Tegucigalpa (Por Joel Perdomo) – El virus que provoca la enfermedad del COVID-19 ha tomado nuevo impulso, con la aparición de las variantes y nuevos linajes de la cepa original, provocando que el sistema sanitario hondureño vuelva a ser demandado por la llegada de miles de pacientes contagiados y de nuevo los hospitales móviles vuelven a ser el protagonista ausente en esta lucha, ya que a casi dos años de haber llegado al país, únicamente los de San Pedro Sula y Santa Rosa de Copán están activos, aunque con muchas limitaciones.

Las muertes se reportan a diarios en los distintos hospitales públicos, mientras las unidades de cuidados intensivos y las salas de atención han vuelto a llenarse y no hablar de los centros de triaje que cada día atienden a miles de personas.

La diferencia, con lo ocurrido hace dos años, es que las vacunas han ayudado a los contagiados a llevar mejor la enfermedad, aunque las autoridades y los médicos se lamentan que todavía hay 1.5 millones de hondureños que no se han aplicado ni una sola dosis, mientras otros cientos de miles apenas se aplicaron dos.

Los responsables de salud hacen llamados a la población para que acudan a los más de mil centros de vacunación para que se inoculen las personas que todavía les faltan.

Pero en este campo, los hospitales móviles siguen en deuda en la batalla con la COVID-19, ya que de siete adquiridos, solo dos funcionan parcialmente, tres se utilizan para otras patologías y dos están sin uso desde que llegaron al país.

Los hospitales móviles fueron el último mayor escándalo de corrupción que golpeó a Honduras en un momento crítico y se responsabilizó a la anterior administración de la muerte de miles de personas.

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