Una mujer camina frente a un mural en el Hospital Escuela Universitario, donde son atendidas personas que se han contagiado de la covid-19, este miércoles en Tegucigalpa (Honduras). EFE/Gustavo Amador

Tegucigalpa – Honduras, lejos de avanzar en un tema tan sensible como la lucha contra la corrupción es cada vez un país más corrupto y hoy obtiene el puesto 23 en un rango donde 0 simboliza una corrupción elevada, y 100, es sin corrupción, según el ranking global del  Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de 2021.

 En el 2020 Honduras ocupaba la posición número 24 y hoy cayó a la 23, es decir cada vez se percibe como un país más corrupto.

Transparencia Internacional (TI) publicó este martes su CPI de 2021, que advierte que el autoritarismo avanza en Centroamérica.

El IPC califica a 180 países en cuanto a los niveles de corrupción tomando en cuenta las evaluaciones de 13 expertos y encuestas a empresarios, donde 0 simboliza una corrupción elevada, y 100, es sin corrupción.

Honduras alcanzó la mejor puntuación en el índice en 2015 con una percepción del 31, pero en 2019 obtuvo su peor posicionamiento al caer a 26, en el 2020 pasó al puesto 24 y hoy a la casilla 23.

El informe repasa también la evolución en estos últimos diez años de clasificaciones: Paraguay es el único que ha mejorado significativamente su puntuación; Chile, Guatemala, Honduras, Nicaragua o Venezuela han caído considerablemente.

A nivel de Centroamérica Honduras es el segundo país más corrupto según este índice. Nicaragua ocupa la primera posición en la región en la casilla número 20, Costa Rica (58), Panamá (36), El Salvador (34) y Guatemala (25).

Transparencia Internacional identificó que los países que vulneran las libertades civiles obtienen de forma consistente puntuaciones más bajas en el IPC.

El director ejecutivo de la Asociación Para Una Sociedad Más Justa (ASJ), capítulo hondureños de Transparencia Internacional, Carlos Hernández, lamentó la posición que ocupa Honduras en el ranking mundial.

“Pese a muchos esfuerzos de distintos actores, incluyendo la sociedad civil, la corrupción se resiste a ceder”, deploró.

En el caso de Honduras consideró que los abusos de poder, la opacidad y discrecionalidad en el manejo de fondos del Estado permiten que este flagelo no pierda fuerza.

De su parte, Luciana Torchiaro, asesora regional para América Latina de TI, explicó que este estancamiento no solo “ha socavado la democracia y los derechos humanos”, sino que también ha reincidido en los índices de pobreza y desigualdad y afectado a la lucha contra la pandemia.

Torchiaro reconoció que la región cuenta con una buena legislación contra la corrupción y que los gobiernos han asumido compromisos pero que “faltan acciones firmes para cumplirlos”.

 Sin embargo, enfatizó en la importancia de garantizar la separación de poderes, en una región donde “el sistema de pesos y contrapesos es muy débil”.