Quito.- Historias de dolor y valentía se conjugaron este domingo, en Quito, en un ciclopaseo organizado por la Unión Europea (UE) para promover el respeto de los derechos de las mujeres y la solidaridad frente a la situación de los migrantes.

Con el apoyo de la Mesa de Género de la Cooperación Internacional (Megeci), el ciclopaseo «Inspired By Her» (Inspirado en ella) rindió homenaje a la migrante, a través de una ruta simbólica entre dos parques emblemáticos de la capital ecuatoriana.

Durante el trayecto se «acompañó» el recorrido de aquellas mujeres que no tienen más opción que dejar su país y todo lo que conocen, para buscar una vida mejor.

EMPATÍA, SOLIDARIDAD Y OPTIMISMO

De acuerdo con el Ministerio de Gobierno, en Ecuador viven más de 400.000 migrantes venezolanos, de los cuales 51 % son mujeres y 49 % hombres. De esa cifra, el 40 % (unas 160.000) residen en Quito.

«Estamos rindiendo un homenaje a las mujeres en movilidad humana que han tenido la fuerza de luchar y que gracias a la acogida recibida, han podido salir adelante», comentó Charles-Michel Geurts, embajador de la UE en Ecuador, en un aparte del ciclopaseo.

Y apuntó que con la actividad se ha buscado inspirar tres sentimientos: empatía, solidaridad y optimismo.

Por su parte, Sylvie Bédard, embajadora de Canadá en Ecuador y presidenta de la Megeci, indicó que más de 5,4 millones de venezolanos han dejado su país en busca de una vida mejor, haciendo de esta crisis migratoria, la segunda más grande de la historia reciente.

«El número es tan alto que, a veces, nos olvidamos de que cada una de esas mujeres, hombres, niños y niñas tiene su propia historia de sufrimiento, de resiliencia, de esperanza. Este ciclopaseo nos ayuda a recordar y a sembrar empatía y solidaridad», subrayó.

Para la secretaria de Derechos Humanos, Cecilia Chacón, la iniciativa pone en evidencia el compromiso de Ecuador y la comunidad internacional «en mirar juntos a la movilidad humana como una consecuencia en la que las mujeres están afectadas en su calidad de vida y su dignidad».

«Mirar a las mujeres y acompañarlas en la búsqueda de una mejor vida es positivo. Desde el enfoque de derechos humanos el Gobierno ecuatoriano ha procurado que el acceso a servicios sean acogientes y respetuosos», opinó.

En los más de 5 kilómetros de ruta se dispusieron paneles que contaron historias como la de Diana, una migrante venezolana, economista de 35 años y madre de 2 niñas.

Se compartió con ciclistas y caminantes cómo una mujer con una vida próspera, de un día a otro, debió tomar la decisión de dejarlo todo para iniciar un camino con retos, problemas, amenazas a su seguridad y vulnerabilidades hasta llegar a su destino.

EL DOLOR DE LA MIGRACIÓN

En los paneles dispuestos en la ruta del ciclopaseo, se contó el dolor de Diana por la división familiar. «Para darle un futuro mejor a mis niñas, decidí tomar rumbo a Ecuador. Me fui sólo con María, no podía llevar a Julia».

«Con mi hija en brazos, muerta de tristeza rezaba para sacar fuerzas para seguir. A mi alrededor vi abusos de autoridad, tratos crueles y degradantes. Pensaba si, además de perder mi tierra, había perdido también, sin darme cuenta, el derecho a ser respetada».

«En la ruta, mi hija me preguntó por su hermana. Sólo la abracé y le dije que pronto la veríamos», rezaba uno de los carteles mientras en otro relataba cuando unos sujetos se le acercaron para ofrecerle dinero por su hija.

Decenas de participantes en el ciclopaseo que lucían camisetas moradas con la silueta de una mujer, así como otros transeúntes hacían hoy paradas en el recorrido para leer la historia de tristeza, rabia y tenacidad de Diana, que avanzaba por caminos y trochas viendo en el recorrido a más familias venezolanas «con los sueños rotos».

Asimismo, el público leía otros paneles que daban cuenta de que «8 de cada 18 venezolanas se han visto atrapadas en el llamado sexo por supervivencia», y que «6 de cada 10 niñas/mujeres migrantes han experimentado violencia de género durante su ruta migratoria».

En un discurso en el marco del ciclopaseo, la migrante venezolana Adianez Alarcón, ahora promotora de asistencia humanitaria de CARE Ecuador, compartió su dura historia de escasez y violencia, y resumió: «Las mujeres migrantes tenemos una vida agridulce, alma de guerreras, y un corazón sin fronteras».