Decenas de guatemaltecos protestan contra el gobierno del presidente de Guatemala, Jimmy Morales, y contra el acuerdo firmado con Estados Unidos sobre asilo migratorio este martes, frente al Congreso en Ciudad de Guatemala (Guatemala). EFE/Edwin Bercían

Guatemala – Un grupo de 118 guatemaltecos que fue retornado el martes desde EE.UU., luego de sufrir un proceso de deportación por haber migrado de forma irregular, se mostró escéptico de la firma del acuerdo migratorio de asilo entre los gobiernos de Guatemala y EE.UU. la semana pasada, pues dudan de la posibilidad de que el país centroamericano sea lo suficientemente seguro y próspero para la población local y para los propios migrantes.

Con morrales blancos repletos de sus pertenencias y los sentimientos encontrados, algunos de los retornados abrazaron a sus familiares que llegaron a recogerlos en un emotivo encuentro que se entorpecía por la insistencia de cambistas de divisas que se apresuraban a intercambiar dólares o pesos mexicanos por quetzales.

Otros desfilaban hacia los autobuses del Instituto Nacional de Migración que los conducirían gratuitamente hacia una central de transportes y al departamento occidental de Huehuetenango, mientras se apelmazaban las personas a la salida de un estrecho pasillo de la Fuerza Aérea Guatemalteca para encontrar y fundirse en abrazos con sus familiares.

Entre el caos, en el que la mayoría prefería evitar a la prensa, algunos dedicaron unas palabras para despotricar en contra de las condiciones de los centros de detención y de las «hieleras» o «jaulas inhumanas» y para lamentar que el Gobierno del presidente, Jimmy Morales, se haya plegado a los intereses norteamericanos en su afán de convertirse en un tercer país seguro.

Valdemar, de 41 años de edad, dijo a la Agencia Efe, con lágrimas en los ojos, que haber vuelto de EE.UU. era «bien difícil» y «duro», debido a que tras haber vivido 22 años allá y haber formado una familia, le «arrancaron» a sus dos hijos (uno de 18 y otra de apenas 1), pues el «endurecimiento» de las leyes migratorias complica todo, «sobre todo si uno no tiene un estatus», pues la policía -que trabaja en conjunto con migración- «está al pendiente de todo hispano».

Ahora que se reencontró con sus padres tras más de dos décadas de ausencia, recordó que salió de Guatemala en busca de «nuevas oportunidades», «bienestar» y «devolverle algo a los padres de lo mucho que me han dado», además de que la situación de pobreza en el país era preocupante. Eso mismo le hace dudar de que la nación centroamericana sea un «país seguro» para otros migrantes, por lo que desconoce «cuál sea la estrategia que tendrán los políticos».

La firma de ese convenio con EEUU, «nos afecta mucho como guatemaltecos», lamentó Valdemar, antes de continuar su regreso a casa tomado del brazo de su madre y de pasar a un costado de Juan Carlos Castillo, el padre de un joven de 21 años que fue detenido en San Antonio (Texas) con apenas unas semanas de haber conseguido llegar a cumplir su «sueño americano».

Conmovido por volver a ver a su hijo, que tardó en salir de la Fuerza Aérea Guatemalteca, Castillo aseguró que Guatemala «no es un país seguro» para nadie, pues «a diario hay muertos, no hay empleo (…), no hay oportunidades para los jóvenes y en eso debería enfocarse el Gobierno para que los jóvenes no se arriesguen (a emprender el viaje a EE.UU.)».

«A mi hijo lo agarraron en una redada y ahora estamos esperando que vuelva y lo bueno es que viene sano y completo», describió Castillo, quien contó que su hijo es «perito contador, pero lamentablemente no hay oportunidades aquí para las personas graduadas» y sostuvo que «solo los hijos de políticos tienen oportunidades».

Además, agregó que «el Gobierno actual no abrió fuentes de trabajo», además de que desatendió temas como las carreteras, «que están en mal estado». Esa era la oportunidad para «contratar a muchas personas» y así «hubiera sido otra cosa» el destino del país.

A un lado de la puerta, cuando ya la mayoría de personas había recogido a su familiar retornado, aguardaba la salida de su sobrina de 20 años un impaciente Manuel Pablo Chopén, de 45 años, quien migró hace once años a Nueva York donde se dedicó a cocinar pizzas por tres años, antes de ser deportado, como su sobrina. «Viene de Los Ángeles, la detuvieron por cruzar la línea y la estoy esperando aquí pero ya se tardó», dijo.

Su sobrina, Reina Yaxón, detenida hace un mes y medio, no salió de la puerta oxidada de metal que separaba el pasillo de la Fuerza Aérea de la convulsionada Avenida Hincapié. De pie desde las 11 de la mañana, cuando debía venir el primer vuelo de retornados del día, a Chopén no le habían comentado las autoridades que se había cancelado el viaje por desperfectos mecánicos, como explicó a Efe la portavoz de Migración, Alejandra Mena.

Con los 118 retornados de este martes, suman ya 33.292 guatemaltecos deportados por la vía aérea de EE.UU. en lo que va del año, una cifra que supera en 3.154 a los retornados en los primeros siete meses del año pasado.