Nueva York – La Hispanic Society (HS) de Nueva York, que alberga la colección de arte español más grande del mundo fuera de España, reabrió hoy sus puertas tras seis años de obras interminables, y se suma así a la celebración del “año Sorolla” con su colección única de retratos regionalistas del artista conocida como Visión de España.
Inmersa en un agrio conflicto sindical que ha tenido a su personal dos semanas de huelga, la HS anunció su reapertura el lunes, el mismo día en que se firmó un nuevo convenio con el sindicato que lo representa, y con todavía algunos flecos por resolver, como el friso en el portal de entrada, cubierto por unas telas que tapan el nombre de la institución.
Las obras han costado a la HS cinco millones de dólares, explicó su director, Guillaume Kientz, para acondicionar el llamado “patio central”, una sala construida a modo de claustro de terracota roja, y la “sala Sorolla” donde brillan con todo su esplendor los enormes paneles al óleo que el pintor valenciano elaboró por encargo del magnate Archer Milton Huntington en 1911, y que solo una vez han salido de allí.
En el patio central, la HS ha rescatado de su inmenso archivo otras obras notables del valenciano, como un autorretrato, dos retratos de su mujer y musa, Clotilde Sorolla, y tres muy conocidos de artistas de su tiempo: Juan Ramón Jiménez, Emilia Pardo Bazán y Mariano Benlliure, además de dos óleos -“Niños en la playa” y “Playa de Valencia”- que muestran su genio para captar la intensa luz del Mediterráneo.
La idea de la HS -explicó Kientz- es ir cambiando cada cierto tiempo el patio central y exhibir sus joyas más conocidas -hay una “Duquesa de Alba” de Goya, además de un Velázquez, un Zurbarán y un Greco- en compañía de otras de su inmensa colección, acompañándolas además de obras de artistas contemporáneos, en un diálogo artístico que sorprende en ese claustro de regusto arcaico.
La HS va a estar abierta desde hoy en horario de 12 a 5 de la tarde, de jueves a domingo, y la entrada será gratuita. Kientz dice que su aspiración es atraer “al mayor número de gente posible”, todo un reto al encontrarse en un barrio muy alejado del circuito cultural o el turístico de la ciudad.
UN VELÁZQUEZ QUE DURANTE DÉCADAS SE CREYÓ AUTÉNTICO
La nueva HS ha incorporado algunas novedades que exige la museística moderna, como una rampa de acceso para personas con movilidad reducida, una pequeña tienda -por el momento solo se venden libros y pañuelos- y una sala auxiliar donde el museo puede poner en relieve alguna obra concreta con elementos de contexto, en una lógica más contemporánea.
Así, se exhibe un retrato de Juan de Pareja -el famoso esclavo morisco retratado por Velázquez que durante décadas se atribuyó al famoso pintor, hasta que apareció el cuadro auténtico del sevillano y lo compró el MET Museum por 5,5 millones de dólares en 1971.
Kientz cree que el retrato de su propia colección fue obra de Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Velázquez, que lo copió del original en un viaje a Italia; ahora esta copia se exhibe junto a otra de un artista contemporáneo de Brooklyn más un vídeo donde aparece este último mientras confecciona esa copia.
UN PROBLEMA DE ALMACENAMIENTO
El frenesí coleccionista de Huntington cuando fundó la HS en 1904 se tradujo en una colección de 750.000 objetos -entre cuadros, cerámica, libros y revistas e imaginería religiosa- que nunca tuvo sitio en las salas dispuestas para la exhibición, lo que significa que la mayor parte de la colección pasa casi toda su vida en un almacén.
La HS planea ahora multiplicar por tres el espacio de exhibición en una segunda fase de sus obras para la que va a requerir 50 millones de dólares, de los que tienen tres recaudados y trece más “comprometidos”, lo que supone que su concreción llevará al menos cinco años más, reconoció Kientz.
Kientz asegura que en las obras actuales tres millones de dólares han sido para acondicionar los almacenes -“que ahora son seguros, aunque no funcionales”, precisó-, pero una fuente del sindicato criticó el proyecto de renovación.
Según esta fuente, parte de los nuevos almacenes se planean en el sótano -que se ha inundado cinco veces en los últimos 28 años-, y además se prevé el traslado masivo de miles de piezas mientras duren las obras en condiciones inciertas porque la HS carece del enorme presupuesto que en Nueva York supone desplazar obras de arte.