a qué nivel ha llegado esta ciudad que no entiende el nivel de emergencia y crisis que este país está enfrentando, que no ha entendido que la burocratización de las vacunas lo que está causando es que menos trabajadores se vacunen», comentó Ligia Gualpa, directora ejecutiva del Workers Justice Project, que representa a repartidores de comida a domicilio, uno de los grupos más expuestos al virus.

«Logramos que fueran considerados trabajadores esenciales» pero ahora no tienen un lugar donde ponerse la vacuna en Brooklyn, donde vive la mayoría, y carecen de la carta que les certifica como esenciales o de un carné de identidad, explicó.

La realidad no es distinta para otros emigrantes como los grupos a los que la organización Mixteca brinda servicios en Niche, Nahuatl, Mixteco y Quiché, quienes enfrentan muchas barreras, una de ellas el idioma.

«Hay que entrar a esas comunidades y que ellos puedan entender» que es necesario vacunarse, pero el mensaje debe llegarles en su idioma porque a veces no hablan ni entienden el español, y normalmente requieren gente en la que confían, señala la directora de Mixteca Lorena Kourousias.

Kourousias considera que una de las razones por las cuales no está llegando el mensaje (de vacunarse) «es que se ha establecido un sistema al que las comunidades marginales no puedan acceder».

«Hay que hacerlo en línea o un teléfono y tienen que estar verificando continuamente para ver cuándo hay una vacuna disponible», indicó.

Explicó que en ocasiones ellos mismos les acompañan al lugar de vacunación, realizan eventos de orientación y llevan la información temprano en la mañana a los jornaleros.

Kourousias considera que si las autoridades no trabajan con los grupos comunitarios la disparidad crecerá. «Si nuestra comunidad en general tiene barreras de credibilidad y de confianza, esta otra comunidad (las indígena) tienen muchas más por los abusos».

La ciudad Nueva York es uno de los estados donde se ha registrado esa diversidad a la hora de vacunar, pues sólo un 15 % de los que se han inoculado son latinos, 11 % son negros y un 48 % son bancos, muy por debajo del peso en el total de la población que es del 24 % en el caso de los afroamericanos y del 29 % en el de los latinos.

El gobernador, Andrew Cuomo, y el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, han dicho que están dispuestos a agarrar el toro por los cuernos para reducir esa disparidad y han establecido centros de vacunación masiva en los estadios de los Yankees en El Bronx y pronto se sumará el de los Mets en Queens, en zonas habitadas por minorías.

Pero Miranda indicó que, aunque aplauden estos esfuerzos del estado y la ciudad, la comunidad latina «no va a ir necesariamente a estos mega-sitios» sino a las organizaciones que les brindan servicios y en las que confían.

«Luego de cuatro años de una narrativa tan negativa alrededor de nuestra comunidad muchos sienten ansiedad de tener que ir donde hay personal de la guardia nacional uniformados. El daño que se ha hecho en la mente de nuestra comunidad no va a cambiar simplemente porque haya una nueva administración», aseguró.

Por todo ello, consideró «imprescindible» una inversión en el tercer sector, que, en su opinión, no ha sido «utilizado al máximo», como una situación como la actual requiere.